CRÓNICA
Sin risas en las calles, sin juegos, sin balones o pelotas rebotando en las paredes o rodando por las banquetas, sin el clásico grito de “¡bolita por favor!”; sin jugar a las escondidas o a policías y ladrones; sin diversión, sin niños, así se vive el 30 de abril durante la contingencia sanitaria por el covid-19, circulando calles vacías mientras la respiración sale del cubre bocas para empañar los anteojos.
Los parques y jardines que rodean la Bella Airosa mantienen una guardia solitaria durante la contingencia sanitaria, sus puertas una vez abiertas a todo el público ahora permanecen cerradas mientras los juegos infantiles en su interior se desgastan día a día en la intemperie y bajo la cruel mano del clima. Los niños y niñas que una vez recorrieron sus espacios o que observaban desde el exterior sus instalaciones ansiosos de entrar en ellos, este 30 de abril están ausentes.
- Te recomendamos Juega con dinosaurios este Día del Niño Espectáculos
Aunque la vida no para ante esta emergencia sanitaria en las calles de Pachuca no se observan familias enteras caminando por las aceras, personas solitarias en las calles caminan presurosos con bolsas en mano y cubre bocas en sus rostros, hacen largas filas por las medidas de sana distancia afuera de comercios y bancos para continuar con sus actividades e incluso hay algunos que parecen estar al borde del colapso por que no encuentran una tienda de vinos y licores abierta, “dónde encuentro vinos y licores, ¿sabe señorita?; o sabe ¿hasta cuándo estará cerrada esta tienda?”, pregunta un hombre con mucha sed.
Sin embargo existen personas que recuerdan que esta fecha se conmemora el Día del Niño y la Niña, algunos que recuerdan que los menores no han desaparecido sino que únicamente están ausentes: los padres de familia. Ellos recorren las dulcerías, las panaderías, pastelerías y algunas tiendas de juguetes que permanecen abiertas para buscar un obsequio para sus hijos e hijas que tienen que permanecer en casa, tarea complicada y que muchas veces refleja el distanciamiento que se tiene hasta con la familia misma.
Las tiendas de autoservicio de grandes cadenas no han frenado su actividad por el covid-19, pues son un servicio de primera necesidad, todos los que entran en ellas buscan los artículos de primera necesidad, artículos e insumos de baño; comida enlatada, carnes y vegetales; lácteos y sus variedades que incluyen helados; y no se puede olvidar al pan y las tortillas que son la pareja perfecta de todo, por lo que son áreas que suelen tener mucha afluencia día a día. Este 30 de abril no es el caso, pues la dulcería y la juguetería se encuentran abarrotadas.
A la distancia pareciera que están ofertando cervezas o algún tipo de producto necesario para la vida diaria, pues no común ver una aglomeración de personas en un solo pasillo y menos en la era del covid-19, sin embargo ahí están, decenas de padres y madres de familia revisando los anaqueles de este autoservicio, revisando minuciosamente cada uno de los artículos, no verifican que el empaque esté cerrado o que no cuente con defectos, tratan de recordar si el algo que le gustaría a su pequeño o pequeña, “no se si este es el que le gusta”, dice una mujer a su esposo, “no me puedo acordar y como siempre viene él a escoger su juguete no sé que llevar”, reitera mientras el esposo no deja de mirar a otro lado, “ya lleva el que sea”, responde.
Los casos se repiten conforme se recorren los pasillos de la pequeña área de juguetería, pues con los dulces no hay falla por eso ese departamento está más accesible a todos. La ausencia de los niños y niñas es notable, no hay risas, no hay juegos, no hay diversión y no hay alegría; la pandemia del covid-19 obliga a los menores a permanecer en casa, algunos recibirán un dulce, otros un juguete, pero todos esperan el regalo de poder regresar a vivir su infancia.