Para las empresas funerarias de la capital del país, la muerte por covid-19 va en retirada. Con registros en la mano, Salvador Ascencio, encargado de Velatorios Ermita, revela: “en mayo tuvimos un poco más de 100 servicios. En este mes de agosto llevamos un servicio”.
El presidente de la Asociación de Propietarios de Funerarias y Embalsamadores en la Ciudad de México, David Vélez, señala “(en mayo) se hacían de seis a 10 servicios por funeraria en un día, ahora hacemos, uno o dos…”.
Lo mismo sucede en los módulos móviles de la Consejería Jurídica y de los servicios legales del gobierno de la capital del país.
Los intensos días en el módulo de servicios de San Lorenzo Tezonco también han muerto, así lo afirma uno de sus encargados: "al principio sí fue bastante fuerte se levantaban alrededor de 30 o 35 actas de defunción al día, ahorita ya bajó demasiado 10 exagerado”.
El dirigente del gremio funerario, David Vélez, relata que la pandemia trajo muchos cambios en los servicios funerarios. Antes de esto lo que más se vendían eran los ataúdes, ahora son las urnas.
Además de que el 95 por ciento de los cuerpos ya no se vela cuerpos, sino cenizas.
Ha sido tanta la demanda de urnas, que empresas que se dedican a la fabricación de muebles, “tuvieron la visión de hacer urnas”, esto también ha sido aprovechado por pequeños talleres y carpinteros vecinales.
La pandemia abrió las puertas a la tecnología, pues ahora el 80 por ciento de las velaciones se hacen en línea.
Otra cosa que cambió en la industria funeraria fue que antes de la emergencia sanitaria se permitía el traslado de muertos al interior del país, ahora la secretaría de Salud lo tiene prohibido.
Vélez revela que en los últimos cinco meses la Procuraduría Federal del Consumidor clausuró a por lo menos 60 agencias "funerarias patito", por trabajar en la irregularidad y no contar con las medidas básicas de higiene y seguridad.
Uno de los principales problemas que se vivió en estos meses de emergencia fue la saturación de los hornos crematorios. Al inicio del mes de junio, recuerda: “nunca habíamos visto la necesidad de esperar uno o hasta tres días para cremar un cuerpo”.
Pese a la tardanza, las autoridades autorizaron la ampliación de horarios para poder incinerar en los seis hornos crematorios del gobierno de la Ciudad de México, trabajando en jornadas de 24 horas “y con eso se redujo la saturación”.
De no haber sido así “hubiera sido un verdadero problema sanitario la acumulación de tanto cuerpo”, afirma Vélez.
Indica que la industria funeraria de la capital del país, trabajó de la mano de las autoridades de la ciudad. La idea de que la muerte por covid-19 va a la baja en la capital del país es general, incluso, en las funerarias localizadas en Iztapalapa, donde la pandemia se ha dejado sentir con mayor fuerza.
Luis Alberto de Consorcio Funerario indica que “ahorita ya hay muy poco trabajo, bajó bastante, anteriormente pues si no nos dábamos abasto pero ahorita, gracias a Dios, bajó bastante”.
En la misma zona el administrador de Velatorios Ermita, Salvador Ascencio, coincide que mayo y junio en materia de muertes, quedaron atrás. En ambos meses la demanda, rebasó un 100 por ciento de los servicios acostumbrados antes de la pandemia.
Según su experiencia, para julio esa demanda bajó un 65 por ciento.
Revela que durante el mes de mayo “en los hornos crematorios se tardaban hasta 3 o 4 días para cremar un cadáver, ahora cierran a las 2 de la tarde”. La demanda es menor.
Coincide con otros entrevistados: en el mes de mayo las urnas comenzaron a escasear. Concluye “en el tiempo que llevo en esta funeraria, nunca lo había visto, nunca, nunca en la vida”. Se refiere a la alta demanda de servicios mortuorios.
ledz