En medio de la pandemia del coronavirus, la Casa del Migrante El Samaritano, ubicada en Bojay, Atitalaquia, continúa ofreciendo sus servicios aunque con reservas por cuestión sanitaria.
Operado por las hermanas de la congregación Sagrados Corazones, esta casa de atención a migrantes es un referente en la zona suroeste del estado de Hidalgo. Creada el 27 de marzo de 2012, la casa del migrante ubicada a un costado del crucero de Bojay, ha brindado el apoyo a los miles de centroamericanos que buscan el llamado sueño americano.
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Los migrantes todavía no terminan de sufrir por el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos –y las de México, por petición de su vecino del norte– cuando ahora enfrentan las dificultades de un camino con múltiples albergues y casas de apoyo cerradas o con medidas especiales por la crisis sanitaria por covid-19 que se vive en México y en el mundo.
María Luisa Silverio Cruz, hermana de la congregación de los Sagrados Corazones y quien coordina El Samaritano, señala que esta casa continúa en operación para apoyar a los centroamericanos, pero desde el 22 de marzo se ofrece servicio parcial.
Ahora desde la puerta de la cocina se ofrecen los alimentos y agua embotellada para que los migrantes los consuman afuera de la casa; adentro el espacio es pequeño y no podría mantenerse la sana distancia. Comen afuera, y al irse se llevan también alimentos para el camino. El flujo de migrantes continúa.
La coordinadora explicó que tan solo del 1 al 20 de marzo la casa atendió a 490 migrantes, un promedio entre 11 y 20 personas al día; y apenas este domingo tuvieron una afluencia de 35 migrantes, quienes luego de comer se retiraron.
El horario de servicio ahora, por contingencia sanitaria, se ha acortado de 9:30 de la mañana a 2 de la tarde de martes a domingo.
La casa El Samaritano está haciendo uso ya de sus reservas de despensa; durante la presente contingencia únicamente dos personas se han acercado al inmueble asistencial para apoyar con despensa para preparar los alimentos a los centroamericanos.
Por el momento no están recibiendo ropa, pues evitan que los migrantes se cambien de muda en el sitio y dejen su ropa en el lugar. Operan apenas con dos hermanas de la congregación y una voluntaria; pidieron a los voluntariados que regularmente apoyan, que no era necesario que acudieran físicamente a la casa a realizar alguna labor, pues evitan concentraciones de personas, lo que pudiera favorecer los contagios de la nueva cepa del coronavirus.
Mantienen –dijo la coordinadora de la casa– comunicación con la jurisdicción sanitaria en la zona, dependencia que recientemente envió al inmueble a dos enfermeras para que les dieran una capacitación sobre las medidas preventivas ante el SARS-CoV-2. También la visitaduría regional de derechos humanos está al pendiente de la casa, refirió.
Los policías municipales mantienen sus habituales recorridos por la zona, aunque de parte de la alcaldía de Atitalaquia no han recibido ni una llamada para conocer si tienen alguna necesidad durante esta contingencia.
La hermana reconoce que la situación es difícil para los migrantes de por sí, y ahora con la pandemia, se agrava: de 130 albergues para migrantes que hay en México, 105 están adheridos o mantienen alguna relación con la iglesia católica, y de estos 54 han cerrado totalmente sus puertas.
Apenas 23, entre ellos la casa de El Samaritano, ofrecen servicios de manera parcial, aunque con diferentes medidas preventivas pero se mantienen en funcionamiento. “Si no pasan por aquí no comen”, reconoce la coordinadora de la casa de atención, inmueble que el pasado 27 de marzo cumplió ocho años en servicio.
A los migrantes les otorgan suero, agua, un pequeño jabón de manos y un cubrebocas; medicamento no otorgan, salvo paracetamol en caso de ser necesario.
Desde que inició la contingencia no ha sido necesario, aunque el sábado se presentó un migrante que tenía mucha tos, pero enseguida se fue de la zona, no aguardó.
María Luisa explicó que a partir de la Fase 3 de la pandemia en el país, la casa podría cerrar para cuidar la salud de quienes atienden el espacio. Se ha contemplado la posibilidad, pero mientras tanto el servicio continúa pues los migrantes necesitan alimentos, apoyo.