La jornada de vacunación contra el covid-19 en Pachuca marcó una pauta temerosa de largas filas y horas de espera, por lo que la señora Irma Aguilar Lugo estaba lista para sufrir las mismas inclemencias en Mineral de la Reforma.
Con apenas dos días de anticipación sobre la confirmación de las sedes en el municipio y un cambio de horario de último momento, su hija y su yerno la llevaron al polideportivo del Ceumh, el sitio más cercano a su domicilio para recibir el biológico.
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Al arribar, la sorpresa fue que la espera fue corta. Adentro y afuera una fiesta, entre expositores de artesanías y vendedores ambulantes que ofrecen de todo: desde tacos de canasta hasta tamales.
Sin embargo, no alcanza el tiempo para comer porque el desfile de sombrillas para apaciguar los rayos de sol avanza veloz.
Las instalaciones están preparadas con lonas, sillas y baños portátiles, así como acceso rápido a personas con discapacidad en sillas de ruedas y bastones.
Apenas 20 minutos después del ingreso, la señora Irma fue vacunada contra la enfermedad que azota al país y al mundo desde 2020.
Ella enfermó de covid-19 a finales de julio del año pasado. Fueron dos semanas muy difíciles, tras un contagio adquirido en guardias de trabajo a pesar de tener más de 60.
Tras dar sus datos personales y mientras esperaba 30 minutos por si presentaba alguna reacción, recordaba cómo estuvo a punto de ser ingresada al hospital del Issste.
“Gracias a Dios” como ella dice, no requirió internarse y fue tratada a distancia, con resguardo en casa y al cuidado de sus dos hijas.
Al comenzar su apellido con la letra A, fue de las primeras en recibir la dosis de la farmacéutica Pfizer en Mineral de la Reforma.
Apenas la semana pasada, acompañó a su mamá Margarita Lugo Vera a la jornada de Pachuca, donde tuvieron que formarse más de cuatro horas en las instalaciones tradicionales de la feria.
La historia del contagio
Meses atrás la señora Irma tardó en ser diagnosticada con el virus. Transcurrió casi una semana para confirmar el cuadro positivo de covid y los síntomas empeoraban cada día más.
Cansancio extremo, falta de respiración, tos, fiebre, diarrea y falta de olfato y gusto, la señora Irma presentó cada indicador, mientras la preocupación de sus hijas incrementaba rápidamente.
En el Issste, una neumóloga la “regañó” por no tratarse a tiempo, pero es que el miedo a confirmar la presencia del covid le impidió asistir a la atención de la salud pública.
Por fortuna respondió al tratamiento aunque lentamente, pero al cabo de un mes fue dada de alta.
Al abandonar la sede de la jornada de vacunación y sin registrar reacciones más que un leve dolor en el brazo izquierdo, justo a las 11 de la mañana la señora Irma salió contenta y más segura para seguir enfrentando esta guerra contra el covid.
La mayoría de los adultos mayores agradeció la organización de monitores, enfermeras y médicos que participan en la inoculación y gustosos recibieron su lunch que incluía torta de jamón y agua.
Los hijos y la familia de la señora Irma también se muestran felices, todos los miembros mayores de 60 han sido vacunados, en espera de la segunda dosis, tras un año lleno de incertidumbre y de pérdidas muy dolorosas.