Conejos para Leonor

Volvemos de un domingo junto al lago. Empieza a anochecer. Al dar la vuelta en una curva salta un conejo. Yo sí creo en el azar. En el cielo hay una luna anaranjada que va subiendo mientras caminamos. Y nos sigue. “¿Por qué nos sigue la luna?”, les p

Yo obedezco a mis nietos con un temor a contradecirlos que sólo tuve a los diez años frente a la directora del colegio.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Ángeles Mastretta

Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos


Me lo pregunto y vuelvo a cobijarme en el resguardo que son los niños. “¿Qué quieren?”, pregunto cuando señalan a lo alto de un librero. Entre un este y un aquí, ellos dicen otros sonidos que aprendo a descifrar. Han de querer el coche gris que mi hijo ha puesto a resguardo de sus hijos porque se lo regaló su hermana y los dos años de estos niños lo mismo destruyen un juguete de tres pesos que uno repleto de memorias. Pero sus deseos me ordenan y lo bajo creyendo en el azar: con suerte y no lo rompen.

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