En julio de 2018, Ana Cristina Escobar Ortega fue diagnosticada con insuficiencia renal. En febrero pasado inició el protocolo para ser trasplantada y solo esperaba la fecha para concretar la intervención médica. La donadora es su madre.
Actualmente, Ana Cristina tiene 27 años de edad y es madre de dos menores, quienes como ella y el resto de su familia sienten tristeza y un poco de frustración al conocer que se suspendió temporalmente el programa de trasplantes en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ante la contingencia sanitaria por la propagación del covid-19.
“No me han dado fecha; tengo una consulta con el doctor Varela en (el (Hospital de Especialidades Manuel Ávila Camacho) San José para ver qué me dice”. Apunta que si no se hubiera presentado la contingencia ella hubiera sido trasplantada en febrero pasado.
“Estaba yo emocionada porque ya se acercaba la fecha para que me trasplantaran, pero ya después de esto como que se te bajan los ánimos porque ya se acerca el trasplante y de momento, de un día para otro, te dicen, ‘sabes qué, pues se va a parar todo porque no pueden trasplantar por el problema del covid-19’”.
Detalla que además de la operación también el protocolo se ha visto afectados, ya que los estudios tienen una caducidad, por lo que tendrán que volver a realizarlos.
“Y lo mismo ocurre con el pago de las hemodiálisis, porque te las tienen que seguir haciendo y el Seguro (Social) no me está cubriendo las hemodiálisis, yo las pago por fuera y todo es un gasto también”, dijo.
Informa que cada una le cuesta 850 pesos debido a que le otorgaron una beca por parte de la Asociación de Enfermos Renales y Trasplantados Puebla (ERTP). “Gracia a la beca pago menos de lo que tendría que pagar”, por lo que enfatizó que se realiza tres sesiones de hemodiálisis a la semana.
No obstante, resalta y agradece el apoyo de su esposo y del resto de su familia para cubrir su tratamiento. “Mi mamá paga mis hemodiálisis pero también por la contingencia en su trabajo tampoco tienen gente, ella es mesera, y también se las ve duras para pagar las hemodiálisis”.
Añade que, incluso, quieren cerrar las operaciones de la taquería donde labora su progenitora por los bajos ingresos que reportan.
Sin embargo, ella, como muchos de los enfermos o trasplantados, cuida su salud evitando salir en todo lo posible de su hogar: “Solo salgo para recibir mis hemodiálisis, obvio me pongo cubre bocas, guantes y toda la protección y lo más rápido el llegar a casa. Me quedo encerrada en casa. No recibimos visitas de nadie, solo estamos los que vivimos aquí”.
En su domicilio habitan ella, sus dos hijos, su esposo y su suegro, a quienes ya nota preocupados porque sus trabajos han suspendido actividades “y se acaban los recursos para seguir pagando las hemodiálisis. Están tristes porque se detuvo lo del trasplante, porque también ellos ya estaban esperando y en conocimiento de que ya me iban a trasplantar, pero todo esto vino a cambiar todos los planes que teníamos”.
Por último, explicó que de ninguna forma pierde la esperanza, porque sabe que de alguna manera tiene que llegar ese día: “Ojalá sea pronto”.
De acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), en México existen más de 23 mil personas en lista de espera de algún órgano (riñón, hígado, corazón y córneas).
mpl