Hasta hace algunos años, los niños salían a jugar a las calles de la Ciudad de México. Un par de piedras que simulaban una portería eran suficientes para colmar una tarde de diversión, pero las grandes avenidas y la multiplicación de calles y cruceros, sumados a los puentes peatonales y a la mayor circulación de automóviles, les arrebataron esa forma de recreación.
La organización Estrategia Misión Cero, especializada en proponer mejoras a la seguridad vial, alerta que el 28 por ciento de los atropellamientos de la capital del país ocurren en entornos escolares.
Este proyecto ciudadano también ha detectado que un 60 por ciento de las niñas y niños que mueren dentro de un vehículo, no llevaban una silla infantil y que un 40 por ciento son atropellados mientras juegan.
De acuerdo con la Alianza Nacional por la Seguridad Vial, cada día mueren 44 mexicanos por siniestros en las calles, una cifra que al año representa alrededor de 16 mil ciudadanos fallecidos. De estos accidentes, tres ocurren diariamente en la capital del país. Las estadísticas del Instituto Nacional de Salud Pública muestran que esta es la primera causa de muerte en personas de entre 5 y 29 años.
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Una de esas historias es la de Rodrigo, quien perdió la vida cuando tenía 13 años, mientras transitaba en la alcaldía Azcapotzalco con su bicicleta.
“Rodrigo, cuando se subía a la bicicleta, se sentía libre, era el momento que más disfrutaba porque se sentía seguro, libre, pleno”, comentó Paola Gutiérrez, madre del menor, en abril cuando colocaron su bicicleta en las calles de la colonia clavería.
Según Laura Bermejo, especialista en el tema de atención a personas con discapacidad y fundadora de la asociación Libre Acceso, a pesar de que en la Ciudad de México hay avances en el tema de movilidad, aún hacen falta acciones pensadas en los niños, y las autoridades capitalinas deben de pensar en cómo generar entornos que garanticen una salud emocional y espacios en donde los menores puedan correr seguros.
“Deben pensar en cómo devolvemos la posibilidad de que los niños salgan de casa y puedan utilizar los espacios”, afirmó en entrevista con MILENIO.
Costo social y económico
Por otra parte, los incidentes viales en la Ciudad de México dejan alrededor de 134 mil personas lesionadas. De éstas, 40 mil quedan con alguna discapacidad permanente, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Los costos de un incidente vial son primordialmente sociales, pues terminan con familias completas, pero también económicos. El Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) estima que los siniestros viales tienen un costo de hasta 204 mil millones de pesos al año, divididos entre la pérdida de capital humano, las muertes prematuras o las lesiones de individuos en edad productiva. Además de daños materiales y gastos en atención médica para los que sufrieron una lesión.
Gastos que entidades como la capital del país no puede cubrir, afectando aún más a las víctimas directas y colaterales de los siniestros viales.
“Los costos sociales implican no solamente que vaya a estar incapacitado por la lesión que vaya a tener y todo lo que eso implica, la accesibilidad se ve reducida, no se ve reducida porque la persona tiene discapacidad sino porque la ciudad es discapacitante”, afirmó Itsi Alveano, doctora en Políticas Públicas.
Ni los responsables pueden llegar a pagar estos gastos; “Menos del 30 por ciento de los conductores tienen un seguro, lo que significa que las familias que se ven afectadas con lesiones permanentes y con alguna discapacidad tendrán que asumir estos costos para toda la vida sin que haya alguien que los apoye institucionalmente (…) Además, después de la pérdida de un hijo el 80 por ciento de los matrimonios no pueden mantenerse unidos”, condenó Paco de Anda, especialista en seguridad vial.
Los especialistas también destacan que si la capital del país no visibiliza las necesidades que tiene la infancia, para ir a la escuela, al parque, y otros lugares de recreación nunca se implementarán las políticas públicas correctas.
El diseño de los cruces, un problema en la capital
De acuerdo con los especialistas en seguridad vial, han sido las autoridades y los propios adultos los que no se han encargado en realizar ciudades con infraestructura adecuada, provocando que las infancias sean las que se vean más afectadas, principalmente en los entornos escolares, esto por el complicado tránsito que se da en la entrada y salida de las escuelas.
Los entornos escolares, al igual que zonas recreativas, son lugares donde se deberían diseñar “calles para la vida”, además de establecerse que la máxima velocidad para circular sea de 30 kilómetros por hora, sin embargo, hay multitud de ejemplos de cruces peligrosos en la ciudad donde los peatones corren altos riesgos, no solo por la velocidad si no por el tipo de infraestructura.
Muchas calles no cuentan con banquetas, son muy angostas o están en mal estado y no contemplan rampas para personas con discapacidad, además de que hay obstáculos en las esquinas, los pasos peatonales no están marcados, no hay señalética o está oculta o grafiteada, no contemplan otras formas de movilidad no motorizada y los vehículos se estacionan sobre las mismas banquetas.
Las organizaciones han demostrado que en algunas zonas la prioridad se la dan al automóvil, no al peatón, afectando de esta forma a los menores, quienes no pueden llegar a algún parque, a su escuela o a su casa sin correr riesgos de accidentes viales.
Para esto, los expertos sugieren intervenir los cruces, realizar obras que permitan respetar el límite de velocidad, con estudios y urbanismo táctico, que priorice la seguridad de los usuarios. Los elementos con los que debería contar son:
- Cebra peatonal
- Semáforo
- Con servicios auditivos para personas con discapacidad visual,
- Ruta podotáctil, un instrumento que indica a las personas con discapacidad visual en qué momento se bajan al flujo vehicular
- Rampas de accesibilidad para personas con discapacidad motriz
- Bolardos, para que los automóviles no se puedan estacionar en las esquinas o se suban a las rampas
- Esquinas con alta visibilidad
- Cambios de textura en el asfalto, como empedrado, adoquines, reductores de velocidad, que den señales al automovilista, que no es prioridad sino invitado a la zona y que hay personas vulnerables
En un recorrido realizado por MILENIO en escuelas de la capital del país, se pudo constatar que en la mayoría aún faltan este tipo de cruces seguros. Los padres de familia afirman que han pedido intervención de las autoridades, pero que no sienten que el tema de seguridad vial de menores sea una prioridad para las autoridades de su alcaldía, por lo que prefieren llevar a sus hijos a la escuela o al parque antes de que estén solos con sus bicicletas, triciclos o patines, acción que los expertos también ven como una afectación para la salud y recreación de los menores.
“No son ellos quienes tienen la responsabilidad de estar seguros en las calles. Quien tiene la responsabilidad de hacerlo seguro es, número uno, los que diseñan las calles. Si no haces una calle que esté diseñada de tal forma que se bajen las velocidades de forma automática, o sea, que ni siquiera tengas que poner un señalamiento, sino que el diseño de la calle obligue de manera amble al automovilista a bajar la velocidad”, afirmó Itsi Alveano, especialista en políticas públicas, para MILENIO.
México es de los vehículos
No tiene mucho tiempo que los vehículos con automotor se apoderaron de las calles de la capital del país. En la década de los 50's y 60's cuando se ampliaron los ejes viales y dejaron de ser calles o avenidas pequeñas con camellón, se convierten en avenidas de súper capacidad con hasta 9 carriles o de hasta 11 y de altas velocidades. Desde ese tiempo a la fecha, los ejes viales concentran prácticamente el 30 por ciento de las muertes de toda la red vial.
Y según datos del Inegi, en 1980 estaban registrados menos de 6 mil vehículos y, para 2019, la cifra se multiplicó más de ocho veces, con 50.9 millones de vehículos de motor circulando en todo el país.
Según los especialistas el problema también es de quienes diseñan los coches, ya que por ejemplo, las camionetas, cuando se echan de reversa, al ser tan grandes muchas veces los conductores no pueden ver a los menores que pasen atrás de ellos, ya que solo está diseñadas desde el enfoque adulto céntrico, no pensado en la infancia.
Además, los especialistas condenan que los adultos tampoco respetan los 30 kilómetros por hora, sin pensar que si ocurre un impacto a una velocidad de 32 kilómetros por hora, el 5 por ciento de los peatones muere, 65 por ciento queda herido y 30 por ciento resulta ileso. En cuanto a una velocidad de 48 kilómetros por hora, 45 por ciento de los peatones muere, 50 por ciento queda herido y sólo el 4 por ciento sale ileso. Mientras que a 64 kilómetros por hora, 85 porciento morirá, el 15 por ciento quedará herido y nadie saldrá ileso. De ahí la importancia de reducir la velocidad.
Por lo que llaman a las autoridades y personas en general retomar las calles.
“Mientras más niños haya en la calle jugando, más segura va a ser la calle, que se hagan actividades en el espacio público, invitar a que lo hagan en la calle como lo hacíamos nosotros como cuando éramos niños, porque la calle no es de los coches, es de las personas”, destacó Alveano.
FS