Puebla llega este 30 de abril con 193 mil 643 menores en ocupaciones no permitidas, es decir, niñas, niños y adolescentes que se realizan actividades que ponen en riesgo su salud, afectan su desarrollo o se desempeñan en labores por debajo de la edad mínima permitida, de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Los menores no solo están expuestos a riesgos en sectores de la economía, también en sus propios hogares donde realizan quehaceres domésticos en condiciones peligrosas u horarios prolongados, sin remuneración.
De acuerdo con los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la población de cinco a 17 años para el caso de Puebla representó un millón 541 mil 889 niños, niñas y adolescentes, de los que 18.3 por ciento realizaron trabajo infantil.
Este último dato rebasa la tasa de ocupación de menores a nivel nacional de 7.1 por ciento y es la segunda más alta del país, al representar 282 mil 675 trabajando en diferentes sectores económicos, principalmente en comercios y el campo.
El panorama para los menores de edad se agudiza al considerar que, en la entidad poblana, uno de cada diez niños, niñas y adolescentes trabaja en ocupaciones peligrosas, prohibidas con cargas en horarios prolongados de acuerdo con lo estipulado en la LFT, cuando su principal actividad debería estar relacionada con acudir a la escuela y crecer en un ambiente que no ponga en riesgo su desarrollo físico.
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La situación de los menores trabajando se recrudeció en medio de la pandemia de covid-19, ante una situación de pobreza que enfrentan las familias por menores ingresos, pérdida de empleo de alguno de los integrantes en los hogares y el cierre de las escuelas, consideró Roberto Rosete, académico del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE), de la Universidad Iberoamericana de Puebla En entrevista para MILENIO Puebla, el especialista en derechos de la infancia, estimó que, en medio de la pandemia, el trabajo infantil podría crecer y alcanzar niveles del 20 por ciento; sin embargo, resaltó la necesidad de realizar más estudios para determinar el verdadero impacto. Para el especialista, los menores de edad no deberían estar trabajado ni buscando recursos para sus familias porque se trata de una violación a sus derechos humanos e impacta en su desarrollo.
“Hemos identificado a partir de diferentes estadísticas, a principios de este año y recientemente del Inegi, sobre un incremento en el número de población de niño adolescente que ha aumentado”, señaló el académico.
Menores en riesgo
De acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) con datos a 2019, la tasa de trabajo infantil para Puebla es la segunda más alta en el país solo detrás de Oaxaca con 21.5 por ciento y similar a la Chiapas con 18.3 por ciento. Del total de menores que trabajan, 64 de cada 100 son hombres, mientras que la proporción de mujeres es de 36 por ciento.
Al observar las condiciones en que laboran, 193 mil 643 menores poblanos se encontraban en ocupaciones no permitidas por la ley, lo cual comprende dos grupos de población: aquellos que trabajan por debajo de la edad mínima permitida, de 5 a 14 años, situación en la que se considera a 95 mil 089 niñas, niños y adolescentes; y los que, realizan trabajos considerados peligrosos y ponen en riesgo su salud, que representan 98 mil 554 menores.
Oaxaca presentó la tasa de ocupación no permitida más alta del país, con 14.9 por ciento, seguida de Puebla con 12.6 y Chiapas en el tercer sitio con 11.9 por ciento.
Problema multifactorial
Roberto Rosete expuso, conforme a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que el fenómeno del trabajo infantil obedece a diferentes causas e involucra el entorno social o económico, mientras que ahora, los “efectos de la pandemia han venido a recrudecer las condiciones del trabajo infantil”.
Entre los motivos por los que trabajan los niños, las niñas y los adolescentes, según la ENTI, destacan el pago de la escuela y gastos propios, gusto o ayudar, aprender un oficio o porque el hogar necesita de su aportación económica. De los menores poblanos en ocupaciones no permitidas, 31.8 por ciento aportaron ingresos al hogar.
El investigador reconoció que el alto grado de ocupación infantil resulta preocupante, pues la presencia de niños, niñas y adolescentes, no sólo se aprecia en las calles, sino que está presente en el sector productivo y en la agricultura.
Lo anterior, consideró, refleja una ausencia de acciones para evitar que los menores de edad se pongan en riesgo, tomando en cuenta que apenas un año atrás se instaló la Comisión para Combatir, Prevenir y Erradicar el Trabajo Infantil en el Estado de Puebla.
“Sorprende que sea hasta 2020 que esta comisión que coordina los esfuerzos de las diferentes secretarías, la Secretaría del Trabajo, Bienestar, Gobernación, DIF estatal, que se creó en julio, no tenga información pública que nos haga ver qué acciones han realizado, de coordinación, de monitoreo, de creación de programas o planes para erradicar, combatir, y prevenir el trabajo infantil. Las recomendaciones de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en este sentido, van principalmente en crear estos programas que están ausentes en el estado de Puebla y principalmente en materia de vigilancia. Tenemos en cuenta que se publicó el acuerdo por el que se crea esta Comisión, pero no se ha publicado ningún programa”, señaló.
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Trabajo sin ingresos
En cuanto a las condiciones laborales, los datos de la ENTI reflejan que, en Puebla, el sector comercio y servicios concentró el 47.29 de ocupación no permitida, seguida del agropecuario con 34.8 por ciento y la industria con 16.9 por ciento.
En ese contexto, el presidente de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco), Marco Antonio Prósperi Calderón reconoció que el trabajo infantil constituye una violación a los derechos de los menores, por lo que desde el sector al que representa, dijo que se busca revertir este fenómeno.
“Es algo que no debería de suceder, los menores necesitan crecer, estudiar prepararse, pero no en un trabajo físico. En el sector terciario puede ser que haya sin duda quien emplea menores, creo que son los menos, es algo que no está bien, pero estamos conscientes y atendiendo a las recomendaciones de instituciones como derechos humanos, que se erradique esta práctica, no contratar a menores de edad”.
Adicionalmente, 46.1 por ciento de los menores no recibe ingresos por su trabajo, mientras que 48.5 por ciento percibe entre uno y dos salarios mínimos. Un 54.1 por ciento trabaja hasta 14 horas semanales, en tanto que 22.7 por ciento suma jornadas de trabajo de más de 36 horas semanales.
Otro de los tipos de trabajo que desempeñan los menores es el doméstico. Al cierre de 2019 se estimaron 113 mil 654 menores involucrados en actividades de hogar catalogadas como peligrosas, principalmente niñas.
Sin escuela
Roberto Rosete señaló que el trabajo infantil no solo afecta de manera física a los menores, sino que repercute en aspectos psicológicos y su desarrollo. De 1.5 millones de niños, niñas y adolescentes 108 mil 767 menores no asistían a la escuela hasta 2019, según datos del Inegi,
De ahí, el investigador del IDHIE postuló la necesidad de “políticas públicas, programas sociales con enfoque de derechos humanos en este caso que sean programas integrales, no improvisados y hagan frente al contexto específico. Por ejemplo, a nivel federal se creó un grupo de trabajo emergente para prevenir el aumento del trabajo infantil ante esta pandemia de covid, sin embargo, en el caso de Puebla, apenas se creó el acuerdo para establecer una coordinación que coordine los esfuerzos y casi un año después no hemos visto acciones al respecto, lo que esperaríamos serían acciones concretas y programas para erradicar y prevenir el trabajo con mayor motivo en esta pandemia”, señaló.
Hasta 2019, 3.3 millones de niños y niñas en el país estaban involucrados en diferentes formas de trabajo; de los que 2 millones, laboraban en actividades económicas no permitidas.
mpl