Manuel de la O Cavazos es secretario de Salud de Nuevo León, y hoy lidera la estrategia contra el coronavirus covid-19 en el estado.
Desde niño, Manuel de la O quería ser doctor.
Nacido el 11 de enero de 1962, de pequeño ordeñaba vacas, vendía leche casa por casa en su natal Guadalupe y crecía con carencias dentro de una familia de 10 hermanos; su madre era enfermera y su padre chofer en la Secretaría de Salud estatal.
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Disciplinado y responsable, pasó por la adolescencia sumergido en la lectura de libros de anatomía, fisiología, farmacología.
Conoció al amor de su vida y se casó. De esa relación nacieron sus tres hijos: Norma, Alejandra y Manuel; está vivo de “milagro” y está convencido que eso se debe a que Dios le tenía deparada la misión más importante de su vida: salvar millones de vidas.
Ahora, en todos lados, vemos a Manuel de la O, ¿qué se siente ser tan famoso?
No me interesa a mí la fama, el puesto no es importante. Lo importante es servir a los demás, estoy convencido que el que no vive para servir no sirve para vivir.
Hoy tengo la oportunidad de ayudar a millones de personas.
Dicen que los doctores son muy fríos… ¿cómo le pidió matrimonio a su esposa?
Tenemos un corazón, también lloramos, también sufrimos... Vivimos el dolor ajeno.
Yo conocí a mi esposa en la Facultad de Medicina (de la UANL). Ella posteriormente se fue a Odontología y desde que la conocí supe que era la mujer de mi vida. Me enamoré de ella, es una gran mujer, y le dije: ‘Tú eres el amor de mi vida, ¿te quieres casar conmigo?’. Claro, después de nueve años de novios, pues feliz de mi vida, el problema era cómo la iba a mantener, no tenía trabajo, pero inmediatamente que salí tuve trabajo.
Su vida estuvo en riesgo hace unos meses, ¿qué tan grave estuvo?
Estuve muy grave, me cornó un toro que tengo. Me metí a darle agua y el toro se trastornó de un momento a otro, y sin darme cuenta ya lo tenía golpeándome, estuve dos meses incapacitado.
Me fracturó todas las costillas, me dañó el pulmón, tenía un litro y medio de sangre (en el pulmón), me dañó el intestino, me quebró la cadera, y me salvé porque Dios me hizo un riñón abajo, no tengo los dos en el mismo sitio. Volví a nacer.
¿Considera que está vivo porque Dios le está dando esa oportunidad de cuidar la salud de más de 5 millones de personas?
Claro. Yo no sabía qué misión iba a tener en esta vida después de que Dios me salvó, y es esta, salvar a miles de personas, millones.
¿Cuál ha sido el toro más difícil que ha enfrentado?
Es este del coronavirus, pero lo voy a vencer, estoy seguro porque tengo un gran ejército, y porque nunca me he rajado en mi vida y no me voy a rajar, vamos a salir adelante.
Todos los días voy a un hospital, a un centro de salud, a mi oficina y a mi gente la traigo al cien.
¿Cómo era un sábado o domingo cualquiera en su vida antes del coronavirus?
Tenía oportunidad de ir al rancho, montar a caballo, hacer carne asada, convivir con mi mamá, con mis hermanos, mis hijos.
Somos una familia muy grande, yo los junto, yo soy el líder, convivimos mucho, y hoy no he tenido oportunidad de hacerlo y eso me entristece. Pero saliendo de esto voy a volver a abrazarlos, besarlos y a convivir como antes.
¿Cómo ha recibido el apoyo de todo ese ejército familiar?
(Recibo) de ellos y de miles de personas, que están pidiendo por mí, para que Dios me dé sabiduría, inteligencia, fortaleza, para que me rodee de personas inteligentes, todas las mañanas hago oración por Nuevo León, para que nos vaya bien
¿Cuánto duerme?
Unas cuatro horas al día, es malo, pero ya habrá tiempo de dormir bien.
Comida favorita: Pescados y mariscos, el cabrito… Las tostadas de La Siberia, con ésas me matas.
Bebida preferida: La cerveza, la Tecate.
Equipo: Soy Tigre de corazón.
Pasatiempo: Me encanta montar a caballo, convivir con la naturaleza.