En México, de 2015 a 2021 se registraron alrededor de 1.3 millones de muertes a causa de enfermedades crónicas y no transmisibles; 40 por ciento fueron por diabetes y el 38 por ciento por cánceres y neoplasias, de acuerdo con la investigación Impactos económicos y de salud de las enfermedades no transmisibles en mujeres de México, que el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en colaboración con el George Institute for Global Health, de Australia.
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Se trata de una mortalidad que “ha generado una pérdida de productividad estimada en 135 mil millones de dólares”, de acuerdo con el reporte presentado en la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF).
Los investigadores del INSP, Emanuel Orozco Núñez, Carlos M. Guerrero-López y Edson Serván-Mori, en el artículo detectaron que el acceso a los servicios de salud está determinado por la participación en el mercado laboral formal.
En 2021, 53 por ciento de los casi 52 millones de personas adscritas a médico familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fueron mujeres, mientras que 47 por ciento fueron hombres. Entre los 27.2 millones de personas aseguradas (las que adquieren el seguro de enfermedades y maternidad por su condición laboral), 42.7 por ciento eran mujeres y 57.3 por ciento, hombres.
“Esto refleja la forma en que el género determina la participación en el mercado formal de trabajo”, detallan los expertos.
Uno de los temas relacionados con lo anterior, que amerita mayor reflexión, es que las actividades de cuidados de personas en los hogares recaen principalmente sobre las mujeres.
Del tiempo semanal dedicado a proveer cuidados especiales a los miembros del hogar que los requieren, el 75 por ciento recae sobre las mujeres. La valuación económica de estas actividades de cuidado podría ascender a un costo de oportunidad anual de casi mil 100 millones de dólares para las mujeres, mientras que en el caso de los hombres es de 400 millones, apenas poco más de la tercera parte.
Mayor riesgo económico para las mujeres
De igual forma, las condiciones de desventaja social que enfrentan las mujeres las exponen a un mayor riesgo económico por motivos de salud. Una población de particular interés son los hogares encabezados por mujeres, que representan la cuarta parte de los hogares mexicanos, en los cuales se traslapan capas de vulnerabilidad social, sistémica y demográfica.
Datos analizados para el período 2000-2020 muestran que los hogares encabezados por mujeres se caracterizan por una menor escolaridad y participación en el mercado laboral, porque en su mayoría son divorciadas, separadas o viudas, con familias unipersonales o extendidas, mayor presencia de adultos mayores, y menor capacidad de pago de sus necesidades básicas.
Estos hogares no sólo tienen mayor probabilidad de gastar en salud que aquellos encabezados por hombres, sino que se exponen también a un mayor riesgo económico por incurrir en gastos catastróficos o empobrecedores en salud (5.5 por ciento contra 4.6 por ciento), riesgo que se agrava con la presencia de una persona adulta mayor (6.9 por ciento contra 5.8 por ciento), y cuando se ubican en alguna entidad federativa menos desarrollada.
Los investigadores señalaron que alcanzar una mayor equidad de género en materia de protección social implica adaptar las acciones de política en salud a las realidades y roles particulares que tienen en la sociedad tanto mujeres como hombres; acciones que contribuyan a eliminar las desigualdades de género en la salud. También se requiere de una perspectiva multisectorial y la participación de los sectores público y privado.
“En este contexto dominado por una creciente carga de las ENT y la persistencia de profundas desigualdades, es apremiante iniciar una discusión pública y ciudadana sobre las maneras de establecer y financiar un sistema universal de salud, además de un sistema nacional de cuidados que coadyuve a reducir las disparidades causadas por el género, para consolidar una sociedad más equitativa y solidaria”, puntualizó el grupo de investigadores.
SCZ