Ante covid-19, mi mayor dolor es rechazar los abrazos de mis hijos: camillero del IMSS

Iván Aguirre Montalvo, de 39 años, duerme, desde hace tres meses, en un cuarto separado al de su esposa Viany. Ha tenido que separarse de su familia

Iván Aguirre Montalvo es camillero del Hospital General de Zona 29 / Especial
Blanca Valadez
México /

Una noche, Iván Aguirre Montalvo, camillero del Hospital General de Zona 29 “Belisario Domínguez”, en la Ciudad de México, hizo llorar a su pequeña hija Copalli, de 10 años, cuando rechazó el efusivo abrazo de recibimiento.

“La frené, digamos, en seco; hasta un poco grosero para ella y le recordé que no me puede abrazar ahorita porque puedo contagiarla con covid. Ella agachó la cabeza, lloró y se fue a su cuarto.
​“Yo me sentí bastante mal, ¿cómo pude hacerle esa grosería a mí hija?”, recordó el camillero con casi 11 años de experiencia y que ahora traslada a pacientes leves y graves en plena emergencia sanitaria.

Fue al día siguiente cuando convocó a sus dos hijos, Uvatzi Balán, de 9 años y a Copalli, para reforzar el mensaje de evitar todo contacto directo, besos y abrazos cotidianos; posponer los juegos de “luchitas, de cosquillas y de estar muy apegados. Los tres lloramos, pero entendieron que lo hago para protegerlos”.

Aguirre Montalvo, de 39 años, duerme, desde hace tres meses, en un cuarto separado al de su esposa Viany. “Ella también me dice que me extraña mucho, el hecho, de llegar, abrazarnos, saludarnos, compartir la misma cama como estábamos acostumbrados, resulta también muy difícil para mí”.

La familia de Iván ha tenido que separarse de su familia / Especial

Su mayor miedo no es contagiarse sino propagar el virus entre la familia. Por ello ha extremado las medidas de propagación. No solo llega a casa bañado, sino que además antes de ingresar se desinfecta y vuelve a la regadera, para irse directo a su cuarto donde actualmente duerme.

“Sí, ha sido muy difícil, somos una familia muy acostumbrada a los afectos, a las caricias y besos que me alimentan el alma”, dijo el trabajador de la salud con 12 años de matrimonio.

Por ello, este Día del Padre, aunque descansa, será una fecha en la que la celebración se reducirá a una comida sencilla, con sus hijos y esposa, manteniendo la sana distancia y sin la posibilidad de compartir los mismos recipientes.

Un día donde no habrá chistes ni charlas prolongada en la mesa, y muy lejos de las reuniones festivas con su gran familia, padres, hermanos, sobrinos, abuelos. Todos en la misma casa.

Iván ha tenido que extender sus horas de trabajo / Especial

Su fuerza, por ahora, está concentrada en cumplir con sus pacientes. Llevar a uno, varias veces, del cuarto a los lugares donde se realizan las tomografías, rayos X, estudios complejos.

“Mi labor es movilizar a los pacientes que no se mueven y a los que sí se mueven, mi trabajo es estar al pendiente de que no se vayan a caer o pierdan fuerza”.

En estos tres meses, Aguirre Montalvo ha visto a pacientes que sienten que se están asfixiando a pesar de tener oxígeno, angustiados por estar aislados y lejos de sus familias. “Claro que se impresionan al vernos entrar totalmente equipados, sin posibilidad de vernos la cara, pero lo que he intentado es interactuar con ellos, de platicar y de darles ánimos”.

Esa ideología es la que le ha permitido “no estresarse ni enojarme porque, a veces, las jornadas de trabajo se extienden varias horas más porque alguno de mis compañeros se puso mal o faltó”.

Iván trabaja en un hospital del IMSS, donde atiende todo tipo de pacientes / Especial

Y también le ha ayudado a “no ver a la muerte” de frente. “Mi mayor alegría es cuando los veo salir de ese cuarto porque vencieron al covid y, aunque no me ven la cara, son muy agradecidos, me llenan de bendiciones y me preguntan mi nombre para orar por mí”.

El camillero no hace diferencias entre los pacientes. Le ha tocado movilizar a personas por arriba de los 130 kilos y además delicados por tener diabetes. “Llegó un varón en esas condiciones muy grave pero gracias a la atención no requirió la intubación, salió avante de la enfermedad”.

Aguirre Montalvo mide 1.64 de estatura y pesa 62 kilos. Las técnicas aprendidas para movilizar le han permitido no lastimarse y optimizar los tiempos de espera, agilizar todo, en beneficio de los enfermos.

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