Ante la muerte de cientos de personas por el covid-19 en México, la Iglesia católica busca ingresar a hospitales para llegar a los pacientes más graves y darles la absolución de sus pecados.
Un grupo de sacerdotes de la Parroquia de la Sagrada Familia son quienes encabezan esta iniciativa que cuenta con el visto bueno de la Arquidiócesis Primada de México, y que tiene el objetivo de dar tranquilidad a los católicos que agonizan por esta enfermedad, la cual ha cobrado más de mil vidas en el país.
Hasta el momento solo han ingresado a Médica Sur y se les ha autorizado en todas la unidades del Grupo Ángeles, no así en hospitales públicos de la Secretaría de Salud o del IMSS.
En los centros de salud no llegan hasta los pacientes, solo leen el sacramento desde las puertas del área donde están los pacientes más graves.
“En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, amén. Damos la absolución general a todos los enfermos graves, a todos los que están en riesgo también por cuidarlos”, recita el sacerdote Andrés López desde afuera de terapia Intensiva. Al fondo, una escena difícil de digerir: el grupo de doctores convertidos en una burbuja para evitar contagios.
Para ingresar, los sacerdotes toman las mismas precauciones que dicta el protocolo: gorro, careta, cubrebocas con filtros, guantes, bata y overol, donados por otros doctores, “tratamos de comprarlos pero están agotados”.
“Lo que hacemos es tocar puertas, no queremos ser temerarios, al contrario, ser útiles y serviciales para la gente y para los médicos”, refirió el religioso.
Detalló que es una oración muy breve, “dura dos o tres minutos, máximo, que haremos en las puertas de terapia intensiva o de la zona de aislamiento donde están los enfermos. Lo que vamos a hacer es administrar el sacramento de la reconciliación
“Para los que son católicos, la Ley General de Salud tiene previsto que en atención a la libertad religiosa quienes están graves, en un estado de agonía, pueden recibir los auxilios espirituales”, explicó.
Creyentes o no, los ministros religiosos mandan un mensaje a los escépticos. “Si hay quienes aún no lo creen, les digo a todos: por favor escuchen el testimonio de los que hemos estado cerca de los enfermos. Es una cosa grave, muy dolorosa, algo que no se le desea a nadie, no se expongan, no salgan a la calle, quédense en su casa”, dijo preocupado el sacerdote Roberto Funes.