Por cada suicidio que se registra en estados como Puebla, 10 personas más lo intentan, ante lo cual, el primer eje de acción se encuentra en la detección oportuna y es fundamental la atención de las personas en situaciones de vulnerabilidad.
En el punto anterior coincidieron Alejandro Vázquez García, integrante del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental (Consame), y Quetzalcóatl Hernández Cervantes, coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica de la Universidad Iberoamericana Puebla, para quienes es fundamental la capacitación adecuada al personal de salud de primer nivel, es decir, de los médicos generales, quienes tienen el contacto inmediato con la población en casos de urgencia.
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Vázquez García destacó que los intentos de suicidio se multiplican en los tiempos actuales, en particular, en adolescentes y jóvenes que están enfrentando diferentes complicaciones en el entorno actual.
Resaltó que, una de cada cuatro persona que intentó suicidarse, en un periodo menor a un año, volverá a buscar generarse lesiones autoinfligidas, es decir, volverá a presentar un comportamiento suicida.
“Siendo uno de los principales factores de riesgos, hay una reincidencia en el comportamiento suicida y varios de ellos, quizá hasta un 25 por ciento lo vuelve a intentar en un periodo de un año. Y, dado el estigma que finalmente, esta plática lo que busca es ir sensibilizando para que se reduzca el estigma, pues, en México, uno de los estigmas es el tratamiento, de buscar ayuda”, apuntó.
El investigador en psicología resaltó que, en media centuria, los casos de suicidio tienen a aumentar y el impacto de una persona que decide quitarse la vida llega desde 11 hasta más de 80 personas cercanas.
“Podemos ver que el aumento del suicidio de 1970 a la fecha se ha agudizado de manera muy importante, aunque la tasa es de 1.13, el impacto va de 11 y hasta 80 personas cercanas, que están en el entorno. Eso quiere decir que, quizá no eran los mejores amigos, ni los primos ni los padres, pero son personas que a su vez han estado pensando que la vida se complica y que sería mejor morir”, lamentó.
Por su parte, Quetzalcóatl Hernández Cervantes, coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica de la Universidad Iberoamericana Puebla, resaltó la importancia de prevenir el suicidio y de atender las señales de alerta.
“Más de 90 por ciento de las personas que se suicidaron presentaban señales de alerta como despedidas, hablar sobre un plan, regalar las posesiones, entre otras. Sin embargo, estas manifestaciones suelen recibir respuestas censoras en forma de frases como quien quiere matarse no lo dice”, expresó.
Por último, el investigador de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita destacó que la mejor opción para frenar un intento de suicidio es la psicoterapia y la medicación; sin embargo, ambas posibilidades enfrentan grandes retos: la primera, debido a la falta de acceso a atención especializada; la segunda, por la satanización de los tratamientos farmacológicos.
AAC