El viernes 20 de marzo de 2020 fue el último día que Mauricio Elizarrarás vio a sus compañeros y profesores en el salón de clases de cuarto grado de la pequeña escuela primaria rural Guadalupe Victoria, ubicada en la localidad de Villachuato, en el municipio de Puruándiro, Michoacán. Dos días después, el lunes 23 de marzo, inició la Jornada Nacional de Sana Distancia.
En aquel momento, en la escuela informaron a su madre, Cristina Carranza, que el cierre del plantel y confinamiento duraría alrededor de un mes. Un año después, la escuela ubicada en una población con alto nivel de marginación permanece cerrada, en una entidad en semáforo epidemiológico amarillo.
Cristina está al límite de sus ocupaciones entre las labores en el campo, venta de frituras y atención a las tareas escolares de su hijo. Debe ayudar en los ingresos del hogar, pues lo que gana su esposo como albañil no es suficiente para sostener a una familia de cinco integrantes. Tiene dos hijos más, de 15 y 20 años, quienes dejaron de estudiar tras la pandemia.
"Yo no soy maestra"
Si desde el principio del confinamiento fue difícil para Cristina ayudar al menor de 9 años en sus tareas, desde diciembre del año pasado la situación se agravó debido a que la maestra dejó de darles clases y comenzó a enviar instrucciones vía WhatsApp para entrega de tareas cada 15 días.
Mauricio ama las matemáticas, pero sin la explicación de un maestro, comienzan a tornarse tediosas. Cristina está desesperada, siente que no puede ayudarle más, sólo estudió la primaria y los conocimientos escapan a su memoria, en especial, ahora que se siente más fatigada, una de las secuelas por haber padecido covid-19.
"En 15 días les piden entregar 60 páginas de tarea en cuatro libros, es una exageración de tareas en un rancho sin conocimientos, donde los padres no tienen conocimientos. Se supone que el niño sigue en clases, pero ¿la maestra dónde está?, yo no soy maestra, yo soy su mamá. En mi entendimiento medio ignorante le explico, pero hay mucho que no entiendo, no estamos avanzando", lamenta.
Mauricio entiende el agobio de su mamá y con tímida voz, lanza: "Quiero regresar a la escuela".
El desafío de la educación rural en tiempos de pandemia
El cierre de escuelas en México por más de 180 días sacó a relucir las enormes inequidades del sistema educativo nacional.
Según datos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) en el ámbito rural el 22 por ciento de los hogares no cuenta con alguna computadora, 47 por ciento no tiene acceso a internet y 58 por ciento a telefonía celular.
Por ello, si bien en algunas zonas se cerraron por completo los espacios de aprendizaje, otras se mantuvo la atención que brinda el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) a través del trabajo presencial de sus líderes educativos comunitarios.
Según la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante la pandemia el Conafe ha atendido a cerca de 292 mil estudiantes de todo el país, lo que equivale al 97 por ciento de la población objetivo.
Mientras que el 3 por ciento de la población que no recibió el servicio educativo fue por causa de migración.
Además, durante la pandemia continuaron su labor alrededor de 55 mil líderes para la educación comunitaria y promotores, en unas 40 mil comunidades marginadas.
Aunque no suspendieron clases, el proceso educativo no fue el mismo, en parte por las herramientas tecnológicas y los contagios por covid-19.
En Michoacán no han parado...
Ziparapio es una pequeña comunidad del municipio de Madero, ubicada en la Tierra Caliente de Michoacán, donde los niños no han parado clases tras cumplirse un año de que inició la pandemia por covid-19.
Sus maestros y sus padres de familia se han encargado de cumplir con los protocolos sanitarios, lo cual ha permitido que los planes de estudios no se trunquen.
Ziparapio se ubica entre los diez municipios más pobres del estado; ahí, el 9.29 son analfabetas y el grado de escolaridad promedio es de 5.16, según la estadística oficial.
Pese a este escenario adverso y a la pandemia, los maestros y supervisores del CONAFE han logrado que los alumnos más pobres no pierdan el ciclo escolar.
El supervisor Sergio Gallegos Alcauter relató que los maestros continúan otorgando clases presenciales dos veces a la semana a los niños, quienes tienen tareas para el resto de la semana.
Gallegos reconoció que hay muchas limitantes para impartir educación, como la falta de computadoras, televisión e internet en la mayoría de las comunidades.
Las madres y padres de familia también son parte importante en los eslabones del conocimiento, pues apoyan en la supervisión de las tareas y de las guías educativas.
Acompañada por su menor hijo, Daniela Santoyo Barriga admitió que el aprendizaje se ha visto afectado durante el último año por la presencia de los contagios por coronavirus.
Ante ello, recalcó que el sistema presencial en la educación es insustituible en las comunidades más marginadas; consideró que los niños aprenden menos porque no están supervisados diariamente por los maestros.
En Tamaulipas, según sus autoridades, a pesar de la pandemia, la matrícula que atiende Conafe no disminuyó, al contrario aumentó, al pasar de 3 mil 900 estudiantes en 2020 a 4 mil 152, en 2021.
Felipe Eduardo San Martín González, coordinador territorial de los Servicios Educativos del Conafe en el estado, explicó que los líderes educativos comunitarios visitan dos veces por semana las casas de sus estudiantes para dejar nuevas tareas y revisar los temas anteriores.
¿Los niños tienen un menor riesgo de contraer coviEsto dice la OMS:
Hasta el momento, los datos apuntan a que los niños menores de 18 años de edad representan cerca del 8.5% de los casos notificados y registran un número relativamente bajo de muertes en comparación con otros grupos de edad, y suelen presentar una enfermedad leve.No obstante, se han dado casos de pacientes críticos. Al igual que sucede con los adultos, en los niños las afecciones de salud preexistentes podrían ser un factor de riesgo de enfermedad grave y admisión en cuidados intensivos.
Se están realizando más estudios para evaluar el riesgo de infección en los niños y comprender mejor la transmisión en este grupo de edad.
Las escuelas no pueden seguir cerradas: Unicef
Mientras que en el mundo las escuelas han permanecido un promedio de 95 días cerradas como consecuencia de la pandemia de covid-19, en México han sido 180, lo que provocará que nuestro país arrastre uno de los mayores rezagos en materia educativa en América Latina y el Caribe, alertó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Christian Skoog, representante de UNICEF México, explicó que la evidencia en otras partes del mundo donde ya han reabierto las escuelas, incluida la región latinoamericana, demuestra que las escuelas no representan un factor de impulso a la pandemia.
Sin embargo, recalcó que la reapertura debe hacerse de manera segura con protocolos claros y actualizados, mapeos de las necesidades y deficiencias de cada comunidad y soluciones a estas problemáticas.
“Hemos tenido meses para preparar este regreso a clases. Tenemos supermercados operando, restaurantes, bares, cines, centros comerciales, la gente va a la playa, entonces ¿por qué en un contexto donde las escuelas representan menos riesgos de contagio siguen cerradas?
“Qué pasa si no actuamos, si dejamos a los niños en casa, entonces vamos a ver más pérdida de aprendizaje, pérdida de relación social, en esta pandemia hay que ponderar los riesgos, por supuesto hay riesgos, pero también hay el riesgo de no hacer nada”, señaló.
Paola Gómez, oficial de educación UNICEF México, urgió a poner atención en las afectaciones que están teniendo los estudiantes al permanecer en casa, mientras las autoridades no montan un plan efectivo de regreso a clases seguro.
“Estamos viendo afectaciones de violencia, embarazo temprano, salud mental, depresión de niños y niñas, escenarios de explotación, de trata, que son los más severos, es lo que preocupa porque no siempre es la casa el lugar donde deben estar, por lo que las escuelas son los espacios donde los niños deben estar más seguros.
“Además, aumentan las brechas para población indígena, para las mujeres, la UNESCO ya nos indicó que once millones de niñas puede que no regresen después de la crisis de covid y hasta la fecha no sabemos cuántos niños en México van a estar fuera de la escuela después de la pandemia”, advirtió.
La especialista ha trabajado en colaboración con la SEP en estos meses de pandemia y reconoció que la secretaría no cuenta con la información completa para hacer un mapeo integral de las necesidades de los planteles y las comunidades educativas, en parte por las mismas dificultades que provocó la emergencia sanitaria.
Gómez añadió que la autoridad educativa deberá diseñar un plan de recuperación de aprendizajes con perspectiva anual, ya que en unos meses no se podrá recuperar el rezago educativo que ha dejado la pandemia aunado a las deficiencias que ya arrastraban los estudiantes.
“Ya antes de la prueba planea 2018, de sexto y tercero de primaria, el 80 por ciento de los estudiantes no logran en los aprendizajes esperados en matemáticas, lectura y escritura, lo que significa que no sólo hay que resarcir el año que ya han pasado fuera de la escuela, sino que también hay que resarcir las brechas del pasado”, dijo.