Ojos cristalizados, rostros tristes y molestos, era el reflejo de las decenas de mujeres que asistieron a la manifestación en Plaza de Armas en el Centro de Guadalajara, para exigir al gobierno del estado seguridad para ayudar a frenar los feminicidios, así como a las autoridades federales el reconocimiento de feminicidio de su compañera Ingrid Escamilla, quien fue asesinada por su novio, en Ciudad de México, el pasado miércoles 12 de febrero, y que no fue catalogado como tal.
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Durante la reunión, compartieron públicamente testimonios de violencia sexual, física y psicológica que han vivido dentro del núcleo familiar, amigos y sociedad, desde muy temprana a edad.
Entre los testimonios resaltó el de Evelyn, una menor de ocho años que compartió haber sido tocada a sus cuatro años por su abuelo, y también de sufrir acoso sexual en su escuela primaria en Tlajomulco de Zúñiga, por uno de sus compañeros que le pidió ser su novia y por rechazarlo, el menor la violenta físicamente.
La madre de la infante comentó que las autoridades escolares tuvieron conocimiento del caso y no actuaron para salvaguardar la vida de su hija.
Alejandra, Grecia, Lucía, Azucena y Cristina son los nombres de algunas de la jóvenes de entre 15 y 20 años de edad, que alzaron su voz quebrantada por el llanto, al contar cómo fueron violadas y acosadas en su infancia, primordialmente por tíos, primos, parejas de sus mamás e, incluso, amigos de sus amigas.
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Grecia externó que sus 11 años de edad un hermano de su amiga, le tocó sus piernas y sus nalgas mientras ella dormía. Ella fingió por cinco horas estar dormida, mientras ponía su cuerpo duro para que no se la llevara a otro lado. Al día siguiente de lo ocurrido se cuestionó si podía quedar embarazada por ese incidente, ya que se preocupó al ver que no le bajaba, además de no entender lo que pasó en su cuerpo hormonalmente.
Una chica más, que decidió guardar anonimato, mencionó haber sufrido violencia psicológica por parte de la academia de modelaje Capital Model, en Guadalajara, al decirle sus directivos que estaba gorda y que le faltaban dos centímetros para tener la estatura adecuada. Sin embargo, le seguían cobrando la mensualidad. Por dos años hizo ejercicios para estirarse; no dormía por la preocupación. También se obsesionó por bajar de peso, mismo que la llevó a buscar por internet costos y lugares para realizarse una cirugía de caderas, pues de los comentarios en la academia era que tenía muchas.
La familia es una de las fuentes e instituciones que más encubre a los violadores, así lo comentó Cristina, mientras sus ojos se cristalizaron y su voz se quebraba al recordar el miedo y la sensación que tuvo al ser tocada sin que ella quisiera.
Lucía, una chica perteneciente a una comunidad indígena, dijo que uno de sus amigos la invitó a su casa con engaños, pues al entrar se dio cuenta que estaban solos y la comenzó a manosear, además compartió fotos de ella desnuda a sus compañeros de la preparatoria.
Y así más mujeres que son testimonios vivos de la violencia arraigada en las calles, el transporte público, escuelas y dentro del núcleo familiar, continuaron compartiendo a lágrima viva esos hechos que marcaron su vida. Como actos de solidaridad y apoyo se abrazaron entre ellas, mientras gritaban ¡No estás sola! ¡No es tu culpa!
Falta voluntad política
La académica e integrante del colectivo Bisabuela y Abuelas Viejas y Sabias, Belinda Aceves Becerra, comentó que falta más voluntad política en el estado, al ser evidente la ausencia de valor y prioridad que muestran los funcionarios ante las agresiones a las mujeres y en las menores, como en el caso de la niña Evelyn.
MC