Los migrantes veracruzanos en Reynosa han sido históricamente marginados, afirma la investigadora del Colegio de la Frontera Norte Cirila Quintero.
La socióloga señala que fue a partir de los noventa y principios del siglo XXI, cuando la ciudad experimentó un crecimiento vertiginoso de la industria maquiladora. Entre 2001 y 2003 se crearon cerca de 30 mil empleos, lo que atrajo una fuerte migración veracruzana.
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“Fue tanta la migración que coloquialmente se le empezó a llamar Reynosa Veracruz. Los empresarios de otros lugares veían con admiración este crecimiento, yo lo veía con preocupación dada la fuerte brecha que se iba presentando entre el crecimiento económico, no desarrollo, y el deterioro social”.
En un análisis titulado “Reynosa y el olvido social”, la especialista aborda el problema de inseguridad que vive esa frontera y habla también de la migración que se observa.
“Los gobiernos municipales de Reynosa, más preocupados por el avance industrial no buscaron la integración de los migrantes, por el contrario, los segregaron, construyeron sus espacios habitacionales en las afueras de la ciudad”.
Algunas de esas unidades, añade, recibieron sus nombres en alusión a la calidad migrante de esta población, como las Jarachinas, asociadas con el gentilicio de jarochos.
“Existe también toda una campaña de discriminación en contra de los veracruzanos por la población local y acentuada en redes sociales, casi siempre referida a la pobreza de sus lugares de origen y a sus costumbres”.
El análisis publicado por el Colef expone que las unidades habitacionales de estos trabajadores tienen servicios urbanos deficientes o carecen de ellos, como la pavimentación.
“La segregación espacial no solo se ve en la ubicación habitacional sino a lo largo de la ciudad. Existen complejos comerciales-turísticos impecables para una clase media acomodada; los de la clases alta tenían hasta antes de la pandemia como lugar de recreación principal a McAllen. En contraste, para los sectores populares existen los tianguis y pulgas”.
Cirila Quintero menciona que el rezago y desintegración social así como una falta de identificación social entre sus habitantes con la ciudad, generada también porque la población se siente insegura, no conoce a sus vecinos ni se siente responsable del cuidado de la ciudad y de los espacios públicos, se acentúa con las oleadas de violencia que vive Reynosa desde 2010.
CGCH