Si se piensa en una organización que en México haya logrado frenar millonarias inversiones que amenazan el medio ambiente esa es el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) que, al exigir la aplicación efectiva de la ley a lo largo de sus 26 años, ha logrado preservar los manglares de Tajamar en Cancún y cancelar el proyecto Dragon Mart en Puerto Morelos; también paró el proyecto minero Los Cardones y el proyecto Cabo Cortés, que amenazaba a Cabo Pulmo en Baja California Sur. La asociación civil sin fines de lucro es dirigida por Gustavo Alanís Ortega, uno de los abogados ambientales referentes del país.
“Soy egresado de Derecho de la Universidad Iberoamericana y siempre me llamó la atención la naturaleza, las lunas llenas, las puestas de sol, el mar, las estrellas”, asegura.
¿No pensó estudiar ecología, biología…?
Tenía la influencia de mi padre, quien fue abogado, y creía que, al igual que él, tenía que estudiar derecho; él nunca me presionó ni nada, pero yo de manera natural decidí estudiar derecho.
Trabajaba en un despacho de abogados cuando en 1990 tuve que ir a Washington a una reunión de trabajo en el Banco Mundial, y pensando en un posgrado, aproveché para buscar universidades. Para mi sorpresa me encontré con la maestría de Derecho Internacional en la American University que tenía enfoque en medio ambiente, aunque yo no era experto, ni sabía nada del derecho ambiental, ni de los temas ambientales.
Ya en la maestría, en la negociación del TLC original se empezó a hablar de que México tenía buenas leyes ambientales, pero no las hacía cumplir. Entonces, junto con otros compañeros mexicanos, vimos un nicho de oportunidad para crear una organización en nuestro país que contribuyera a la aplicación efectiva de la ley.
¿Cuándo arrancó el Cemda?
La oficina empezó informalmente a operar el 16 de agosto de 1993; legalmente nos constituimos en diciembre ya como asociación civil sin fines de lucro. Era un volado, no sabíamos si íbamos a tener éxito. Mis papás me decían: “mejor vete a un despacho, a la segura”, porque al mismo tiempo tenía otros ofrecimientos de trabajo en la embajada de México en Washington y en el Environmental Law Institute.
Al mismo tiempo, a partir de enero de 94 empecé a dar clases de derecho ambiental en la Ibero, los lunes y miércoles de 8 a 10 de la noche, y desde entonces lo sigo haciendo. Empezamos como materia optativa y ya es obligatoria. Fui el único profesor durante 12 años. Ese es uno de mis hobbies, dar clases. Lo hice también en el ITAM por 15 años y en la misma American University en verano. La academia me gusta, no es bien pagada, pero lo hago por empujar a las nuevas generaciones en el derecho ambiental.
¿Otros hobbies?
Corro maratones, el pasado domingo 15 de diciembre corrí mi maratón 35 en Dallas, Texas. Llevo más de 30 años corriendo, mi primer maratón fue en 86 en Nueva York, he corrido en Tokio, Londres, Berlín, Boston, Chicago, es algo que disfruto mucho y me da fuerza, disciplina y constancia, me ayuda mucho a reflexionar, luego llego al trabajo y comienzo a escribir.
¿La familia?
Mi familia es parte fundamental, tengo tres niñas preciosas, entonces también les dedico el máximo tiempo posible; el fin de semana trato de no trabajar para pasarlo con ellas.
La administración actual me invitó a trabajar con ellos. Josefa González Blanco (ex secretaria de Medio Ambiente) me invitó a ser el procurador ambiental y una de las cosas que yo puse sobre la mesa son los fines de semana para mí, por mi familia; su respuesta fue: “tienes que trabajar los sábados”, entonces decliné la invitación. No es la primera vez que me invitan, Juan José Guerra Abud me invitó a ser subsecretario y luego titular de Conanp. Distintos gobiernos me han invitado a trabajar con ellos, lo que sí he aceptado es ser parte del comité consultivo de la Comisión Ambiental del TLC en tres ocasiones.
¿De aceptar, se hubiera perdido el contrapeso que representa Cemda?
Nosotros no somos un grupo de choque, lo que queremos es la aplicación de la ley, era atractivo ser el procurador ambiental del país, era una oportunidad para llevar algunas experiencias que hemos aprendido aquí, pero seguramente hubiera habido diferencias por la refinería u otros proyectos.
Y algo que quiero mantener es mi autonomía, mi independencia, no estar a la voluntad de alguien más o pedir permiso para desarrollarme; disfruto la oportunidad de ser libre, autónomo, tomar mis propias decisiones, como cuando me tomo mis vacaciones, eso para mí vale oro.