Adriana Salinas Velázquez, comandante en la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) y Marisol Santiago Vargas, custodia en el Centro Penitenciario y de Reinserción Social de Nezahualcóyotl, son ejemplo de la participación femenina en labores de seguridad y justicia en la entidad; trabajos que erróneamente se creían que únicamente eran para varones, pero ellas demuestran que las mujeres tienen las mismas cualidades para mantener la seguridad de un penal o para realizar operativos en busca de criminales.
Adriana es coordinadora de presentaciones y mandatos judiciales en el municipio de Tlalnepantla, un cargo que le ha costado 20 años de experiencia, pues al igual que muchos llegó prestando servicio social y más tarde ingresó como policía de investigación.
Su vida ha corrido riesgos, ya que los operativos en campo son trabajos complicados; sin embargo, ganó la confianza y seguridad para nunca dar marcha atrás y así ha forjado una carrera en esta institución.
“Es un poco difícil, generalmente la mayoría son hombres, pero eso no es imposible para que una mujer también pueda trabajar y solamente creo que debes tener muchas ganas, mantener siempre el respeto y la experiencia va haciendo que te respeten”.
Entre sus recuerdos como agente de la FGJEM, dijo, hay uno que ocurrió hace más de 10 años, cuando detuvieron a un sujeto que asaltó una óptica en Tecámac; sin embargo, el agresor degolló a una mujer y raptó a su bebé. Ella estuvo en el equipo encargado del caso, quienes lograron detenerlo, pero nunca pudieron localizar el cuerpo de la bebé.
“Tuvimos la oportunidad de tener esa investigación y lograr la detención de esta persona que hoy en día está encarcelado. No pudimos encontrar el cuerpo de la menor, nunca quiso confesar si la regaló, solo dijo que la mató y fue condenado a más de 80 años de prisión”.
Por su parte, Marisol es custodia en el penal Bordo de Xochiaca, donde convive con mujeres bajo un proceso judicial o sentenciadas, ya sea por secuestro, homicidio y robo, entre otros delitos.
Su función es cuidar la integridad de las mujeres privadas de la libertad, pero asegura que no es una tarea fácil. “Me enfrento a que ellas tienen carácter diferente y vienen por algún delito, y yo soy la responsable de cuidar su integridad física hacer valer los lineamientos y el reglamento de la institución”.
También es madre de familia y reconoce que sus hijos no estuvieron de acuerdo con ella cuando tomó este trabajo, pues temían que algo malo le pasara, aunque les hizo ver que cualquier trabajo es una oportunidad para salir adelante; ahora, sus hijos han logrado avanzar en sus estudios gracias a esta labor. “Nosotros tenemos triple trabajo y mis hijos están muy orgullosos de mí y yo de ellos”.
MMCF