Microempresarios del estado de Puebla apuestan por el mezcal bajo un modelo de producción sustentable y con cadena de valor, en el que involucran a comunidades y pequeños productores para empoderarlos, a fin de crear un producto único e irrepetible.
Esta es la visión de B&A Latinoamérica, que a pesar de contar con amplia experiencia en el sector de la consultoría turística y de desarrollo, ahora comenzó a enfocar sus esfuerzos en la comercialización del mezcal, una bebida alcohólica tradicional digna de ofrenda a los dioses.
Este proyecto está encabezado por Beatriz Herrera, Aida Carrillo y Fernando Salazar, un grupo de amigos que hizo del trabajo diario una oportunidad para aprender del agave y del mezcal, un gusto que los tres comparten.
“Nos fuimos a Oaxaca a hacer scouting, queríamos trabajar con las comunidades y con los maestros mezcaleros para que hagan su producción de manera tradicional, en algunos casos ancestral”, comentó Fernando para MILENIO Puebla, quien se dice contento por el reconocimiento que han tenido en el ramo en tan poco tiempo.
En sus palabras, apostaron por comercializar mezcal porque es un producto en auge y exitoso no solo a nivel nacional, sino también mundial.
“Somos visionarios, el mezcal está muy mal valorado a nivel nacional, pero vimos que ha tenido una evolución y está avanzando rápido en la parte del consumidor”, afirman.
En el caso de Puebla, trabajan con maestros mezcaleros de Tecali de Herrera, San Diego La Mesa Tochimiltzingo y Zapotitlán Salinas, por mencionar algunos municipios. Por ahora ellos no tienen los recursos suficientes para encargarse de la producción, pero ya cuentan con plantíos en la Mixteca para que en unos años vean reflejados sus esfuerzos.
Para Beatriz Herrera, el mezcal se está revalorizando en los centros urbanos, pues en las comunidades hay todo un concepto muy bien definido del rol que ocupa entre sus tradiciones e integrantes.
“El mezcal tiene un auge impresionante pero en lo urbano, porque en los pueblos ya lo tenía, nos impresionó el trabajo que tiene tanto en producción y en cosecha; el transformar una bebida alcohólica que tiene que ver con una bebida diferente”.
Su empresa tiene en el mercado dos productos principales: Tauma y Curespantos; tal ha sido el impacto en el mercado, que este último fue galardonado con la medalla Gran Oro del IX Concurso Nacional de Marcas de Destilados 2020 de la Academia del Mezcal y del Maguey, AC.
Ambas marcas hacen del papalomitl su protagonista, pues es una especie “netamente” silvestre en los cultivos poblanos, lo que hace que cada botella sea “una bebida muy pura”.
En palabras de Aida Carrillo, ellos están 100 por ciento comprometidos con la naturaleza y la procuración del agave, ya que no sobreexplotan su materia prima; cada botella tiene su adecuado proceso de elaboración.
“Nosotros no extraemos del monte siempre y cuando no se regenere esa planta, si no se regenera nosotros no te vendemos una botella de mezcal porque existe el riesgo de provocar un desequilibrio ecológico que afecte a todos”.
Y es que contrario a las grandes empresas del ramo, tanto Beatriz, como Fernando y Aida saben que el valor agregado de su marca está en la manera en que cada botella se preparó, bajo un proceso meticuloso.
Si bien el mezcal es elaborado por maestros mezcaleros, las botellas que lo contienen son diseñadas y pintadas a mano por artesanas de Oaxaca o por artistas urbanos de Puebla.
El diseño de cada contenedor es único e irrepetible, pues en él proyectan sus emociones y sentimientos, lo que las hace coleccionables. Además, permite que grupos pequeños generen ingresos propios, ya que la gran mayoría pertenece a un sector acostumbrado a migrar a las ciudades o buscar el sueño americano.
“Cada botella cuenta con un corazón tallado de madera hecho por la familia que participa en nuestra cadena de valor. Es un producto único”.
Los empresarios reconocen que no tienen el capital humano y económico para igualar la producción de las grandes compañías, pero emplean estrategias de segmentación de mercado que les permite ganarse, de uno en uno y poco a poco, el corazón de sus clientes, “el corazón mezcalero”, como ellos le llaman.
mpl