Entre festejos reducidos o anulados el mundo dio la bienvenida a 2022 tras otro año de pandemia en el que, pese al despliegue de vacunas, la variante ómicron provocó un auge imparable de contagios.
Madrid, capital española, permitió a 7 mil personas comerse las uvas durante las tradicionales campanadas en la Puerta del Sol.
Londres (Reino Unido), Roma (Italia) o París (Francia) cancerlaron las celebraciones multitudinarias por el aumento de contagios.
Grecia prohibió la música en bares y restaurantes y el papa Francisco, además de suspender su habitual visita de Nochevieja en el pesebre de la plaza San Pedro, no presidió la ceremonia de la víspera de fin de año.
Sídney, la mayor ciudad de Australia, mantuvo los fuegos artificiales que suelen iluminar su icónico puerto. A diferencia de 2020, el espectáculo reunió a decenas de miles de personas, pero la afluencia quedó lejos de lo habitual.
El santuario Meiji de Tokio, Japón, recibió el nuevo año con multitud de visitantes que acudieron para realizar ofrendas y rezos; en Pekín y Manila, miles de ciudadanos chinos y filipinos salieron a las calles pese a las restricciones en los festejos.
La ciudad brasileña de Río de Janeiro mantuvo la pirotecnia, pero se redujo el alcance de la fiesta y se tomaron medidas para evitar aglomeraciones.