"¿Mamá, jugamos?" Ser maestra, ama de casa y hacer 'home office' por coronavirus

Día de las madres en época de coronavirus

Tras el cierre de las escuelas, los hogares se convirtieron en oficina y escuelas, mientras que las madres ahora son maestras y trabajan a distancia, ante la emergencia sanitaria por el covid-19.

Debido al confinamiento, los hogares se han convertido en oficinas y escuelas. (Milenio Digital)
, Adriana Anguiano, , , Jimena Campuzano, , Natyelly Meneses, José Alfredo Martínez Jarquín, Víctor Medina, Luis Madrid y Guadalupe Barbosa
Ciudad de México /

Millones de madres mexicanas experimentan un cambio profundo en sus vidas, mucho más allá de la transformación de sus rutinas, a causa del nuevo coronavirus causante del covid-19.

De los 32.7 millones de madres de familia que hay en el país, 15 millones 785 mil tienen un trabajo remunerado, de acuerdo con las más recientes cifras del Inegi; y ellas están haciendo malabares con las tareas de su trabajo, la casa y el cuidado infantil.

Aquí te contamos algunas de sus historias:


"Hago tres cosas al mismo tiempo"

Combinar tres actividades al mismo tiempo y en el mismo espacio es el mayor reto de Vanessa Meléndez, de 38 años; quien es productora de radio, ama de casa y madre de tres niños de un año y medio, 5 y 14.

"Hago tres cosas al mismo tiempo. Por ejemplo, mientras preparo el desayuno pongo la lavadora; en lo que está el licuado respondo un mail o mensaje de WhatsApp; sirvo el desayuno gestionando la entrevista que voy a tener en un rato más", cuenta.

Grabar, editar audio, hacer entrevistas y transmisiones al aire, además de las labores del hogar, ser maestra de dos pequeños y atender un bebé, es una misión titánica.

"A veces sí me siento súper saturada de tantas actividades escolares que les dejan y las fechas de entrega, pues con las labores de casa, el bebé y mi trabajo, el día se me pasa volando y la verdad es que hay ocasiones que he tenido que postergar esas entregas".

Que sus hijos se adapten a las clases en línea también ha sido complicado, sobre todo para que pongan atención.

"Al principio era confuso para la niña de secundaria porque no estaba acostumbrada a las clases en línea, pero yo ya había tomado un diplomado por esa modalidad y gracias al apoyo de los maestros, se acostumbró rápido. Al niño de cinco años sí le está costando más trabajo, pues requiere mucha atención, por ello me apoyo en videos de YouTube y estoy buscando estrategias para captar su atención", contó a Milenio Digital.


"Unos días acaban en llanto, pero otros con juegos de mesa y cuentos"


Ma, ¿jugamos? ¿ya casi acabas?”, me pregunta Fer mientras estoy frente a la computadora trabajando o en plena junta virtual. “¡Ya cuelga tu teléfono!”, me sentencia varias veces al día. Me siento culpable de trabajar mientras lo veo en el sillón mirando la televisión y me frustra no poder dedicarle más tiempo.

Algunos días despertamos entusiastas y salimos un rato a jugar basquetbol, pero para Fer hacer unas canastas durante una media hora no es suficiente, entonces la salida acaba en llanto porque tenemos que regresar a casa.

A mis chats del trabajo se sumó el de la escuela de mi hijo de 8 años. El lunes que “regresamos a clases” fue muy estresante tener que ver los videos de los maestros, imprimir las actividades y lograr que mi retoño hiciera ¡algo! de sus clases a distancia.

En casa no seguimos los videos de la SEP, pues la escuela de Fer manda videos y actividades de español, matemáticas, inglés, educación física, danza e informática… ¡es mucho!

“Un día a la vez”, me digo y trato de seguir una rutina, pero si un día no lo logramos, no me estreso y dejo que Fer juegue libremente. Otros días sale todo bien: mi hijo hace sus actividades y hasta toma su clase de taekwondo.

Algunas noches hay llanto porque no se quiere dormir… pero muchas más, acaban con bailes, juegos de mesa o contando cuentos adentro de una casa de campaña. Mamás: un día y una noche a la vez.


Clases en línea: travesuras y adaptación

Son las 11:00 horas, pero Ale está despierta desde las 9:45, toma un baño mientras que en la mesa ya la espera su desayuno. La pequeña de ocho años, quien cursa el tercer año de primaria en una escuela privada, volvió desde el 20 de abril a las aulas de una forma diferente: lo hace en una laptop donde se conecta a través de la plataforma Zoom, esa que se ha vuelto la mejor aliada de quienes trabajan en casa debido a la pandemia.

Sus clases se dividen en dos: de 11:00 a 12:00 horas toma la lección de inglés y de 12:00 a 13:00 horas atiende las instrucciones de su profesora de español y matemáticas.

Al principio, la madre de Ale tenía dudas sobre este método. “No creo que sea fácil mantener la atención de tantos niños durante dos horas, pero hay que ser conscientes de la situación y esperemos que, tanto las maestras como los pequeños, saquen el máximo provecho”, afirmó.

Las maestras entendieron perfectamente de qué se trataba, con un método dinámico y hasta cierto punto divertido, han logrado mantener a sus alumnos entretenidos y participativos.

Las tareas después de clase son sencillas aunque excesivas, a decir de algunos padres. Además, éstas se deben fotografiar y enviar por correo a la maestra, quien revisa y devuelve las correcciones y calificaciones.

Como cualquier niño, las travesuras están a la orden del día: interrumpen las lecciones para mostrar a sus mascotas, para hacer garabatos en la pantalla, actos que provocan una llamada de atención de las maestras.

Al final, Ale ha comprendido que es afortunada, ya que varios niños en el país no tienen el privilegio de una computadora con internet para estudiar, por lo que ha asumido su rol con responsabilidad.


"¡Paciencia, mamás, todas estamos igual!"

Gaby no pierde el buen humor y ante el encierro por la pandemia de covid-19, se divierte con sus hijas Michel y Yaretzi maquillándolas, tomando fotos chistosas o viendo cómo su retoño le pinta las uñas a su perrita Coffe.

Sin embargo, admite que el mayor reto es hacer que Yare, de 7 años, se levante temprano para ver el Aprende en casa de la SEP y cuando sí los ve, a la pequeña le resulta tedioso y quiere que su mamá esté con ella todo el tiempo viendo los videos.

“La organización no ha cambiado mucho”, cuenta Gaby, quien prepara comida para dos días y hace las hojas de trabajo para que Yare las resuelva y estudie un poco. “Después de la comida me pongo a trabajar hasta la noche”.

¿Qué extrañan las niñas de la vida antes del coronavirus? "Yare nada, está muy a gusto en casa; aunque Mich, de 15 años, sí extraña salir a la escuela, ella sí está más aburrida y fastidiada".

De mamá a mamá: "Yo les diría paciencia todas estamos igual".

"El mayor reto es entretenerlos"

​La enseñanza de sus hijos y el que no piensen el encierro causado por el coronavirus, son las principales preocupaciones de Cinthia Flores, quien tiene dos pequeños: Camila y Eduardo.

“El mayor reto es poder tenerlos distraídos y entretenidos la mayor parte del tiempo, pues hay momentos de angustia y desesperación”, aseguró.

Sobre el aprendizaje en casa, reconoce que seguir las instrucciones de los maestros es fácil; lo complicado llega cuando sus hijos no comprenden alguno de los temas.

Todos los días, es la primera en levantarse y revisar las actividades que deben realizar sus hijos, para así organizar la jornada. Para Eduardo, y Camila empieza con el desayuno, posteriormente se dedican a la escuela, mientras que su mamá realiza las labores del hogar.

Los niños también modificaron su forma de divertirse, pues dejaron el celular por los juegos de mesa o incluso dan un concierto a sus padres con una canción que Eduardo escribió para su gato.



"Los niños son nuestro mayor tesoro, nos enseñan a privilegiar las cosas importantes"

Para Nancy, que su pequeña Taiyari no vaya a la escuela por la emergencia sanitaria no ha traído mayor complicación, pues antes de la cuarentena, ellas convivían la mayor parte del tiempo.

El único problema para que Tai, de cinco años, siga con sus clases a distancia es el horario, pues el programa de la SEP se transmite a las 07:00 horas, cuando ella estaba acostumbrada a entrar a la escuela hasta las 09:00.

“Hay que estar con ella para apoyarla en lo que tiene que realizar. No es difícil, las actividades y vídeos son llamativos”, cuenta.

Nancy, quien es psicóloga, ha tenido que cambiar sus horarios de trabajo para que no intervengan a la hora de la comida o de la tarea de la pequeña Tai.

Hago mi tarea junto con ella para que observe que también tengo tarea y cumplo con ella”.
“Los niños son héroes: se ven obligados a renunciar tanto y aun así lo aceptan mejor que nosotros; terminan apoyando el estado de ánimo de los adultos, y todo sin quejarse, porque saben que allá afuera hay una enfermedad: ‘Lo sé mamá, es por el coronavirus’".

"Adapto mi horario de trabajo al de su escuela"

Viviana Pérez, de 48 años, busca mantener el equilibrio entre su trabajo como directora de una institución de asistencia privada y sus labores como madre de una niña de 12 años, quien toma clases en línea.

Para Viviana, que su hija lleve clases en línea no es una labor difícil, pero si cuestiona que la escuela pretenda aparentar que no pasa nada y da clases de forma normal.

“Me sorprende que en la escuela no hablen del tema de fondo y pretendan que no pasa nada y que las clases deben seguir como si fuera de manera normal", indicó.

Para realizar su labor de madre y directora, Viviana Pérez se organiza con su hija para que estén relativamente cerca y puedan comunicarse.

“Tengo mi horario de oficina y de clases al mismo tiempo, así que le pido a mi hija que trabaje en la cocina y yo en mi escritorio como si ella estuviera en la escuela. Luego cortamos para comer y en la tarde regreso a trabajar y ella a hacer su tarea”, contó.

Debido a la cuarentena, ahora logran tener tiempo libre hasta las 19:00 horas.

“Nos despertamos a las 09:00 horas aproximadamente para desayunar. Posteriormente recogemos las camas, ropa, me baño y recojo otras áreas para que ella inicie sus clases, que son de las 10:00 hasta las 15:30. Yo adapto mi horario de trabajo al suyo. Después preparo la comida, comemos juntas y en la tarde regreso a mi escritorio y ella a terminar sus tareas. Ya cerca de las 19:00 horas tenemos tiempo 'libre'".



"Pauso mi trabajo para cuidar que no se peleen"

Mariana Rodríguez, quien vive en Naucalpan, Estado de México, se encarga del cuidado de sus dos nietos: Alexander, de 10 años, y Sofía, de dos; desde que comenzó el aislamiento se despierta todos los días a las 07:00 horas a preparar el desayuno.

Desde hace 30 años es recepcionista administrativa, oficio que le ha permitido trabajar desde casa durante la contingencia; sin embargo, tener a sus nietos todo el día le ha complicado sus actividades “porque al ser pequeños, son muy inquietos”, por lo que interrumpe su trabajo para atenderlos y cuidar que “no se peleen”.

Respecto a las clases y tareas en casa, con Alexander debe tener más paciencia, ya que “es difícil lograr que ponga atención a sus clases”, sumado a que “uno no está acostumbrado a darle ese tipo de enseñanza”, pero también es un aprendizaje para ella, hablar de todos los temas.

“Tratamos de utilizar el mismo tiempo de trabajo que para la escuela”, afirma, pero al pasar de los días, estos se han tornado iguales, ya que prácticamente tienen la misma rutina.

Para ella, lo que más extrañan sus nietos es correr en la calle o “por lo menos ir al parque” aunque, para que los niños se distraigan, ha optado por enseñarles nuevas actividades como “cuidar las plantas” o instalar un columpio afuera de su casa “para que se relajen".


"Enseñanza en línea le deja muchas dudas"

Itzel tiene una hija de 7 años, María Fernanda, a quien dedica todo su tiempo luego de que, por la emergencia sanitaria, en su trabajo le permitieron quedarse en casa, aunque le redujeron el salario al mínimo.

El mayor reto durante el confinamiento, cuenta Itzel, ha sido inventar actividades para mantener entretenida a Fer. Aunque con la activación de la escuela en línea, ahora pasa el mayor tiempo ayudando a su hija con las clases y tareas, lo que le lleva de las 09:00 horas y a veces termina hasta las 19:00 horas.

“Tengo una niña de 7 años en la que debo poner el cien por ciento de atención para la elaboración de trabajos y de actividades que le piden en la escuela”, dice y confiesa que con la enseñanza en línea, a Fer le quedan muchas dudas de los temas, las que Itzel debe despejar.
“La mayor parte de mi tiempo lo dedico en la escuela en línea, apoyando a mi hija a que entienda los temas que se explicaron y después hacer algo práctico de comer".

Consejo de mamá a mamá:

“No se desesperen; debemos tener paciencia para salir lo más pronto de este tema. Tampoco se desesperen con los niños, ya que ellos también están estresados de estar encerrados tanto tiempo y lo reflejan al no querer hacer tarea, contestar de mala manera o haciendo berrinches”.

"Al día le faltan horas"

"Estoy trabajando o estoy muy ocupado", son frases que mi hijo de tres años ha adoptado para imitar a mamá, editora web; y a papá, contador, quienes hacen home office de las 08:00 a las 17:00 horas, tiempo que antes del confinamiento por el covid-19, André y su hermano Mael, de un año, pasaban en una guardería.

La actividad matutina inicia desde las 06:00 horas; los niños despiertan aproximadamente una hora después y es importante tratar de cumplir con sus rutinas: de tres a cuatro comidas al día; un par de horas de siesta; alguna actividad; su baño antes de dormir y cuando se puede, alguna videollamada con los amiguitos de André, a quienes más extraña.

Lo cierto es que a veces la rutina no puede seguirse; el gran reto es atender varias tareas a la vez sin perder el control, la paciencia, manejando el estrés y sin abusar de la tablet o la televisión como niñera.

Si bien la guardería no demanda de clases virtuales, André estudia inglés, pero no ha sido posible cumplir con las tareas entre semana pues requieren de nuestra atención mientras las realiza; en tanto, Mael ha sufrido alguna rozadura por la falta de un cambio de pañal a tiempo. Es al final de la jornada, que como papás jugamos y atendemos a los pequeños ya desesperados y demandantes de atención.

Las tareas se dividen: por lo regular mamá atiende a Mael y papá a André; la limpieza, preparar la comida, lavar y otras tareas se realizan después de las 20:00 o 21:00 horas, una vez que los peques duermen. Al día le faltan horas.


"Estamos en el núcleo que nos da paz"

“Estamos en casa, pero sólo es cuestión de apagar una pantalla y seguimos en un núcleo que nos abraza y nos da paz. Agradezco mucho que cada comida del día, la hago con la gente que amo.”

Así describe Noemí Navarro, de 25 años, el lado positivo de la nueva cotidianidad que el coronavirus le trajo a casa debido al confinamiento. Su hogar, en el que ya tenía tareas diarias que dividía con su esposo, ahora se convirtió también en oficina y escuela que comparte además con sus dos hijos: el mayor, de 9 años, y un bebé que está cerca de cumplir dos años.

Aunque, como todos, también significó un cambio de rutina, de hábitos, de horarios. Igual que antes de la pandemia, el eje sigue siendo la escuela, ahora en forma de clases virtuales con las dificultades que eso representa: desde los profesores que tienen problemas para conectarse hasta las distracciones de compañeros que reducen el tiempo efectivo de las clases a la mitad. Pero ellos aprovechan los espacios libres para comer juntos y platicar para distraerse del estrés, la incertidumbre y el miedo que sienten en ocasiones.

Para ella, uno de los mayores retos fue adaptarse a este cambio y entender que debía modificar un poco sus prioridades si quería ser funcional en este nuevo estilo de vida. Así puede aprovechar más el tiempo con sus hijos y esposo, ayudarle a los pequeños en lo que sea necesarios y disfrutar, cuando se pueda, su estadía en casa.


"Tuve que separarme de mi hija para evitar contagios"

Para Olinka Valdez la pandemia ha sido complicada, no por el hecho de compaginar su labor como periodista o por las tareas que le dejan a su hija Dalila, de ocho años, sino porque tuvo que separarse de ella para no exponerla, ya que sigue trabajando fuera de casa.

“Tuve que separarme de mi hija por seguridad y por el ritmo de trabajo. Hablamos todos los días por videollamadas, pero la extraño mucho. Daría lo que fuera porque se durmiera conmigo.

Desde el 22 de marzo, Dalila está con su tía Amapola en Zacatecas, y aunque ella es amorosa y la ayuda a hacer sus tareas, la pequeña quiere regresar a casa.

Mientras realizan una videollamada, Olinka lee a Dalila un cuento o platican sobre cómo estuvo su día.

“La otra vez me dijo que quiere regresar; que soy la única persona en la que confía. Le escribió una carta al niño Dios y le pidió una casa enorme para que podamos vivir todos juntos y una protección contra el coronavirus”.

Olinka cuenta los días para que Dalila regrese y ya sabe qué harán cuando pase la pandemia.

“Quiero ayudarla a que haga sus tareas; escucharla leer; pedirme espacio; que defienda sus derechos; que me cuente historias (...) Quiero que regrese para que me enseñe a patinar”.



"Tener oficina, escuela y hogar en un mismo sitio es la locura, ¡es muy desgastante!"

Desde que empezó la contingencia, Regina trabaja desde su casa. Despierta dos horas antes que Ximena, su hija de cinco años, para adelantar trabajo y hacer el desayuno; luego, a ratos, juega con ella o hace algunas actividades escolares… además de preparar la comida y hacer limpieza. "¡Es una locura!", confiesa.

"El reto diario es hallar actividades divertidas que me permitan mantener a mi hija ocupada, mientras yo trabajo en casa", cuenta la joven madre.

¿Y la escuela de Ximena? ¡Imposible! Las clases de la SEP para nivel preescolar son a las 7:00 horas y Xime, a quien le sobra pila en la noche, no logra despertarse tan temprano.

"La carga de trabajo que tengo es mucha, lo cual me deja poco tiempo para realizar labores escolares con ella. Lo he resuelto haciéndolas los fines de semana o con apoyo de su papá".

Un consejo de mamá a mamá:

"Tener la oficina, escuela y hogar en un mismo sitio es la locura, es muy desgastante física y mentalmente. Sin embargo, no hay que caer en la desesperación. Una cosa a la vez".


"Mantener la paciencia, el reto"

“Mi mayor reto al cuidar a mi hija Camila, de 12 años, ha sido crear una rutina, seguirla y tener paciencia y la paciencia para continuar con nuestras actividades cotidianas en medida de lo posible”, asegura Fernanda López Castro, editora web.

Mi hija no requiere tanto cuidado como un niño pequeño; sin embargo, al no tener hermanos es difícil mantenerla entretenida.

Al principio del aislamiento, Cami estudiaba al mismo tiempo que yo trabajaba desde casa, una al lado de la otra, pero eso se volvió complicado, debido a que era difícil concentrarme y evitar que se distrajera, por lo que ahora se ejercita o ayuda con las labores domésticas mientras hago home office y realiza sus tareas por las tardes, cuando puedo explicarle lo que no entienda.

Lo que más extraña es ir a casa de sus primas y ver a toda la familia cómo lo hacía cada domingo; además le entristece que la pandemia haya ocurrido cuando empezaba a salir con amigos, con quienes ya tenía planes para ir al cine.


"Dividir el tiempo entre la casa, el trabajo y la atención a mi hija ha sido el reto"

Entre el encierro, sin poder salir a pasear o ir al cine, y explicarle temas de la escuela a su hija y que los entienda, son algunos de los problemas a los que Evelyn Ugarriza se ha enfrentado teniendo en casa a Paola, su hija de 8 años, quien cursa el tercer año de primaria.

“Me he sentido un poco tensa, pensando en el aspecto escolar y el desempeño que mi hija ha tenido este año, pues es una niña muy inteligente, y el hecho de no asistir a la escuela la tiene un tanto aburrida, le ha hecho mucha falta seguir desarrollando esas habilidades que muestra estando en la escuela”, reconoce.

Entre el home office, las labores del hogar y fungir como maestra de su hija, organiza su tiempo para poder realizar cada una de las actividades, aunque con la pandemia los horarios que antes había para ciertas tareas se han extendido, pues ahora termina de trabajar a las 20:00 horas o incluso a la medianoche.

Además de las salidas para comer fuera de casa, Paola también extraña a sus amigos de la escuela. Con el aislamiento ahora se distrae viendo videos en YouTube, jugando con sus muñecas sola, con sus primas o su mamá, quien hace recesos para compartir tiempo juntas, el cual incluye ver películas de Disney o de Marvel, las cuales son sus favoritas.


"Con 3 jóvenes en casa, el reto es estar tranquilos y convivir en armonía"

Para Jenny el mayor reto en esta cuarentena es que tiene ¡a tres hijos jóvenes en casa! Además de los cambios de humor, se enfrentan a que deben compartir los dispositivos electrónicos para seguir con sus clases a distancia.

“El reto mayor es estar tranquilos y convivir de manera armónica, ya que los cambios de humor de los jóvenes son muy variables de un momento a otro: pueden estar felices o súper enojados”, cuenta Jenny.

Además, para Suemi, de 12; Zyanya, de 19, y José Manuel, de 15, es muy difícil estar en casa, quieren salir, pues “sienten que son inmunes, que a ellos nos les pasa nada”.

En esta etapa, dice Jenny, su labor como mamá, además de hacer desayuno, comida y cena junto con Armando, su esposo, debe “corretear” a sus hijos para que hagan sus deberes y apoyarlos para que terminen sus actividades.

De mamá a mamá: 

"Les recomiendo a las mamás paciencia, pues tenemos que lidiar con muchas cosas y actividades que nos resultan agobiantes y si a eso le sumamos que en algunos casos nuestras casas son pequeñas o redujeron los salarios o peor aún se quedaron sin empleo, el aumento de precio de los víveres o el desabasto de estos, son cosas que generan más presión".



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