La felicidad que genera el ajedrez entre los alumnos que se emocionan al aprender una nueva jugada y la tranquilidad de los hijos que se desarrollaron en áreas que les apasionan, es el mejor regalo en el día de las madres.
Minerva Juárez Núñez, instructora certificada del deporte ciencia, jueza, campeona nacional e internacional y madre de familia, rompió con paradigmas y demostró que este deporte no es exclusivo para hombres ni para intelectuales.
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“Soy una mujer, una madre que se siente muy contenta con la vida, muy feliz. Al mismo tiempo, me gusta mucho mi trabajo. El hecho de poder promover, difundir y enseñar el ajedrez, me llena de una gran satisfacción y orgullo porque es un deporte que, además, ayuda al desarrollo cognitivo e intelectual de las personas. La persona que juega ajedrez se divierte. Todo esto hace que nuestro cerebro trabaje mucho mejor. Jugar ajedrez genera endorfinas en nuestro cerebro, es decir, genera felicidad”, apuntó.
Su primer acercamiento
La jueza internacional e instructora en Casa Olinka en Puebla, se acercó al ajedrez desde la infancia y cada partida la impulsó a seguir aprendiendo; además, fue cautivada por los movimientos de dos piezas, la dama y el peón, los cuales, presentan múltiples facetas como las de una persona.
“Me cautivó el movimiento de la dama porque es la pieza que más genera, amenazas al adversario, pero, también, el peón. ¿Por qué? Porque tiene que llevar a cabo un proceso muy largo y arduo en el trayecto de la partida para poderse transformar en una dama, un alfil, un caballo o una torre. Entonces, lo asimilé mucho con la vida que tenemos para lograr nuestros objetivos”, destacó.
Recordó que la primera vez que estuvo cerca de un tablero de ajedrez fue en su natal Tlaxiaco, Oaxaca, donde su hermano mayor, Huberto Juárez Núñez, le comenzó a enseñar los primeros movimientos.
Rompe estereotipos
A la edad de 10 años, Minerva Juárez Núñez, se trasladó a Puebla junto con su familia. En la Casa de la Cultura, comenzó a participar en partidas de ajedrez y rompió esquemas porque solo había hombres jugando.
“Con el paso del tiempo, por aras del destino, mi familia se vino a vivir a Puebla. A los 10 años, asistí a la Casa de la Cultura a los talleres culturales y, en ese entonces, me incliné por el dibujo y la pintura; pero, de repente, me llegó el ajedrez. Allí jugaban los hombres, pero yo dije: quiero jugar. Era la única mujer entre más de 20 hombres. Realmente, me sentía un privilegiada porque me habían abierto las puertas los jóvenes universitarios y los doctores”, recordó.
Minerva Juárez Núñez perfeccionó su técnica y sus jugadas al formar parte de la escuela de ajedrez llamada “Jaque Mate”, donde recibió clases de uno de los mejores instructores del país, Guillermo Godínez.
“Tomé clases con el maestro Godínez. Él empieza y me dijo que tenía que estudiar. Mi estilo de juego es abierto. Cuando tenía 12 años fui campeona estatal; y me fui a un campeonato nacional. Fui la mejor clasificada y gané trofeos tanto en ajedrez clásico como en ajedrez rápido” dijo.
Minerva Juárez, madre de Citlali Durán, una de las mejores ajedrecistas de México, y de Emilio Durán, quien trabaja en el desarrollo de la ciencia, dijo que su mejor regalo es que sus alumnos sean felices al descubrir los secretos del deporte ciencia.
AAC