Juan Pablo estaba estudiando cuando una infección le interrumpió la vida, comenzó a sentir malestares hasta que sus papás lo atendieron y se dieron cuenta que necesitaba un trasplante de riñón.
El joven de 15 años, originario de Apaseo el Grande, ahora sólo se la pasa en el cuarto con su celular, pues el deporte que realizaba antes de que su vida cambiara tampoco lo puede practicar por la enfermedad.
Sin embargo, sus padres dijeron que le sigue echando ganas, pues aunque lo han visto triste nunca se ha decaído por completo.
“Cuando empezó si de decayó un poco y pos ahí con las terapias de la psicóloga Celina un poco pa’ rriba y se miraba alegre, luego se miraba medio triste, pero triste, triste así que dijera no”, dijo su papá, Prisciliano González de Santiago.
A Juan Pablo le trasplantaron un riñón el 31 de diciembre del 2020, pues la enfermedad ya lo comenzaba a atacar con más fuerza y fue uno de los pocos pacientes a los que se les realizó ese proceso.
Y aunque su vida le cambió por completo, él y su familia están agradecidos con Dios porque los médicos le salvaron su vida.
Su papá es de oficio jardinero y su mamá ama de casa, pero ambos lo han sacado adelante y lo llevan al hospital para los chequeos médicos, aunque extrañan verlo como antes.
“Sí empezó a hacer uno como le dije hace ratito, el de béisbol, pero cuando empezó eso, ya después no lo hizo porque eran sus infecciones que le llegaba d agua de diálisis y no a pasábamos más allá que aquí en el hospital y ya no hizo ningún ejercicio de hecho se le quedaron una manilla, un guantecillo que le regaló un tío de por allá del norte”, Prisciliano González de Santiago.
Sin embargo, su mamá lo sigue apoyando con la escuela, pues tiene que terminar la secundaria para dar paso al siguiente nivel educativo que es la prepa.
”Ya ha cambiado mucho, ahorita como quiera de la escuela está conectado en el celular pero no al 100 porque estamos dale y dale y dale que se conecte porque pues es su responsabilidad estar estudiando”, María de la Luz Sánchez.