Le entro con singular alegría a la comida callejera: Mario Zamora

Entrevista

Desde niño el senador priista ha estado ligado a la política y al beisbol, por lo que considera que el actual trabajo legislativo parece un juego de serie final; cuenta que cuando Colosio visitaba Los Mochis comía en su casa.

El sinaloense lleva amuletos y le gustan las películas románticas. (Octavio Hoyos)
Silvia Arellano
Ciudad de México /

Descendiente de familia priista, Mario Zamora afirma que en este momento el Senado parece un juego de serie final de beisbol, porque cada pichada cuenta y es difícil adelantar lo que va a pasar.

Cuenta que desde niño es aficionado a ese deporte, el favorito del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien lanza el reto de echarse un partido entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Confiesa que siente la responsabilidad de cuidar su nombre, no solo por su padre y abuelo, sino por “el que le estoy dejando a mi hijo”. Se casó con su mejor amiga y el amor de su vida, Wendy Ibarra, a quien le pidió ser su novia en sexto de primaria.

Tiempo después Wendy le envió una carta con una prima que decía: “Dile a Mario que termino con él”… casi 10 años después contrajeron nupcias y ahora tienen tres hijos.

Revela que conoció al ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio en el desayunador de su casa y que Francisco Labastida fue el primer personaje del PRI que saludó cuando tenía ocho años.

¿Cómo fue su infancia?

Muy feliz. Nací en Los Mochis, Sinaloa; en aquel tiempo era una ciudad chica, todo su origen se da por un ingenio azucarero. Mi mamá perdió cinco embarazos y cuando me esperaba estuvo ocho meses y medio en cama. Se pensaba que yo iba a ser pequeño, pero mido 1.86 metros y peso casi 100 kilos, así que falló un poco el cálculo de la ciencia.

¿Por qué le gustó el beisbol?

Estudié en El Colegio Mochis, practicábamos distintos deportes: beisbol, basquetbol, golf, tenis, frontón… Jugué mucho en tercera base, a veces me tocaba pichar, a veces primera base, pero tercera era lo más común.

¿Cómo inicia en la política?

Mi papá estaba dedicado a la empresa, vendía materiales, y después empezó a participar en la política. Desde chico he sido inquieto y entonces lo acompañé. Desde los siete años andaba pegando pósters. A los ocho o nueve fui a mi primer evento, era candidato Francisco Labastida Ochoa a la gubernatura de Sinaloa, y ahí lo saludé y nos tomamos una foto.

¿A quién admira del PRI?

Me tocó conocer a Luis Donaldo en el desayunador de mi casa. Cuando iba a Mochis comía en mi casa —conocía a mi papá— y me acuerdo muy bien de que después iba a un sillón de la sala y se echaba una siestecita… Yo sí le creí, por eso decidí estudiar economía en el Tec de Monterrey. También admiro a José Antonio Meade, Beatriz Paredes y otros.

¿Le aconsejó algo Colosio?

Me tocó escucharlo en mi casa decir que la política o el gobierno es para servir y es una actividad muy difícil, muy compleja, y hay que tratar de hacer amigos.

¿Y tenía razón?

Eso es lo que he tratado de hacer (amigos), y otra cosa que decía es que hay que servir a quien más lo necesita; me acuerdo de esa plática en el comedor de mi casa.

¿Cuál es su platillo favorito?

Como se puede ver, soy tragón, debo reconocer que soy muy comedor de la calle, me encantan los tacos, las tortas, todo lo que te encuentras… le entro con singular alegría.

¿Cocina? ¿Tiene buena sazón?

No mucho, pero creo que lo que cocino no me queda tan mal. Creo que sí tengo buena sazón. Hago platillos muy sencillos que son sopitas con huevo y tortillas fritas con huevo, me quedan buenísimos.

¿Cuál puede ser su home run en la política?

Mi home run lo tengo claro desde chico: es ser feliz. Es lo que le he transmitido a mis hijos.

¿Qué hobbies tiene?

Trato de ir al cine con mi familia o en mi casa nos juntamos a ver películas en Netflix.

¿Y qué género le gusta?

Me gusta más que nada romántico; me gustó mucho A Star is Born de Lady Gaga. La última que vimos juntos fue Roma, nos gustó bastante. Mi hijo está más chico, así que vemos muchas de superhéroes… en mi familia somos muy democráticos, vale igual mi voto que el de mis hijos, entonces ligeramente me ganan la votación, pero lo disfruto mucho.

¿Le gustan los amuletos?

Uso una crucecita hace muchos años, un escapulario de la Virgen de Guadalupe de color rojo, y sí, cada pulsera que llevo tiene un significado particular que tiene que ver con mis hijos y con mi esposa.

¿En qué se parecen el beisbol y la política?

Hay tantas incertidumbres que parece juego de Serie Mundial. En esta nueva etapa que vivimos, tanto en la parte del partido como en la nueva administración, la circunstancia que se tiene en el Senado parece juego de serie final. Es difícil adelantar lo que pasará, hay que estar atento out por out y pichada por pichada.

¿Qué lee?

Su hábito por la lectura comenzó cuando se graduó de secundaria, su abuelo le regaló El espejo enterrado, de Carlos Fuentes.

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