Revitalizar los cuerpos de agua en la Ciudad de México se ha convertido en una prioridad y. por ello, el gobierno capitalino ha incursionado cada vez más en la construcción de humedales artificiales: microecosistemas capaces de mejorar de manera natural la calidad de este recurso.
“Los humedales son espacios semi inundados de baja profundidad, donde confluye un cuerpo de agua y una diversidad de plantas que, por sus características biológicas, toman elementos contaminantes para su desarrollo, y a su vez, depuran de manera gradual y selectiva las aguas negras”, explica José Antonio Benjamín Ordóñez, doctor en ciencias por el ITESM.
Se trata de la recreación de ecosistemas que se han ido perdiendo con el desarrollo de la huella urbana, muy parecidos a los que se tenían originalmente en la antigua Tenochtitlán o el Lago de Texcoco, que hoy sólo pueden observarse de manera natural en algunas zonas lacustres del sur de la capital, y, fuera de esta, en zonas de manglares y arrecifes.
“Estos terrenos se encargan de sanear el agua, primero mediante filtros de rocas, donde se atrapan sedimentos de materia orgánica y basura; luego, las plantas hacen su trabajo, que va desde absorber metales pesados, sales, nitratos, nitritos, bacterias y hasta heces fecales”, apunta.
A través de los procesos metabólicos de plantas como carrizos, juncos, tifas, lentejillas, jacintos, lirios y colas de caballo, la calidad del agua ha logrado mejorarse hasta en un 90 por ciento en distintos cuerpos hídricos, tanto naturales como artificiales.
“Una vez que el agua sale completamente tratada, dentro de las especificaciones del humedal, se puede potabilizar o se puede regresar al ecosistema mediante infiltración, con la recarga de los acuíferos; sin embargo, para un aprovechamiento real, se necesita cosechar la misma, ya que esto garantiza su uso y también el funcionamiento del humedal”, sostiene Ordóñez.
En la Ciudad de México se han construido humedales artificiales en sitios que promueven la conservación, como la Sierra de Guadalupe, Sierra de Santa Catarina; Parque Cuitláhuac, Parque Ecológico quemando, Cerro de la Estrella, Bosque de Chapultepec y el Bosque de San Juan de Aragón.
Además de mejorar la calidad del agua de los cuerpos hídricos urbanos, los humedales ayudan a disminuir los efectos del cambio climático, pues su presencia contribuye a la captura de dióxido de carbono, lo cual llega a impactar en la termorregulación del medio ambiente.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México, en la capital se cuenta con un sistema de casi 4 mil hectáreas de humedales, en zonas de Patrimonio de la Humanidad y que comprende las alcaldías Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta.
Sanear la calidad del agua de los cuerpos urbanos no sólo ayuda a la recuperación de las zonas verdes de la capital, aclara el experto, sino también incentiva el repoblamiento de la fauna silvestre nativa e incluso migratoria.
Aunque en los últimos años se ha promovido la recuperación de estos espacios, aún falta por avanzar, precisa Ordóñez, porque “la Ciudad de México tiene una extensión bastante grande y por ello es que se necesita de una mayor cantidad de humedales, ya que es parte importante de nuestro desarrollo integral, para bajarle a la contaminación y muchas otras cosas que ponen en riesgo la salud de la gente y de las especies que conviven en esta cuenca”.
EHR