Doña Carmen Márquez es una mujer de la tercera edad, quien atiende un local en El Parián, el mercado de artesanías más famoso y antiguo de la ciudad de Puebla, ya que fue construido en 1688, durante el virreinato. Pero en sus ratos libres se dedica a la cartonería.
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Con sus manos, a partir del cartón, papel, engrudo, pinturas, alambre, carrizo y demás materiales, crea un sinfín de figuras según las festividades. En este caso por la conmemoración del Día de Muertos les da vida a unas Catrinas.
Aunque suma pocos años dedicada a este arte, su creatividad, talento y habilidad se pueden equiparar a los de cualquier otro artista.
La artista narra que sus primeras enseñanzas en la cartonería las recibe de parte de una doctora.
“Porque en el DIF (Sistema Integral para el Desarrollo de las Familias) estaban dando clases, bueno, una doctora estaba dando clases de cartonería y ahí aprendí con ella”.
La cartonería es considerada un arte popular mexicano, consiste en una técnica con la que se crean figuras a través de un proceso de modelado de papel periódico.
El origen y la historia de la cartonería mexicana se remontan a los primeros años del virreinato, donde los primeros frailes franciscanos comenzaron a implementar las principales conmemoraciones del calendario cristiano.
En el caso de Doña Carmen, en su local exhibe y expende sus catrinas, mismas que en promedio alcanzan una altura de poco más de 50 centímetros. Ninguna es similar a otra, pero todas coinciden en la vistosidad de sus colores y posturas.
Pese a ello, poco han sido demandadas por los consumidores. “Poco, porque sí están un poquito caras”.
Respecto a su diseño y laboriosidad, menciona que todo es producto de su imaginación. Aunque aclara que puede realizar creaciones por encargo. “Aquí me pueden ver, en El Rincón del Arte, (locales) número 45 y 46 del mercado típico de El Parián”.
Resalta que a cada pieza, en promedio le dedica un mes para su culminación. “Aunque hay otras que por sus detalles pueden llevarse un poco más de tiempo”.
Informa que cada catrina puede alcanzar un costo de 600 hasta mil pesos.
Respecto a sus ventas, lamenta que sigan a la baja. “Vino muchísimo turismo pero poca venta. Todavía seguimos sintiendo los estragos de la pandemia, así es”.
mg