La jericalla es uno de los postres más ricos, dulces y uno de los favoritos de los tapatíos ya que su consistencia, aroma y color hacen de cada bocado una experiencia de sabor, su origen es incierto, pero una de las versiones oficiales señalan se creó en el Hospicio Cabañas en Guadalajara.
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Fue en el siglo XIX cuando se cuenta, las monjas preparaban un postre para los niños huérfanos albergados en el Hospicio Cabañas en el antiguo barrio San Juan de Dios, este postre consistía en una base de leche y mezcla de huevos, vainilla, azúcar y una pizca de canela.
La monja encargada de esta preparación puso a hornear la mezcla y salió a atender a los niños del Hospicio por lo que se olvidó del postre en el horno y al momento de sacarlo notó que se quemó de la parte superior, justo eso se convirtió en la característica principal y favorita de este dulce platillo ya que le otorgó un color y sabor especial y muy agradable.
Esta monja era originaria de Jérica, un pueblo de la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana), en la comarca del Alto Palancia en España y de ahí nació en nombre de jericalla.
La jericalla evoca el sabor del flan, pero con una consistencia más ligera y suave en la boca, el sabor del dorado que la cubre (a leche quemada) inmediatamente se ganó el paladar de tapatíos y visitantes.
La receta y su popularidad se fueron extendiendo poco a poco por las colonias de Guadalajara y otros estados, hasta convertirse en un postre insignia tradicional de ese lugar.
Actualmente la jericalla goza de reconocimiento internacional, su delicioso sabor y su fácil elaboración, le han convertido en uno de los favoritos.
MC