El aventurero del caos: Elon Musk anima los debates de nuestro tiempo

Sus locas ideas sobre los carros, los cohetes, los robots, las cápsulas de hipervelocidad, los chips intracerebrales e incluso los viajes interplanetarios desatan grandes discusiones.

Sus locas ideas desatan grandes discusiones.
Ciudad de México /

Es el visionario, el tomador de riesgos, el aventurero del caos. Elon Musk. Y también es el hombre de la arrogancia, de la ostentación y los comentarios desdeñosos. El que está tan cerca del cielo como del desfiladero, el equilibrista que cierra los ojos y se lanza al frente, con confianza ciega no en dios ni en la fortuna, sino en sí mismo.

En una época en que el consenso empresarial es pasar de lo material a lo digital, en que los serios gigantes del hardware son rutinariamente sobrepasados por los jóvenes hedonistas del software, Musk destacó entre estos últimos pero luego recorrió el camino inverso –y al mismo tiempo adelantado– abrazando los carros, los cohetes, los robots, las cápsulas de hipervelocidad y los chips intracerebrales, e incluso los viajes interplanetarios.

Visión, riesgo y caos. Pero tal vez, en su nuevo paso por los sistemas binarios que es su adquisición de la plataforma Twitter, por nada menos que 44 mil millones de dólares, algunos de sus más atentos observadores piensan que esa mezcla de tres elementos quizás está alcanzando su estado más extremo.

La situación ha generado que medios de toda Europa y Estados Unidos le hayan solicitado entrevistas al biógrafo de Musk, Ashlee Vance, interesados en escudriñar el intrincado entramado que permitiría entender las decisiones de Musk, o ganar un atisbo al menos de lo que pasará.

En una brevísima síntesis, Vance les ha respondido que “creo que está luchando consigo mismo”.

(Reuters)

Moldeando nuestro futuro

En el principio, Musk incursionó en el software para web, con la creación de Zip2, y en los servicios bancarios por internet con X.com, que después se fusionó con Confinity para convertirse en Paypal. Las dos empresas fueron muy exitosas. Pero el fundador fue apartado de la dirección general (CEO) de ambas por sus socios, que lo acusaron de cometer errores inaceptables.

Tras reflexionar, Musk llegó a ver que se había equivocado. Pero no por lo que decían sus acusadores, sino por no haberse asegurado de mantener la mayoría del accionariado, dejando abierto el flanco vulnerable por donde lo atacaron. Cuando el portal de ventas en línea EBay compró Paypal, en 2002, a Musk le correspondieron 180 millones de dólares por su 11.7 por ciento de las acciones, lo que le permitió emprender otros proyectos en los que se reserva el control absoluto.

Estaba haciendo realidad sueños que tenía desde muy joven. Con 100 millones de dólares, fundó la compañía de fabricación de cohetes y transporte espacial comercial SpaceX, con la que ha desarrollado una red privada de miles de pequeños satélites llamada Starlink, ha creado un programa para turistas espaciales y pretende llevar astronautas a Marte. En su visión, la vida terrestre es excesivamente frágil ante amenazas como asteroides, virus, clima o un conflicto nuclear, por lo que “debemos expandir nuestras vidas más allá de esta bola verde y azul o nos extinguiremos”.

Otra de sus obsesiones de adolescente son los carros motorizados por electricidad, que ha materializado con los 70 millones que inicialmente invirtió en crear la compañía Tesla. Su nuevo avance en este ámbito es el sistema Autopilot de conducción automática, que sin embargo enfrenta dificultades importantes por varios accidentes de tráfico, que incluso han provocado muertes.

Desde entonces, Musk ha atraído enorme atención con sus esfuerzos para desarrollar Hyperloop, de cápsulas presurizadas que deberían recorrer largas distancias viajando a velocidades hasta de mil kilómetros por hora, levitando a través de tubos en vacío (podrían recorrer, según su concepto, la distancia entre San Francisco y Los Ángeles, o México y Zacatecas, en media hora); Optimus, un robot con silueta humana, que se vendería muy barato, en unos 20 mil dólares; y Neuralink, chips que se colocarán en el cerebro humano para checar indicadores de salud, restaurar la visión de personas ciegas o permitir que parapléjicos controlen aparatos.

(Reuters)

El caos como naturaleza 

El caso Twitter, sin embargo, es particular. El anuncio de que lo iba a comprar, el estira y afloja que se produjo desde la compañía primero para bloquearlo y después para obligarlo a cumplir su compromiso de adquisición; y, después de que lo hizo efectivo, las polémicas decisiones de despedir a más de la mitad de los empleados, permitir los discursos de odio y dar por verificadas identidades que no lo fueron, entre otras cosas, provocaron una fuga de anunciantes y pérdida de ingresos que no queda claro cómo va a compensar.

Ashlee Vance, el autor de “Elon Musk. Cómo el CEO multimillonario de Tesla y Space X está moldeando nuestro futuro”, le dijo al portal estadounidense Vox que “no creo que el caos que estamos viendo desarrollarse en Twitter realmente atemorice a Elon”, pues Tesla y Space X han estado varias veces a punto de la bancarrota y “ese es el tipo de vida en el que él parece existir”.
(Reuters)

Sin embargo, Vance observa que Twitter es distinto a esas empresas porque “ya ha alcanzado el éxito, es el lugar donde todos se juntan a platicar, pero eso no ha sido suficiente para pagar las facturas”, para cubrir los gastos de mantener la empresa andando.

Así que, prosiguió el biógrafo y amigo de Musk, “aquí es donde empiezas a entrar en un territorio que simplemente desconocemos. No hay mucha evidencia de que Elon sea bueno para leer señales como éstas. Y se requiere algo de suerte”.

Los anunciantes de los que depende el futuro de Twitter están preocupados. Todavía más grave: Musk amenaza con utilizar Twitter para “señalar y avergonzar” a quienes dejen de pagar publicidad en la red. Y demostró su disposición a cumplir lanzándose a tuitazos contra otro gigante: “Apple ha dejado prácticamente de hacer publicidad en Twitter. ¿Odian la libertad de expresión en Estados Unidos?”

(Ilustración: Luis M. Morales)
“Creo que está luchando consigo mismo”, le dijo Vance a Vox. “Su lucha central en este momento es que quiere que Twitter quede separado de su personalidad y que la gente lo vea así. Y no parece darse cuenta de que eso es imposible”.

FR

  • Témoris Grecko
  • Periodista, documentalista y analista político que ha cubierto conflictos sociales y armados en 95 países y territorios, publicado siete libros y escrito cinco documentales.

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