Su rostro evoca preocupación, angustia y miedo de perder lo único que tienen y todo por lo que han luchado. Desde su casa, a medio construir en la ladera de uno de los tantos cerros de la Sierra de Guadalupe, Carmen y su vecina Diana divisaron a funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente estatal que desde la cumbre, mostraban a esta reportera un mar de casas que inundan la sierra, entre Ecatepec, Xalostoc y Tlalnepantla.
“Se perdieron del año 76 al 96, un total de mil hectáreas, que en su momento fueron decretadas originalmente en esta área natural protegida y básicamente esa pérdida de superficie de conservación fue por el crecimiento, por la expansión de la mancha urbana”, dijo Pedro Flores Marker, coordinador general de Conservación Ecológica de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de México.
Las mujeres, con su grupo de perros que han ido rescatando del abandono, se apostaron frente al grupo de funcionarios y escucharon atentas, con las manos en la cara o cruzadas, tratando de contener el sentimiento, y luego cuestionaron: “¿es cierto que esto es terreno irregular?, porque nosotros aquí compramos, tenemos los papeles”.
Pedro Flores les confirmó lo que se niegan a reconocer, se asentaron en una área natural protegida, y la persona que les vendió el terreno que ellas pagaron hace 10 años en 60 mil pesos, es un fraccionador clandestino, las defraudó.
“Nos vendieron y nos decían que todo estaba bien, estamos aquí por necesidad no llegamos a invadir, no llegamos y nos plantamos aquí, nosotros compramos bien”, sostuvo Carmen.
Al norte del Valle de México, un conjunto de cerros repletos de casas, conforman la Sierra de Guadalupe; es el último pulmón de la región que en 20 años perdió mil hectáreas de área natural protegida en territorio correspondiente al Estado de México.
La Sierra de Guadalupe ha sido devorada por la urbanización, y la amenaza de que nuevos asentamientos irregulares sigan presentándose es latente; la autoridad ambiental ya no puede retirar las viviendas que se asentaron ahí hace años, pero sí está dentro de sus atribuciones, retirar los nuevos asentamientos que van identificando, como el de Tablas del Pozo, donde habitan Carmen y Diana, dentro del municipio de Ecatepec.
En el Estado de México, la Sierra de Guadalupe se declaró Área Natural Protegida en 1976, con 6 mil 293 hectáreas, pero su polígono de protección se redujo a 5 mil 293 hectáreas en 1996, debido a que ya no cumplía con la vocación de conservación. La pérdida fue enorme, ya que tan solo la porción del área protegida que corresponde a la Ciudad de México es de 687 hectáreas.
Así que para evitar que la mancha urbana siguiera expandiéndose en el Parque Estatal Sierra de Guadalupe, las autoridades ambientales delimitaron 56 de sus 78 kilómetros con bardas; un total de 22 kilómetros no se bordearon debido a amparos que presentaron los ejidatarios, y justo esos puntos siguen siendo foco de asentamientos, pese al riesgo derrumbe.
“Los municipios que rodean a la Sierra de Guadalupe: Ecatepec, Tlalnepantla, Tultitlán y Coacalco tenemos alrededor de 4 millones de habitantes entonces es una población que tiene una constante presión hacia el interior del área natural protegida”, destacó Flores Marker.
El funcionario destacó que la coordinación a su cargo tiene identificados 9 asentamientos irregulares, cinco en el municipio de Ecatepec y dos más en el municipio de Coacalco; por lo que ya presentó las respectivas denuncias ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de México y ante la Fiscalía especial para combatir los delitos contra el medio ambiente.
“El gobierno siempre dice que son áreas verdes, pero dónde ve un área verde, aquí es pura basura, aquí vienen a tirar muertos”, sentenció en medio de la reserva.
Por su parte, Pedro Flores lamentó que la población que habita entre estos cerros no reconozca el valor ambiental de la sierra, y los vea como basureros, o terrenos ociosos de los que pueden disponer.
“La población de estos municipios que rodean la Sierra de Guadalupe, ya están acostumbrados a ver ahí un conjunto de cerros y no tienen el conocimiento de la importancia ambiental, de la importancia ecológica que tiene esta área. Es un importante pulmón verde todavía aquí en esta zona metropolitana del Valle de México, proporciona importantes servicios ambientales, es una zona de infiltración de agua, el área forestal retiene partículas contaminantes y en toda esta área tenemos problemas con la cuestión de la calidad del aire”, enfatizó.
A inicios de la pandemia, ya incluso hubo un intento de desalojar y derribar las casas de Tablas del Pozo, por lo que viven con la zozobra de que “los granaderos volverán”, por lo que piden a las autoridades otras medidas, como un plan de reubicación.
“¿Usted cree que es fácil ver cómo van a llegar los carros con la maquinaría a derrumbar y que mis hijas vean todo eso? Va a ser muy traumático, entonces créame que si tuviera a donde ya nos hubiéramos ido”, dijo Carmen.
dmr