Ayer se dio el primer debate en la carrera por la gubernatura del Estado de México en el que ha habido únicamente dos contendientes, y las dos, mujeres, ex alcaldesas mexiquenses ambas, diferentes de edad (39 contra 62), en origen (una de Cuautitlán Izcalli y otra de Texcoco) y hasta de estilo de vestir... se enfrentaron.
“Delfina, no hay peor corrupción que robarle su dinero a los trabajadores y eso es lo que tú hiciste, aquí está”, acusó Alejandra del Moral en quizá uno de los golpes más fuertes que dio a Delfina, sobre todo porque la priista levantó una pancarta con la leyenda “Culpable”, grande y en rojo.
Bien aprendido el discurso, Delfina, la candidata de Morena, PT y Verde por la gubernatura mexiquenseque pretenden arrebatar al PRI, supo sortear todos los dardos. O casi todos.
Su defensa sobre el caso de los diezmos cobrados en Texcoco fue confusa. Y más porque hasta la moderadora, la periodista Ana Paula Ordorica, la encaró con eso.
—¿Por qué deben creer los mexiquenses que, como gobernadora, va a haber cero corrupción e impunidad, si como alcaldesa está documentado este cobro? —lanzó Ordorica.
—Qué bueno que me das la oportunidad de aclararlo. Efectivamente, se ha dicho mucha mentira, se han estado increpando muchas situaciones acerca de mi persona. Y yo lo que… lo único que quiero aclarar es que la gente que me conoce, los ciudadanos que me conocen, mi familia que me conoce y mis amigos que me conocen saben quién es Delfina Gómez…
Fue, quizás, el momento más crítico que encaró Delfina, porque después, pese a los constantes ataques de Del Moral, vestida con una blusa rosa, logró salir adelante.
Con un saco café, la candidata de Morena, PT y Verde atendió el compromiso. Sonrió poco, concentrada y seria salió al ruedo en el Instituto Electoral del Estado de México. Hizo frente al debate que su equipo de campaña pretendía posponer.
Del Moral, ex titular de Bansefi en los tiempos de Enrique Peña Nieto, encuadró su discurso en la idea de que ella es la más capaz, con energía y voluntad, que es una mujer y madre de familia, y atacó a su rival, la ex secretaria de Educación Pública del actual gobierno federal, con críticas como la supuesta subordinación a sus jefes políticos, varones, o por la desaparición de las escuelas de tiempo completo y las estancias infantiles ejecutada por el gobierno federal, al que la morenista pretende emular a escala estatal.
Pero Delfina supo asestar también golpes. Fiel a su perfil de mujer sencilla, tenía muy claro a quién dirigir sus palabras y sobre todo, cuál era ese mensaje que debía dejar sembrado: acabar con el PRI.
“Llegó la hora de decirle al PRI ‘adiós’, de una vez por todas, de escribir una nueva historia, porque creo que los mexiquenses lo merecemos… Es la oportunidad que gobernemos uno de nosotros, por eso no hay que desaprovecharla, por eso hay que aprovechar esta oportunidad histórica que tenemos… Quiero pedirles un favor, que me ayuden a que florezca la esperanza, que me ayuden a que el PRI ya se vaya de aquí”, leyó.
También hizo un reproche del asistencialismo con el que, dice, se han aprovechado de los pueblos indígenas y los grupos marginados.
“Son los más olvidados, se han utilizado de su pobreza para… ahora sí que engañarlos, esa es la palabra… Casi 100 años, me atrevo a decir, no nos debería dar risa, nos debería dar vergüenza”, dijo y desató aplausos de sus seguidores.
Y quedó resonando, por ejemplo, uno hacia el final: “la candidata del PRI se ha pasado todo el debate atacando, calumniando y entiendo su desesperación, está 20 puntos abajo en todas las encuestas y no ha de ser fácil saber que será la responsable de entregar al Estado de México al pueblo de México, se acabó la corrupción del PRI”.
Ante tal cañonazo, Del Moral alcanzó a responder antes de cerrar el debate, breve, pero hábil: “Las encuestas no votan, no hay un resultado escrito en piedra”. Habrá que ver.
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