La Barca de la Fe es un templo católico bastante peculiar, ya que su edificio tiene forma de barco y está conectado a un enorme faro a través de un puente. Además, tiene espejos de agua en sus costados que simulan el mar; y en otra área un prado, en el cual al pasto se le hacen cortes como si fueran olas.
En su interior se encuentran sogas, amarras y señales alusivas a un barco convencional como un cuarto de mando, donde hay un timón, en el Castillo de Popa. En su toldilla hay mástiles con sus perchas para que cuelguen las velas, y desde allí se puede observar el Popocatépetl, Iztaccíhuatl, la Malinche y Citlaltépetl.
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Asimismo, cuenta con popa (parte trasera de un barco) y proa (parte delantera); en esta se encuentra su atraque cuyas cadenas simulan ser unos cabos (sogas) figurando inmovilizar la nave por cada costado, es decir, a babor (lado derecho) y estribor (lado izquierdo).
Se trata de un templo situado al norponiente de Tlaxcala, en la comunidad de San Andrés Buenavista, perteneciente al municipio de Tlaxco, el cual en 2019 obtuvo el décimo lugar en un concurso de arquitectura que tuvo como sede Italia, en el rubro de diseño moderno.
Esta obra fue creada y diseñada por el presbítero, maestro, artista y arquitecto Arnulfo Mejía Rojas, quien falleció en 2016 y dejó como legado el diseño de esta y 12 iglesias más con características y longitudes que rompen con la tradición de los edificios litúrgicos.
Esta es una copia de la carabela Santa María y tiene como peculiaridad que tanto en su arquitectura como en la decoración existen motivos prehispánicos, lo que representa el sincretismo religioso y cultural de nuestro país.
“Llegó a esta comunidad en diciembre de 1984 y comenzó construyendo la torre. La razón de la barca es que venían los 500 años de la evangelización por parte de los españoles y san Andrés (patrono de la comunidad) es pescador y la otra razón, más grande, es que nuestro Señor Jesucristo predica en las barcas”, explica el presbítero Teófilo Concha Trujillo.
Informa que de largo (eslora) mide 90 metros y de alto (puntal) 28 metros, donde se encuentran el templo en honor a san Andrés Apóstol y cuatro niveles más. El inmueble tiene la capacidad para albergar a 5 mil personas; de ellas, 2 mil tan solo en el templo.
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Todo el interior de la iglesia está recubierto de madera, cuenta con pasillos largos en los que destacan las sogas que hay entre columna y columna a modo de las barandas de cubierta. En ellos hay mensajes de respeto y expresiones prehispánicas. Lo mismo ocurre en los muros, piso y techo, donde están labrados diferentes signos prehispánicos.
“Cuando entramos aquí necesitamos unas 10 horas para que vayamos buscando. En las columnas aparece el Vía Crucis a la manera prehispánica y aparecen los mandamientos, las obras de misericordia, toda la riqueza y la simbología prehispánica”, dijo Teófilo Concha Trujillo.
Entre las inscripciones está representado el maíz, lo que da vida; ‘Ome Teotl in Tloque ahuaque’, dios doble o dios dual; otli, camino; ‘Tlaloque’, fuente de lluvia y vida; Tlaxco, juego de pelota; ‘ollin’, movimiento; ‘quincunce’, símbolo de la unificación del mundo.
La mayoría de las pinturas que ahí se encuentran son obra del presbítero Arnulfo Mejía. "Era un gran pintor y un hombre muy preparado”, asegura Teófilo Concha.
El templo y su conexión con el pasado
Uno de sus atractivos es la creación del altar principal o Teocalli, el cual representa una piedra de los sacrificios humanos, utilizada en la época prehispánica. En esa área destaca un ambón, desde el que se proclama la lectura de la Biblia en la misa y otras ceremonias; una silla presidencial, las bases del cirio pascual y el bautisterio.
Respecto al altar mayor, están representados los doce apóstoles y los evangelios, para lo cual se emplearon dos círculos, es decir, el símbolo de sacerdocio en el pueblo nahua que era la representación de lo perfecto, infinito, creativo.
El bautisterio poco es empleado porque allí se encuentran obras que requieren un cuidado especial, como la pintura que representa a las Siete Palabras. “Tiene su pila, su base con su cirio muy originales”, detalla Concha.
Al fondo hay una entrada al sótano y un espacio donde está enterrado el sacerdote, así como los confesionarios:
“El pasado 19 de abril celebramos su quinto aniversario de su muerte y lo quisimos recordar con un monumento (su efigie). Ahí hay cinco lugares de tumbas que se utilizarán más adelante”, explicó Concha.
En todo ese espacio encontramos muchas pirámides: “Él quiso retomar la historia y la raíz prehispánica, las pirámides, por eso por donde usted vea va a ver y encontrar pirámides”.
Otra de sus peculiaridades es que el diseño, combinado con la colocación de pequeñas conchas en el techo le da proyección al sonido. “La riqueza que hay en el eco a través de estas cazuelitas. Es impresionante el templo”.
En el primer nivel, se ubica una galería de arte con algunos murales permanentes y otros espacios donde suelen exhibirse obras de artistas locales y nacionales. Está dedicada a don Hermenegildo Sosa, pintor originario de la comunidad y quien ha expuesto por todo el mundo, comentó Teófilo Concha.
“En el segundo nivel está un museo y una galería dedicados al padre Arnulfo (...) cuya filosofía era lo prehispánico, lo cristiano y lo cosmológico. Siempre iba a manejar la idea de lo dual, la muerte-vida, el sol-la luna, el día y el anochecer”.
En esa área se encuentran los caballetes, pinceles, pinturas y óleos que utilizó, así como la última obra que estaba realizando, misma que está inconclusa. También hay una serie de objetos alusivos a embarcaciones, desde pequeños barcos hasta un timón de mando.
En el tercero existen unas habitaciones, algunas destinadas para dormitorio y otras donde esperan colocar algunas de sus obras de arte para que puedan apreciarlas los visitantes. El cuarto nivel alberga el timón y una tienda donde la gente puede adquirir algunos recuerdos.
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Ruta de la Fe
A la vista sobresale el faro, el cual se une al barco a través de un puente para que la gente lo visite, en él destaca la presencia de la representación de Quetzalcóatl, uno de los más importantes dioses de la cultura mesoamericana, a veces considerado la principal divinidad del panteón mexica.
El inmueble tiene la capacidad para albergar hasta 5 mil fieles; antes de la pandemia, en promedio acudían cada fin de semana hasta 2 mil 500 personas.
“Nos han visitado desde todas partes del mundo y creo que es la única barca con estas dimensiones, con esta originalidad y esta expresión rica de fe. Creo que es la única en el mundo”.
Resalta que 34 años se necesitaron para que el sacerdote diocesano concluyera su obra. El presbítero señala que en octubre se festeja al patrono de la iglesia y pueblo, apóstol san Andrés, conmemoración donde el padre Arnulfo ofrecía una comida a la que arribaban poco más de 10 mil personas.
“A sus bienhechores y a todos los que visitaran les daba de comer. Celebraba el 12 de octubre por el Día de la Raza, que está un poco en conflicto este tema, pero él celebraba el encuentro de las dos culturas”. Añade que en esos banquetes se ofrecía comida exótica, como jabalí, venado y conejo.
El actual responsable del templo revela que las edificaciones realizadas por el presbítero Arnulfo Mejía son conocidas como la Ruta de la Fe, cuya principal característica es que presentan detalles prehispánicos, así como los símbolos de las pirámides y torres:
“Él diseñó las trece capillas de la parroquia. En Ocotlán estuvo de vicario y ahí colaboró. En Iztulco hizo el diseño del atrio. Aquí alrededor, en Atlancatepec, en San Mateo y otros lugares del estado apoyó para diseñar otros edificios litúrgicos”. Refiere que sus proyectos rompen los esquemas para la construcción de los inmuebles de la religión católica.
Por último, revela que próximamente en el faro se instalará un museo dedicado a los artesanos de la comunidad, así como a los tlachiqueros y fabricantes del pulque, bebida tan característica de la región.
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