Las altas concentraciones de contaminantes en la presa Valle de Bravo han salido a relucir con el bajo nivel que ha dejado la prolongada sequía.
El reducido caudal tiene un tono verde intenso debido a la presencia de microalgas tóxicas, que se producen por las altas concentraciones de nitrógeno y fósforo de las descargas de aguas sanitarias y agrícolas, que por más de dos décadas se han vertido al embalse y acumulado en el fondo.
“En estas condiciones de bajo nivel, lo que tenemos es justo una especie de concentración de fitoplancton con una dominancia que empezó con diatomeas, que es fitoplancton sano hasta cianobacterias con potencialidad tóxica.
“Esto es un grave riesgo para los pobladores locales y para la potabilización y pobladores en la Ciudad de México porque esas especies tienen la potencialidad de generar toxinas, que afectan el hígado, el sistema nervioso central o que genera dermatitis aguda”, alertó Jorge Ramírez Zierold, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, en un recorrido con MILENIO.
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El investigador explicó que en la presa Valle de Bravo las actuales concentraciones de contaminantes son 50 por ciento más altas de las que se permiten para un cuerpo de agua sano, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021, que establece los “límites permisibles de contaminantes en las descargas de aguas residuales en cuerpos receptores propiedad de la nación”.
La norma establece que las concentraciones de Nitrógeno total y de Fósforo total para embalses, lagos y lagunas son de 25-30 miligramos por litro (mg/litro) y de 10-15 mg/litro, respectivamente, pero el equipo científico ha llegado a medir tan solo en el río Tizates, que es uno de los canales que descargan a la presa, entre 40-46 mg/litro y entre 9.6 y 18.2 mg/litro.
“De repente parece que disminuye la contaminación en el agua, pero hemos descubierto que es porque se va hacia el fondo”, señaló Ramírez Zierold.
Advierten que existe un riesgo potencial para la gente que tiene contacto directo con el líquido, mientras que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) debe invertir más recursos en su potabilización, a fin de reducir el riesgo para quienes la bebemos en el Valle de México.
“Uno de los graves problemas por ejemplo, hablando del nitrógeno es la concentración de amonio, cuando esa concentración es sumamente alta, en la potabilización tienen que invertir mayores cantidades de cloro para poderlo eliminar. Entonces estamos hablando también de un sistema muy efectivo de producto final de potabilización, pero de costos que van incrementándose conforme la calidad del agua empeora”.
Los investigadores también detectaron otro problema destapado por la baja del nivel, una mayor emisión de gases de efecto invernadero.
“Se ha descubierto que los lodos, es decir, el suelo que quedó expuesto por el descenso de nivel llega a emitir inclusive muchas mayores cantidades que lo que emite el cuerpo de agua en sí”, dijo el doctor en Ciencias.
Por su parte, el investigador Óscar Gerardo Nieto explicó que descubrieron que el lodo descubierto con la bajada del nivel, emitía importantes cantidades de óxido nitroso, dióxido de carbono y metano son los principales gases de efecto invernadero, que se producen si existe materia orgánica y anaerobiosis, es decir falta de oxígeno.
“En el caso de Valle de Bravo, en los sedimentos, es decir en todo el fondo del ecosistema hay mucha materia orgánica que viene de la actividad humana como son los drenajes”.
Añadió que en condiciones normales, todos los ecosistemas acuáticos emiten gases de efecto invernadero; sin embargo, en la presa Valle de Bravo, al tener una relación muy cercana con la actividad humana, registraron que dichas emisiones son más altas.
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Desde hace 23 años, el equipo de investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, evalúa la calidad del agua y otros parámetros de la presa; así que Jorge Ramírez tiene bien claro que sumado a la contaminación, la crisis por sequía continúa.
“Si ven esa pared aquí a la izquierda y toda esta parte de vegetación que ya se ha desarrollado, es precisamente debido al descenso del nivel; más o menos estamos hablando está vertical de aproximadamente 12 metros de retiro del agua precisamente por las condiciones que todavía estamos sufriendo de sequía moderada a extrema”.
Tras cuatro años de sequía, el nivel de la presa Valle de Bravo comenzó a elevarse a cuenta gotas. Al corte del 2 de septiembre, el embalse almacenaba 149.93 millones de metros cúbicos, es decir, el 38 por ciento de su capacidad de llenado; pero de acuerdo al promedio histórico, para esta temporada ya tendría que rebasar al 72 por ciento.
La presa Valle de Bravo es la principal fuente del Sistema Cutzamala que abastece a una cuarta parte del Valle de México; sin embargo, desde mediados de agosto, el Organismo Cuenca Aguas del Valle de México (OCAVM) no sólo cesó las extracciones, sino que están aportándole 0.859 metros cúbicos por segundo.
aag