La lucha libre es uno de los deportes más representativos de la cultura mexicana, pues está llena de simbolismos que la hacen única en comparación a otros lugares del mundo donde también tiene gran afición, como Estados Unidos y Japón, principalmente.
La lucha libre mexicana es única y no permite tregua entre bandos. Se es rudo o técnico, se apuesta la máscara o la cabellera, se aplican llaves o se vuela por los aires, pero una vez fanático ya no hay vuelta atrás y se le acompaña para toda la vida.
Es el caso de Joaquín Cid Vázquez, un coleccionista de 52 años que ha dedicado su vida entera a encontrar y resguardar tesoros únicos del pancracio mexicano, tan especiales que podrían convertirse en piezas exclusivas del mejor de los museos.
En entrevista para MILENIO Puebla, contó que su afición por la lucha libre empezó cuando era niño, ya que a él y su familia les regalaban algunos juguetes rotos de la época, entre los que destacaban los luchadores de plástico, esos que siguen vigentes hasta nuestros días entre las jugueterías mexicanas y que se reparten en fiestas, piñatas y ferias.
“Actualmente tengo bustos de mi colección firmados, son cerca de 200, juguetes tengo entre 400 a 500, máscaras ni se diga, álbumes que es mi pasión tenga cerca de 94”, mencionó al destacar que entre sus piezas se encuentra el primer álbum de lucha libre en México, el cual encontró por casualidad en un viaje que hizo a Honduras.
Ubicado en el Barrio de Los Sapos, en Puebla capital, donde ofrece algunos productos de lucha libre para venta o para muestra, Joaquín comparte su amor por este deporte junto a su familia, quienes lo han ayudado a lograr su colección, entre las que hay juegos de mesa, platos de talavera adornados, figuras de acción autografiadas, posters, fotografías, entre muchos otros objetos originales y hasta donados por los luchadores en agradecimiento a su fanatismo.
“La lucha libre ya es parte de la cultura de México, hay muchos libros muy interesantes que enseñan parte de su historia”, comentó Joaquín, quien invitó a los padres de familia para que permitan que sus hijos se vuelvan aficionados porque éste es un deporte en peligro de extinción, el cual es sano, familiar y ha logrado alejar a los jóvenes de muchos daños a su salud.
CHM