Estudiantes de la Sierra Norte enfrentan alta brecha digital

“A diferencia de los niños citadinos, los pequeños de la comunidad no tienen Internet, servicios de salud y cosas básicas como un marcador"

Estudiantes de la escuela “Licenciado Benito Juárez” en Mecatlán de las Flores. (Especial)
Estudiantes de la escuela “Licenciado Benito Juárez” en Mecatlán de las Flores. (Especial)
Estudiantes de la escuela “Licenciado Benito Juárez” en Mecatlán de las Flores. (Especial)
Estudiantes de la escuela “Licenciado Benito Juárez” en Mecatlán de las Flores. (Especial)
Rosario Portillo
Puebla /

Ir a la escuela en Mecatlán de las Flores era uno de los momentos más felices de los 54 niños que a ella asisten, pues aunque lloviera los estudiantes llegaban puntuales a las ocho de la mañana para aprender, pero con la contingencia sanitaria derivada del covid-19 cambió todo, señala la maestra Liliana Reyes, quien lleva siete años trabajando en la escuela “Licenciado Benito Juárez”.

Esta escuela consta de tres aulas, donde tres maestros imparten clases a 54 alumnos. El primer y segundo grado es atendido por la maestra Isabel Jiménez, el tercero y cuarto por el maestro Paulino Martínez y el quinto y sexto por la maestra Liliana.

Estos tres maestros se encargan de elaborar los planes semanales para sus alumnos durante el confinamiento. De todos los alumnos solo seis tienen acceso a un celular, por lo que los primeros días las madres recibían las tareas pero tardaban en llegar debido a la poca señal. Una vez descargado el primer material al darle play a un vídeo se les calentó el celular y se apagó.

Cuando el celular logró encender, las madres intentaron descargar más material pero el saldo se terminó por lo que los maestros tuvieron que hacer recargas con su propio dinero.

Por lo anterior, las maestras optaron en dar una explicación por vídeo llamada a las pocas madres con celular y éstas a su vez replicaron el mensaje.

Otro detalle estuvo en los ejercicios, porque implicaban material didáctico, mismo que en condiciones normales era proporcionado por los maestros en la escuela, pues no todos tienen en casa dinero para comprar un plumón, cartulina y no se diga cables para realizar el circuito eléctrico que se requiere para una actividad marcada en el programa escolar por lo que se les permitió solo dibujarlo.

Cuando terminó la primera semana de educación a distancia se registró otro problema, las madres tienen que sacar fotos de las tareas y ejercicios que sus hijos trabajaron en la semana y deben enviarlas como evidencias a los profesores, pero la capacidad de almacenamiento de un celular no fue suficiente.

Otro gran inconveniente fue que no todos tienen permiso para ausentarse mucho tiempo de casa para copiar las tareas de toda una semana, por eso los tres profesores finalmente decidieron mandar el plan semanal en copias en una combi que llega a la comunidad a las 7 de la mañana. Así el chofer deja los juegos de copias en la primera casa y allí acuden los otros niños o sus mamás por las tareas. Y para dudas los maestros responden vía telefónica, por lo que hicieron más recargas a esos seis celulares.

“El plan semanal lo vamos explicando por mensaje y por llamadas, les digo a las señoras que estén atentas y allí expresen sus dudas. Respecto a las evidencias en muy difícil tener todas al final de la semana porque no todos los padres reportan, y no es que los niños no trabajen sino que sus madres van al campo y luego no solo deben revisar y sacar foto de las tareas de sus hijos de primaria sino que usan el celular para mandar los trabajos de los hijos de la secundaria y el teléfono va para arriba y para abajo y al final del día no les alcanzó el tiempo”.

Por su parte Liliana vive en Huauchinango, un municipio a hora y media de la comunidad donde trabaja, y aunque allí hay más servicios confiesa que tuvo que contratar un nuevo plan de Internet, lo subió a 7 megas para poder trabajar y responder a las necesidades de sus alumnos.

Como no todos los alumnos reportan trabajos, Liliana Reyes informa que al terminar el confinamiento las clases serán de 8 a 13 horas y en lugar de hacer actividades didácticas, culturales y proyectos de 13 a 15 horas, ese tiempo se usará para regularizar a quienes no enviaron tareas, pues a veces los padres notan que sus hijos no entienden y como no les saben explicar optan por llevarlos a trabajar al campo, por eso es que deben rescatar a eso alumnos con un reforzamiento que debe hacerse en 15 días.

La intención es que los niños terminen la primaria, y logren motivarse para estudiar al menos el primer año de secundaria, que es cuando los adolescentes se van a la Ciudad de México a trabajar y las chicas se embarazan.

“A diferencia de los niños citadinos, los pequeños de la comunidad no tienen Internet, servicios de salud y cosas básicas como un marcador, por ello el confinamiento es más difícil. Incluso ellos saben que cuando son vacaciones lo son sólo para los maestros, pues ellos trabajan más en casa, van dos veces al día por leña, por eso siempre prefieren estar en la escuela. Si los niños de la ciudad vieran lo que se viven en la comunidad seguro se darían cuenta que están en la gloria en comparación a estos niños, quienes pese a todo y no importando el clima siempre asisten a clases”.

mpl

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