Como “ferviente activista del uso de la bicicleta”, el diputado federal Javier Hidalgo vendió su auto hace siete años y se puso a pedalear de casa al trabajo, del trabajo a casa y prácticamente a cualquier lugar, no obstante que, según su experiencia, eso significa “jugarse el pellejo” todos los días en las calles de Ciudad de México.
Arquitecto de profesión y fotógrafo por afición, el legislador inició de niño su actividad política de la mano de su padre, entonces profesor, en el movimiento de 1968, y años después participó en la Coordinadora de Damnificados de los Sismos de 1985, en la fundación de la Asamblea de Barrios en 1987 y del PRD en 1989, hasta sumarse desde su origen a Morena y a la llamada "Cuarta Transformación".
A propósito de la "Cuarta Transformación", pareciera que la movilidad no está entre las prioridades del nuevo gobierno...
No y sí, o sea, lo que conozco es que no se valora como el principal problema, a no ser de Claudia (Sheinbaum), que sí lo ha señalado como el segundo problema después de la seguridad, porque verdaderamente en todo el país no es lo mismo. Me ha tocado estar en diferentes ciudades y aquí en Ciudad de México es grave con mayúsculas.
Pero usted diariamente se traslada de su domicilio a la Cámara de Diputados en bicicleta...
No, pues a todos lados en bicicleta, me es mucho más cómodo, llego mucho más rápido, llegó puntual. Vendí mi carro hace ya como siete años y tenía ya muchos años de andar en bicicleta y entonces sí, para todos lados, me es muy placentero, disfruto muchísimo llegar a cualquier lado, te pone de buenas, es algo que ya lo hago parte de mi vida cotidiana.
¿No es de los diputados que se toman la fotografía con la bicicleta y después salen por la puerta trasera a bordo del auto?
No, pero tampoco veo mal que se tomen la foto, aunque sea un día es muy bueno, no hay una cuestión moral ahí; me da mucho gusto ver a gente como, por ejemplo, Néstor Núñez, el alcalde de Cuauhtémoc, que llegaba con su camionetota antes y ahora ya lo ves que desde la campaña empezó a andar en bicicleta y hoy no deja la bicicleta para nada, y así hay otros, Ricardo Monreal de repente la usa, Víctor Hugo Romo de repente la usa.
A mí me preocupa mi hija, por ejemplo, que también usa la bicicleta a diario, porque la ciudad se diseñó para coches y aun para trayectos de 5 minutos se piensa en coche, y entonces hay que reinventar la ciudad para adecuarla a la escala humana, donde puedas caminar o andar en bicicleta de manera segura y confortable, que te pueda dar esta sensación que a mí me da andar en bicicleta y que la podemos vivir todos.
Caminar y andar en bicicleta de manera segura y confortable te hace feliz, ¡bueno!, lo dijo Kennedy: no hay placer mayor en la vida que dar un paseo en bicicleta.
Además de la bicicleta y de la política, ¿qué más le apasiona en la vida, qué música, qué hobbies?
Bueno, música sí escucho de toda. Spotify es una maravilla. Lo que escuché más en 2018 va desde unas salsas antiguas, muy padrísimas, cubanas, hasta unas de reguetón; hay un puertorriqueño que me encanta, que es Roy Brown, Janis Joplin, The Doors, The Rolling Stones, es como muy diverso, también en español, Caifanes, Café Tacvba, La Maldita Vecindad, El Gran Silencio. Escucho tanta música que tengo una bocina que me sirve para bañarme, para la bici, para todo el tiempo traer música...
Hobbies, pues la fotografía, o sea, la fotografía la redescubrí ahora que fui director del Instituto de la Juventud durante seis años; ahí me enseñaron la fotografía digital y sí tengo mi estudio, he hecho fotos de modelos, desde desnudo hasta de arquitectura, de retrato, de campaña política.
¿Su autor favorito, qué libro está leyendo ahora?
El llano en llamas, de Juan Rulfo, lo estoy redescubriendo ahora, es un gran autor, me impresiona, lo puedes leer párrafo por párrafo y disfrutarlos cada uno de ellos y entonces ese es mi libro que tengo aquí como para cualquier
momento.
Estoy leyendo también dos libros que tienen que ver sobre ciudades: Muerte y vida de las grandes ciudades, de Jane Jacobs, un libro que se hizo hace 50 años y que nos ayuda muchísimo a entender cómo se hicieron las ciudades, y otro que se llama Una ciudad noble y lógica, de Alejandrina Escudero, que habla sobre la historia de planeación de Ciudad de México a principios de siglo.