Personas con adicciones exponen pesadillas que viven en los anexos de Puebla

En Puebla, solo dos instituciones están certificadas por la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic).

Anexados viven abusos y maltratos | Agencia Es Imagen
Daniel Hernández y Gerardo Martínez
Puebla /

Miguel Pérez es un hombre que tiene 81 años, deambula por las calles del barrio de Santa Anita. Trató de ser sacerdote, pero el alcoholismo lo llevó a dejar sus estudios, perdió a su familia y desde los 12 años ha estado internado en más de 30 ocasiones, pero no ha logrado superar esa enfermedad.

“Estuve en el Sagrado Corazón de Jesús que estaba por el Paseo Bravo, estuve en Manantiales, luego en La Colorada, ahí me maltrataron y me navajearon. Honestamente, vuelve uno a lo mismo, a tomar”, contó a multimedios.

Por desconocimiento en Puebla capital, las familias de personas adictas a alcohol o drogas acuden a lugares operados por particulares, que basados en el programa de Los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos crean supuestos planes de recuperación en los que someten a maltratos psicológicos, violencia y abusos en contra de personas que son internadas en estos centros denominados anexos o granjas.

Miguel señala que luego de vivir los abusos en estos lugares salía con mucho resentimiento y después de tres o cuatro meses volvía a recaer en la enfermedad.

La Fiscalía General del Estado (FGE) ha recibido denuncias por abusos en estos anexos, entre estas se encuentra una presentada a inicios de 2024 por abusos cometidos en contra de una mujer en anexo denominado Vive y Deja Vivir, ubicado en la Diagonal Defensores y la 18 Poniente y está quedó archivada.

Es preciso mencionar que las clínicas para la rehabilitación de adicciones deben tener una certificación o estar avaladas por la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) y, en el estado de Puebla, solo existen dos instituciones que son reconocidas por este organismo.

Asimismo, la Central Mexicana de Servicios de Alcohólicos Anónimos en su página oficial y redes sociales señala que no cuenta con anexos, granjas, o clínicas de internamiento para tratar las adicciones.

Laura (como denominaremos por cuestiones de seguridad) tuvo a un familiar en este centro en el que hay hombres y mujeres, que a decir de la denunciante son sometidos a tortura y hasta abuso sexual.

“Pido ayuda a la autoridad para que puedan hacer algo, pues no es un lugar que tenga en regla psicólogos, comida, donde se duerma, la recuperación de mi familiar ha quedado dañada y su autoestima” señaló.

Agregó que, como en otros lugares, el propietario no tenía ningún tipo de certificación que acreditara los tratamientos que ofrecía, tampoco cumplía con las condiciones mínimas de higiene para la preparación de alimentos y los internos se encontraban en condiciones de hacinamiento.

El periodo de tiempo que permanecen en los anexos lo determina arbitrariamente el padrino, que no es otra cosa que el propietario y su único mérito es ya no consumir alcohol y que con frecuencia fueron sometidos tratamientos similares.

No se trata de una labor altruista, pues todos los familiares tienen que pagar una cuota mensual, llevar una despensa y de artículos de higiene de los que no se tiene certeza que sean utilizados por el adicto en recuperación.

Aunque las autoridades cuentan con algunas áreas para la atención de adicciones, los espacios y el personal es escaso, por lo que cada vez son más comunes la instalación de estos centros; sin embargo, la Dirección de Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Puebla (Dpris) de la Secretaría de Salud solo tiene registrados 145.

CHM

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