Bernabé Rodríguez Tovar, de 88 años de edad, está sentado debajo de un árbol, frente a una gasera en la entrada de la comunidad Ocampo en Atotonilco de Tula, famosa por su Festival del Pulque.
Con la mirada concentrada en su mano izquierda, la cual tiene un padecimiento, el hombre la toca constantemente, como recordando tiempos mejores.
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Desde hace cuatro años el adulto mayor vende pulque natural a 30 pesos el litro; cuando el maguey da suficiente aguamiel puede colocarse todos los días para vender su producto, cuando no es así sólo los miércoles y sábados. Los domingos los utiliza para él, para sacar sus tareas pendientes.
Un perro negro se acerca, Bernabé no duda y lo acaricia, como amigos de años. Luego de ese momento de conexión el animal se aleja un poco, pero no lo suficiente para dejar solo al hombre, que a diario busca una forma de sustento en el pulque, esa tradición que debe recuperarse, dice.
El árbol le sirve de respaldo, y aunque está cabizbajo gran parte del tiempo, de cuando en cuando levanta la mirada para ver el paso de automóviles, motocicletas, bicicletas y personas a pie, todos lo saludan, a muchos conoce, cuenta.
Le gusta platicar, y antes era muy sencillo, pues muchas personas se detenían a consumir su producto, alternando la ingesta del néctar de los dioses con una charla, de lo que fuera, él sabe escuchar.
Es originario de la comunidad Bomintzhá, en Tula de Allende, pero se crio en Atotonilco de Tula.
Ahora es viudo, vivía en la ciudad de México con sus tres hijos, pero hace cuatro años regresó a Ocampo; a pesar de que sus hijos le insisten para que regrese, no lo quiere hacer, ya se adaptó a Ocampo. Compró tres magueyes a una mujer, a 50 pesos cada uno, a fin de rescatar esta tradición.
“Tengo un maguey que da dos litros de aguamiel en la mañana, y litro y medio en la tarde, así voy echándole ganas para poder procesar el pulque; vendo unos tres, cuatro litros y me voy; ya no se vende mucho aquí; estoy pensando irme a un arbolito que está allá, cerca de la carretera, pero necesito pedir permiso al dueño del terreno”.
A veces tiene días con buena venta, y otros no tanto; “nada más de esto me mantengo; cuando vendo unos dos-tres litros digo: ‘gracias a dios ya saque para comer’, ya si no me queda un peso o dos, o veinte, ya si me quedan, se las ve una dura”.
Admite que es difícil: “cuando empecé aquí vendía yo bastante, todos se bajaban a tomar su pulque o para llevar; venían del estado de México, o de otras comunidades del municipio a comprar, pero ahora no; empecé vendiendo bien gracias a dios, vendía bastante, pero ahora ya no; ahora con un garrafoncito que venda ya saca uno para comer y quedan unos centavos”.
Con tristeza dice que se está perdiendo la tradición pulquera, pues ya pocos jóvenes quieren plantar magueyes y seguir con la extracción de aguamiel para obtener pulque.
Por las mañana raspa sus magueyes y al mediodía llega debajo del arbolito para esperar clientes; hoy solo vendió medio litro y se retiró del sitio, esperando que mañana sea un día mejor.
Estragos de un robo
Hace siete años, dice, cerca del punto donde ahora vende fue golpeado por tres sujetos; él no lo recuerda, una mujer que vio la agresión intervino, y al notar la presencia de ella, los agresores huyeron.
Cuenta Bernabé que una tarde caminaba por la avenida Puerto del Rey, a unos metros del árbol donde vende pulque; regresaba de una forrajera a la que había ido a comprar alimento para sus pollos, cuando sintió un fuerte golpe, se desvaneció y no supo más.
Al despertar ya estaba en el Hospital Regional, la mujer llamó a una ambulancia de Atotonilco de Tula para que lo auxiliaran.
Pero nada fue igual desde entonces. Quedó con una secuela en el brazo, él considera que es la clavícula, nadie, ningún doctor le ha podido dar un diagnóstico. Aquella ocasión que lo internaron no le dijeron qué le había pasado a su brazo.
Ahora no tiene casi movilidad en el brazo izquierdo, y los dedos de esa mano lucen hinchados, encorvados, sin movilidad.
A pesar de ello busca la forma de ganarse la vida, de salir adelante, y tiene en el pulque una opción, pues además de ser un modo de vida se rescata una tradición, misma que se niega a morir, por la labor de personas como Bernabé Rodríguez.
Además.Colecta ciudadana
A raíz de la historia dada a conocer por MILENIO, un grupo de jóvenes está convocando a una colecta de víveres para Bernabé Rodríguez, este miércoles 8 de julio frente al monumento conocido como La Olla, en el centro de Atotonilco de Tula.