Hornear pan como lo hacía el abuelo hace 101 años, con mantequilla y huevo que dan a cada pieza un sabor y textura sin igual, es la receta para continuar con la tradición del negocio familiar: La Antigua Blanca, una de las panificadoras más antiguas en el Pueblo Mágico de Cholula, en Puebla.
Maribel Roldán Muñoz es una de las herederas de la tradición panificadora, como conchas y polvorones, elaborados con insumos característicos que pasan por un horno de piedra para su cocción.
- Te recomendamos Puebla, sin lograr meta de venta de chiles en nogada Negocios
La tradición del pan surgió de su abuelo, Joaquín Roldán Casco, quien fundó el negocio en 1920, en un pequeño local en Cholula; con sus manos ágiles transformó ingredientes que dieron paso a los tacos de mantequilla, a los besos, los picones, las chilindrinas, volcanes, teleras, bolillos, a los chamucos, cocoles de anís y a los colorados de piso.
Como un negocio centenario, Panificadora La Antigua Blanca atestigua episodios históricos, sismos, epidemias, la transformación del municipio cholulteca y la mecanización de la industria panificadora, pero siempre con el gran sabor de cada pieza que degustan las familias.
El abuelo Joaquín sacó adelante el negocio y, con el paso del tiempo, heredó la pasión de este oficio a tres de sus ocho hijos, quienes aprendieron a transformar la masa, a darle un toque especial a cada pieza y a vender pan.
Maribel Roldán cuenta a MILENIO Puebla que su padre, Alfonso Roldán Fuentes, decidió continuar con la tradición e innovar en la industria del pan con una de las piezas que cobró popularidad entre las familias para acompañar el inicio de cada año: la Rosca de Reyes rellena de crema pastelera, pasas y nuez, cubierta con mantequilla y azúcar, que ahora es característica de la región de Cholula.
“Como siempre creativo, mi padre se dedicó a aprender y en el amasijo buscó hacer cosas diferentes. Se le ocurrió hacer la rosca diferente, dándole otra característica, sin ponerle los frutos tradicionales, con una pasta de azúcar con mantequilla, huevo, untárselo a la rosca y quedó así. La creó como un regalo a un empresario y la dejó en exhibición. A la gente empezó a interesarle y, de ahí, comenzó a hacerse tradicional. En ningún otro lado había este tipo de pieza, aunque ahorita ya hay réplicas, pero el auténtico sabor y la receta surgieron aquí. Hay gente que viene a Cholula de otras partes, de otros estados solo por el pan tradicional que se hace aquí”, explicó Maribel.
Destaca que no concibe su vida sin el característico olor a mantequilla en el pan de cada día. Desde los 12 años, comenzó a incursionar en el oficio y, de la mano de maestros panaderos, junto con su hermano Alfonso Roldán Muñoz, ahora se encargan del negocio que se extendió a otras zonas como Huejotzingo, San Martín Texmelucan y Puebla capital.
Reconoce que el camino para sacar adelante un negocio familiar no ha sido fácil; sin embargo, “la fecha lo dice todo. Tradición desde 1920 y así esperemos que siga con los hijos, sobrinos, que no se muera la tradición, la dinastía, de lo que es la familia con este negocio de 101 años con la calidad que nos caracteriza”.
Maribel explicó que, frente a la actual crisis provocada por la pandemia de covid-19, la panificadora salió adelante porque “el pan es sagrado. Como decía mi padre, el pan se vende hasta en la guerra”.
De los hornos de La Antigua Blanca, salen alrededor de dos mil piezas al día, sobre todo grandes conchas cubiertas de pasta color rosa, blancas o café, y que son de las más buscadas por las familias que las llevan en “arreglos bouquet” siguiendo una tradición en Cholula: regalar pan en fiestas, en celebraciones religiosas, cambio de mayordomías, padrinazgos o el anuncio de un compromiso matrimonial.
“Aquí la gente acostumbra regalar pan, piezas grandes. Significa para ellos un regalo especial. Piezas grandes por el tipo de fiestas que se hacen. Se llevan como arreglos, en chiquihuites o en canastas de hasta 50 piezas. Hemos sobrevivido, también, gracias a esas tradiciones, a las fiestas, por la gente que regala de corazón un buen pan”.
Actualmente, la panificadora cuenta con dos sucursales en Cholula, una en la zona centro y otra en el barrio de Xixitla, genera alrededor de 30 empleos, entre ellos, maestros panaderos que tienen más de 40 años en el oficio y quienes buscan compartir sus técnicas y conocimientos para preservar la tradición del amasijo, es decir, hacer masa sin la ayuda de máquinas.
“La receta para trascender sería mantener la calidad, que no se pierda la esencia, sabemos que hay mucha competencia. Afortunadamente, lo sabemos hacer”, comparte Maribel.
“Yo puedo meterme al horno, revolver, labrar. Mi hermano, también, mis sobrinos, para enseñar a una persona hay que saber hacerlo. La calidad en un siglo ha sido impecable y eso ha hecho que la gente nos siga. Tenemos clientes de toda la vida. Los más pequeños de la familia ya comienzan armar figuras con la masa. Si los abuelos vivieran estarían orgullosos”, finalizó.
AFM