Los domingos en la colonia Narvarte tienen mañanas perezosas. Los vecinos suelen caminar lento y en pijama paseando a los perros o rumbo a un puesto de barbacoa. Algunos deambulan arrastrando las sandalias hacia alguna cafetería abierta. La vida es lánguida y se acelera hasta el mediodía. Pero no este 2 de junio: todo cambia, incluso los outfits, si se trata del día de las elecciones.
Desde las 7 de la mañana, los vecinos de esta icónica colonia de la alcaldía Benito Juárez caminan presurosos hacia sus casillas básicas o contiguas. Se mueven rápido y nerviosos para ser los primeros en votar, aunque eso implique esperar en la banqueta a que abran las urnas. Lo hacen vestidos como quien va a una fiesta: camisas perfectamente planchadas, vestidos ligeros que combinan con gafas de sol, tenis de blancura impecable. En la alcaldía con mayor índice de desarrollo humano del país, votar no es sólo un deber cívico, sino un acto al que uno se prepara para ser visto, como ir a misa a un club social.
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En la fila y bajo el sol es inevitable que los vecinos platiquen entre ellos. La mayoría coincide en que se han levantado temprano por miedo a que se acaben las boletas y se queden sin votar. O que aprovechando una mañana floja, alguien llene las urnas con votos ilegales. O que no haya vigilantes que impidan que alguien vote dos veces. Esas chicanadas, coinciden muchos, es algo que haría Morena, el partido del oficialismo.
“Los de Morena son capaces de todo con tal de quedarse con la alcaldía y no se los vamos a permitir”, dice una mujer treintañera en la fila de la casilla 4333 en la calle Xochicalco. Otra, una adulta mayor, la secunda. “Sí, esa gente es de lo peor. Morena es leninista”.
Una escena similar ocurre en la colonia Del Valle. La casilla 4345, ubicada en la Avenida Coyoacán, hay gente esperando desde las 7 de la mañana. Los primeros en la fila llegaron antes del amanecer y los que llegan después de las 8:30 calculan que, si tienen suerte, votarán después de hora y media de espera bajo un sol potente. Pero la espera no desanima a la gente. Muchos están preparados con agua, protector solar, banco, libro y pila recargable.
“Mira, amor, ¡puro aspiracionista se levantó temprano!”, dice un votante mientras espera a que se solucione un retraso de 40 minutos en la casilla y observa la larga fila que da vuelta a la calle. “¡Bravo, te amamos INE! ¡Democracia, democracia!”, grita su pareja cuando las puertas, finalmente, se abren.
Los dos se cuidan de no hacer explícito su voto, pero ha quedado claro por quién no van a votar. Ambos quieren desquitar en las urnas lo que consideran un agravio presidencial: en octubre de 2021, el presisdente Andrés Manuel López Obrador usó su conferencia mañanera para arremeter contra los vecinos.
“Esto de que se tiene como doctrina la hipocresía es bastante extendido en sectores de la población, no necesariamente los más ricos, también en sectores de clase media, aspiracionistas. Hay más pensamiento conservador en la colonia Del Valle que en Las Lomas (de Chapultepec)”, dijo el presidente en Palacio Nacional.
Lo sabrá por experiencia propia. Cerca de esa casilla, en esa misma colonia, a unos metros de la estación Universidad de la Línea 3 del Metro, vivió casi una década con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller y su hijo Ernesto. Otro destacado morenista que vive en la Benito Juárez es el jefe de Gobierno Martí Batres y aquí nació Clara Brugada, la candidata de Morena al Palacio del Ayuntamiento.
Este es el territorio panista por excelencia. En lo que va del siglo, esta jefatura delegacional, hoy alcaldía, sólo ha sido ganada por Acción Nacional. Y siempre por un hombre.
“Vas a ver, mañana que estén los votos acá en la pared vas a ver: puro voto para Santiago Taboada”, dice una militante del PAN quien espera a que Luis Mendoza, candidato blanquiazul a alcalde, salga de votar en la casilla 4417 en la colonia Nápoles.
“No es cierto”, interviene un joven que espera a que la chica panista se vaya a buscar la sombra de un árbol. “Se van a sorprender los panistas, porque acá hay mucha gente que va a votar por Clara Brugada. Ya estamos hartos del desorden inmobiliario. Se van a llevar una sorpresa”.
Juan Domínguez, vecino de la colonia Letrán Valle, espera también un revés histórico para el PAN. Cree que el “fenómeno Sheinbaum” garantiza que la izquierda siga gobernando la Ciudad de México y que, con un poco de suerte, la alcaldía perderá su color azul y se teñirá de guinda. Ya es tiempo —dice— de que la izquierda llegue a las 56 colonias, como la Portales, Álamos o San Pedro de los Pinos.
“¿De dónde sacan que el PAN la tiene fácil? Yo no conozco a ningún vecino que vaya a votar por el PAN. Todos están hartos”, cuenta mientras espera mesa en un restaurante en el perímetrto del Parque de los Venados, a unos pasos de la oficina que hasta hace unos meses ocupaba Santiago Taboada, nominado opositor a jefe de Gobierno. “Tengo confianza en que no van a gobernar la ciudad. No tienen los votos”.
Ambos bandos lucen confiados en que han elegido al equipo ganador. En la alcaldía Benito Juárez parece que los votantes rebosan confianza. Sin embargo, debajo de esa aparente certeza, oficialistas y opositores confiesan que siempre existe la posibilidad de un resultado inesperado, como el del 2012, cuando la demarcación estuvo a punto de ser gobernada por una mujer y por la izquierda, cuando el PRD, PT y Movimiento Ciudadano se quedaron a 498 votos de darle un revés histórico al PAN.
“¿Te acuerdas de esa elección? Nadie lo esperaba y de la nada la Benito Juárez se fue a la izquierda y le dimos miles de votos a Miguel Ángel Mancera para hacerlo jefe de Gobierno”, recuerda Domínguez. “Acá nada está cantado. No te creas: estamos nerviosos”.
Desde aquel susto, el panismo aprendió la lección y se moviliza con fuerza para no volver a correr el riesgo de la derrota en su bastión y la vergüenza de no aportar votos suficientes para ganar la Ciudad de México. La clave, dicen los votantes de este 2 de junio, está en pararse temprano. Y dejar las mañanas perezosas para otro domingo.
aag