Las heladas de la semana pasada provocaron una catástrofe ecológica al aniquilar un alto porcentaje de plantas y árboles en la frontera del estado, agravando el déficit de áreas verdes para producción de oxígeno, afirmó Ricardo Cruz Haro, presidente de la Asociación de Abogados Ambientalistas de México.
Indicó que aunque las plantas en general han desarrollado mecanismos de adaptación a las bajas temperaturas, el fenómeno climatológico reciente fue superior a lo esperado.
“El clima gélido causó severos estragos en la población verde, podemos ver por toda la ciudad de Nuevo Laredo árboles quemados prácticamente por frío, plantas por doquier que murieron al no resistir, y esto además de agravar el problema de falta de oxígeno, provoca a la vez aumento en la cantidad de desechos al relleno sanitario, acortando su vida útil”, dijo el litigante.
El dirigente de los abogados ambientalistas externó su preocupación ante los alarmantes índices que reporta el propio Programa Municipal de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de Nuevo Laredo, que revela que en la ciudad se cuenta únicamente con 3.49 metros cuadrados de área verde por habitante mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda contar con mínimo 9 metros cuadrados y la Organización de las Naciones Unidas hasta con 12.
“El índice no es juego, estamos al 41 por ciento del mínimo permisible para tener una atmósfera adecuadamente respirable, ¿qué estamos aspirando a los pulmones en una ciudad por la que pasan 16 mil camiones de quinta rueda de carga cada día?”.
Expuso que ante la urgencia de medidas que remedien esa estadística escalofriante, remitió oficio al arquitecto Jaime Ruiz Rendón, titular de Obras Públicas, requiriendo informes de las medidas que adoptará para abatir el rezago.
“Necesitamos áreas verdes, tenemos más de 20 mil hectáreas de deforestación en la zona norte de Tamaulipas y Nuevo Laredo es foco de contaminación de gases de efecto invernadero con la carga de comercio internacional”, agregó Cruz Haro.
Añadió que la raíz del problema radica en que no existe una verdadera contraloría sobre las áreas que los fraccionadores están obligados a aportar como área verde ya que muchos de estos espacios disponibles son de dimensiones pequeñas que no permiten su utilización eficiente o adecuada, es decir repartidos en camellones reducidos o disfrazados en puntos sin utilidad.
Sugirió evitar la dispersión de las áreas verdes y, cuando se aprueben nuevos fraccionamientos, obligar que las áreas de donación se concentren en espacios grandes que sean aprovechables y no en pequeños, que finalmente se desperdician.
CGCH