Usuarias de Tren Suburbano piden vagones rosas tras casos de acoso

Pese a estadísticas que lo señalan como un sistema seguro para las mujeres, en el Suburbano persiste el hostigamiento y el acoso sexual.

Vagones rosas en Tren Suburbano.
Ciudad de México /

Una mañana en el Tren Suburbano que va de la estación de Buenavista, en la Ciudad de México, a Cuautitlán, un tipo arrimó su cuerpo al de Zoé. La tocó con su miembro y aunque ella se movió de lugar, el sujeto la siguió. “Fue muy vergonzoso e incómodo”, recuerda esta estudiante y trabajadora de 22 años que a diario se traslada del Estado de México a la capital del país, un viaje que repite por las noches de regreso a casa.

Esa situación no es nueva para Zoé, que muy a su pesar ya está acostumbrada a “lo que pasan las mujeres” en el transporte público: además de los empujones normales, les siguen los toqueteos, los arrimones, las miradas lascivas o piropos denigrantes. Sabe que tiene que estar alerta, debe cuidar no sólo sus pertenencias sino, además, su cuerpo. “No se me hace justo porque, aunque los acuses con el conductor, él simplemente te ignora”.

Casos como el descrito suceden todos los días. América, de 30 años, relata que un señor que venía detrás de ella le tocó su “parte trasera”. Otras veces se dice objeto de miradas muy marcadas, “que te incomodan, te hacen sentir mal o insegura y terminas cambiándote o de plano te bajas del vagón”, dice casi resignada.

El Suburbano traslada a 155 mil usuarios al día, es un transporte público masivo como el Metro, el Metrobús o el Mexibús. Principalmente a las horas pico, cuando las personas inevitablemente se aprietan, se rozan y deben acomodar sus cuerpos centímetro a centímetro, es cuando surgen los abusos.

“Si tengo que ir pegada, prefiero que sea con una mujer que con un hombre”, expresa Fernanda, de 25 años.

Lupita, de 20 años, viste una falda y una blusa negra cortita que deja ver su ombligo. Padece las incómodas miradas, pero aún se rebela ante el hecho: “No es justo que una mujer tenga que cambiar su manera de vestir por esa razón”.

Ingrid, de 20 años, siempre que sube al transporte público busca la zona rosa, la que es exclusiva para mujeres. Lo hace “por comodidad y seguridad, porque es raro ir al lado de alguien y sentir que se te acercan de más”.

“El mejor transporte público”


La empresa concesionaria Ferrocarriles Suburbanos dice que el suyo es el mejor transporte público de la Zona Metropolitana del Valle de México. Se le asigna 9.01 de calificación, seguido por el Metrobús, con 7.7, según su propia Encuesta de Satisfacción al Usuario 2022, levantada en noviembre pasado entre mil 40 pasajeros. Rapidez y seguridad son sus mejores atributos.

La encuesta reveló que su población femenina creció del 47 al 51 por ciento y que 31 por ciento son estudiantes. Poco a poco se repone del descenso de usuarios por efectos de la pandemia; sin embargo, la empresa mantiene su política de no destinar vagones exclusivos para mujeres y niños, pese al exhorto que en septiembre de 2020 le hizo el Congreso de la Ciudad de México, a través de la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

La respuesta de Ferrocarriles Suburbanos fue que los vagones rosas no eran necesarios porque en su sistema no tenían el problema de hostigamiento.

Sus estadísticas avalan esta información: entre enero de 2019 y septiembre de 2020 tuvo sólo una denuncia de acoso sexual, y su indicador de incidencia de hostigamiento y acoso era de 13 casos al año, es decir el 0.00028 por ciento sobre el total de usuarios.

El transporte contaba con un sistema de vigilancia altamente eficiente, cuatro ministerios públicos, protocolos de denuncia, campañas de concientización y capacitación y sensibilización al personal. Tenían acciones preventivas más que correctivas, expuso la concesionaria.

Así pues, se sostenía que la separación de vagones en el Metro, como acción afirmativa, no funcionaba porque no se habían logrado erradicar las conductas indebidas. “No se ha promovido la corresponsabilidad en la convivencia”, admitía el organismo.

Tres años después de aquel 2020, la empresa que tendrá la concesión del servicio durante 68 años, se sostiene en su misma política: No hay vagones rosas, no porque no sean necesarios, sino porque no se puede ir segmentando a la población. Se debe fomentar una cultura del transporte, de igualdad y respeto entre los usuarios, dijo Max Noria, director de Comercialización y Administración de Riesgos en la presentación de la encuesta, el pasado 2 de marzo.

Para evitar el abuso o acoso sexual, el Tren Suburbano cuenta con protocolos de actuación y capacitación del personal. Aseguró que desde el inicio de sus operaciones se dio a la tarea de tener un reglamento claro, comunicarlo a los usuarios y hacerlo valer.

“Se puede presentar un caso, es un hecho, no podemos negarlo, lo que tenemos que hacer como empresa es responder de manera enérgica y con protocolos superestablecidos para atender a una víctima”, sostuvo Noria.

En 2022 el Suburbano tuvo 10 denuncias ante el ministerio público, tres de éstas por acoso sexual, informó el ejecutivo.

La empresa sostiene que no puede ir segmentando a todas las personas porque sería necesario separar por vagones a las personas binarias, a las personas con discapacidad, a los adultos mayores.

“Debemos de tener una cultura de transporte, como lo hacemos desde hace 15 años, con respeto por no comer [en los vagones], no ingresar bebidas alcohólicas, no viajar en estado etílico… No vas a encontrar a una persona pidiendo dinero o vendiendo chucherías” en el Suburbano, afirma su director de Comercialización y Administración de Riesgos.

No obstante, en su Encuesta de Satisfacción no consultaron a las mujeres sobre su experiencia con el acoso sexual o la necesidad de contar con trenes rosas.

“Si tú le preguntas a un usuario ‘oiga, ¿le gustaría ir todos los días sentado?’ ¿Qué crees qué te responda? El cien por ciento te va a decir que sí”, justificó Noria.


MILENIO consultó a la diputada Marcela Fuente, integrante de la Comisión de Movilidad Sustentable y Seguridad Vial del Congreso de la Ciudad de México, respecto de que la separación de vagones como acción afirmativa no funciona porque eso no termina con el problema.

“Es un discurso similar al que utilizan [otros] cuando dicen que las acciones afirmativas no sirven en los espacios de representación popular, por ejemplo, para los jóvenes o la diversidad sexual, pero sirven porque visibilizan una problemática, la posicionan y abren agendas. En el tema de movilidad nos permiten transitar a cambios culturales profundos”, opina la legisladora.

Un sondeo entre víctimas de acoso


MILENIO realizó un sondeó entre 50 usuarias del sistema de transporte. Les preguntó su opinión sobre los trenes rosas, si habían sido víctimas directas, si interpusieron quejas y si había diferencias entre el Tren y las condiciones del Metro capitalino. Una gran mayoría, 42 usuarias, dijeron que los vagones rosas son necesarios; 21 declararon haber sido víctimas directas de acoso y 11 hicieron una diferenciación con el Metro a favor del Suburbano.

“Es necesario [que haya vagones rosas], pero no urgentes porque aquí hay más seguridad”, dijo Jimena, de 18 años.

Elizabeth, de 40, y María Luisa, de 42 años, admitieron haber sufrido tocamientos, pero no se quejaron por falta de tiempo: “Tenía que ir a trabajar”, “no fui porque siempre ando corriendo”, expresaron.

María, Guadalupe y Angélica, de 18, 21 y 20 años respectivamente, tampoco se quejaron porque el personal de seguridad no les inspira confianza. El acoso sexual y las violencias por género vulneran la intimidad de las mujeres.

“¿Quejarme? ¿Con esos señores de vigilancia, de botas y miradas machistas? ¡No gracias!”, espetó María. “¿Con un guardia, para irme a quejar de un acoso? No, mejor me quedo callada”, opinó Angélica. “Te lo tienes que guardar. Si hay un lugar para quejarte, no tendría la confianza de ir”, señaló Guadalupe.

¿Sirven las denuncias?

“Esto no se mide por denuncias”, expuso a MILENIO la diputada Fuente, del Congreso de la Ciudad de México. “El tema de las denuncias está sesgado porque no existe confianza de las usuarias para denunciar, no hay módulos de denuncia cercanos, ni tienen información sobre adónde acercarse”.

Fuente es una de las dos mujeres que integran esta Comisión, integrada por nueve legisladores. Lamenta la respuesta de Ferrocarriles Suburbanos porque reduce el problema a una movilidad respetuosa entre hombres y mujeres, pero “no cambia el acoso que viven las usuarias en ese sistema”.

El Congreso de la Ciudad de México está facultado para intervenir en este caso porque dos de las siete estaciones del Tren están en esta entidad, sin embargo, por ser una empresa privada el mero exhorto no es suficiente.

“Vamos a ser insistentes y les pedimos a los empresarios que se sensibilicen con el tema… Estamos en medio de una transformación cultural del machismo. Claro que queremos caminar a un mundo más equitativo, sin opresiones y sin violencia, pero en lo que se da, esto es necesario”, agregó la legisladora.

Se presume que hacerlo no implicaría a la empresa un mayor costo económico, aunque sí un cambio logístico y mucha voluntad para capacitar al personal.

La Ciudad de México es pionera en la instauración de trenes exclusivos para mujeres y niños. Desde los años setenta destinó dos vagones en las Líneas 1 y 3, en horas pico. En el 2000 amplió la medida a otras Líneas del sistema. Para 2007 creció a tres vagones y en 2016 volvió permanente la medida, a toda hora.

El área rosa también existe en el Metrobús y el Trolebús, aunque en este último no se ha hecho respetar, los hombres traspasan la zona restringida. El Estado de México, por su parte, cuenta con transporte rosa en sus cuatro líneas del Mexibús, 100 por ciento exclusivos para mujeres y niños, pero estas deben esperar más tiempo porque dos son mixtos y uno rosa.

En 2020, cuando el Congreso capitalino realizó su exhorto, tres de cuatro mujeres temían sufrir un acoso, violencia o abuso sexual en el transporte público. La estadística no ha cambiado, acepta Fuente, pero en el Metro las denuncias de acoso sexual han bajado y, también, la percepción cultural de las mujeres está cambiado. “Saben que en el Metro o Metrobús hay un espacio para sentirnos seguras, libres de acoso sexual”, sostiene la diputada.
¿Será que esta problemática sólo pueden entenderla las mujeres? “Existe ya un cambio cultural y esto es gracias a los movimientos feministas y también a gobiernos que escuchan”, responde Fuente.

La Comisión analiza volver a promover el exhorto, pero acompañado por la Secretaría de Movilidad de ambas entidades para evitar una respuesta evasiva o negativa.

La falta de vagones rosas les implica a las usuarias invertir tiempo, levantarse más temprano, además de mayor incomodidad y estrés. Incluso alguien como Clara, que tiene 57 años, por las tardes cuando regresa de trabajar sabe que tiene “que venir alerta, cuidándote de los hombres”.

Para un posicionamiento sobre el tema se buscó a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte, pero no hubo respuesta.

HCM

  • Concepción Peralta Silverio
  • Periodista de investigación enfocada en temas de justicia social, derechos humanos y corrupción, egresada de la carrera de Periodismo por la UNAM y de la maestría en Periodismo y Políticas Públicas por el CIDE.

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