Un indocumentado centroamericano con su pequeño hijo en la espalda pide dinero en las calles de Tampico, lo hace a través de una cartón donde plasma su mensaje “Soy inmigrante de Honduras, les pido ayuda para un taco en el camino... Gracias”
Se llama Moisés, viste sandalias negras, mezclilla despintada y una playera en las mismas condiciones. Su pequeño hijo cuelga de su espalda, se aferra del cuello de su padre en búsqueda de algo de comer, a veces se encuentra en el crucero de Ejército Mexicano y avenida Cuauhtémoc.
Cuenta a MILENIO que viene desde Tegucigalpa, Honduras, y llegó a la zona sur del Estado de paso en su camino a los Estados Unidos.
Las cosas se complicaron en la travesía y necesitan dinero para comer, no solo él y su hijo, sino su otro hijo y esposa, que los observan del otro lado de la calle.
Con la cara seria, aparentemente curtida y dura por las carencias, aseguró que se atrevió a hacer el viaje porque quiere darle una mejor calidad de vida a su familia, a sus pequeños hijos que tal vez no saben bien lo que ocurre, pero se vuelven protagonistas de esta odisea.
El viaje ha comenzado a cobrar factura, los pies del centroamericano le duelen, la espalda le hace sentir que se le parte el cuerpo en dos, lo cual se debe a que carga a su hijo por grandes periodos; sin embargo, aseguró que eso no es motivo para claudicar en su objetivo de cumplir la meta.
Mucha gente que pasa en unidades particulares, en carros de ruta o peatones, se detienen y le dan un poco de dinero; para otro de plano la escena es indiferente.
Moisés contó que en el camino se ha encontrado de toda clase de adversidades, pero dice que aún hay gente buena en México, así en gran parte por dichos impulsos han podido llegar hasta Tamaulipas.
Este tipo de escenas en Tampico, Madero y Altamira se han vuelto comunes, aunque varían un poco, ya que algunos piden en la calle y otros más le piden permiso a los choferes de los autobuses para subirse y obtener un poco de dinero, incluso agua y alimento en especie.
ELGH