Única mujer entre siete hermanos, Paloma Guillén Vicente de niña jugaba trompo y futbol y se subía a los árboles. Aprendió a hacer equipo y a ser solidaria y empática.
Desde su infancia, la lectura y el estudio fueron sus grandes pasiones. A los 17 años incursiona en la política y a los 26 dirige la Legislatura local, integrada por puros varones.
A la candidata del PRI a la presidencia municipal de Tampico le gusta escuchar tríos románticos y baila lo que le pongan. Confiesa que siendo su hijo chef a ella no le gusta cocinar, pero logra salir avante cuando es necesario.
¿Cómo fue tu infancia?
Muy feliz, tuve la fortuna de tener siete hermanos, éramos un mini ejército, eso me permitió una formación mucho más liberal y menos complicada desde el punto de vista de soy mujer y ellos son hombres. Recibí las mismas enseñanzas de mis padres y tuve una infancia feliz, sin lujos porque somos de clase media, producto de la cultura del esfuerzo; mi papá empezó desde vender zapatos hasta tener mueblerías, no tuvimos nada que fuera más de lo necesario para salir adelante y estudiar, pero nunca nos faltó nada. Mi infancia fue tranquila, feliz, divertida, fue una familia sin pleitos, gracias a Dios.
¿La mayor enseñanza de tus padres?
La empatía con los demás y la solidaridad, ese sentido social que nos dieron nos marcó y siempre he estado muy orgullosa de mis apellidos.
Cuando eras niña, ¿qué querías ser de grande?
Quería poner una casa de huérfanos, recoger niños que no tuvieran papá y mamá y que fueran felices en una casa con un gran patio.
¿Cómo surge ese deseo?
Producto de mis lecturas, fuimos una familia muy inducida a la lectura por mis padres, yo aprendí a leer antes de entrar a la escuela.
¿A qué jugabas?
Yo jugaba como niño, como parte de un equipo, jugaba trompo como mis hermanos, yoyo, beisbol, basquetbol y futbol. Pero me regalaron un juego de té de aluminio y también jugué con él.
¿Cuál era tu juguete favorito?
Siempre fue un libro, yo siempre andaba con un libro en la mano, pero recuerdo que cuando acompañaba a mi abuela al mercado me compraba muñequitas de hule.
¿Eras traviesa?
Súper, siempre fui de muy buenas calificaciones pero muy mal portada, siempre viendo qué travesura se hacía o a qué hora me podía salir del salón.
Tenía clases de piano y me amarraban en el banco para que no me escapara.
Como mi vida fue entre hombres, era de súbete al árbol, eso a fin de cuentas lo hace a uno valiente, son herramientas que la vida te va dando para enfrentar los retos después.
¿Por qué estudiaste derecho?
Quería estudiar psicología pero no había en Tampico, me metí a derecho y al mismo tiempo estudié bachillerato de ingeniería porque me gustaba demasiado el álgebra. Después estudié economía y luego una maestría en administración pública, tengo debilidad por el estudio, salía de mi casa a las 7:00 de la mañana y volvía a las 10:00 de la noche.
¿Cuándo llega el gusanito de la política?
Yo entro a la política desde la universidad, desde que estaba en tercero de carrera y me eligen como representante de grupo ante el Consejo Universitario, en ese momento el PRI era lo único que había y a los 17 entro al Movimiento Juvenil, invitada por Gonzalo Alemán. Empiezo desde pegar calcas, llevar la banderola y andar caminando. Milito desde 1973, tengo más años en el partido que los que tiene de edad mi hijo mayor.
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¿Fue complejo?
Estaba más cerrado para mujeres y para jóvenes, era muy complicado; cuando te dan un puesto de mayor calidad es cuando empiezas a sentir los golpes fuertes, fui candidata a diputada a los 26 años y me costó mucho trabajo porque tuve muchas resistencias al interior del partido, fue muy sufrido, en ese entonces los golpes eran brutales, pero lo que no te mata te fortalece, me ponían trabas todos los días y no entendía pero aprendí muy rápido a defenderme y me gané el respeto dentro y fuera de mi partido porque digo lo que pienso y peleo por lo que creo.
¿Para una mujer siempre es más difícil?
Uno tiene que hacer lo doble de lo que hace un hombre para que volteen y digan “parece que lo hace bien”, ha existido siempre, pero tampoco somos mártires que no hacemos las cosas porque no nos dejan. Mi techo nunca ha estado definido porque soy mujer o no.
¿Qué les enseñas a tus nietas mujeres?
A ser fuertes y enfrentar sus miedos para vencerlos, que tengan esas herramientas y no las tumbe cualquier viento, de eso se trata la vida.
¿Tu película o serie favorita?
“The Crown”, a mí me gustan las series que tienen que ver con historia; y de películas ahorita traigo “Juego de Honor” que deja una gran enseñanza en valores.
¿Qué te significa Tampico?
Por decisión propia regresé a mi tierra porque le prometí a mi mamá no olvidar mi raíz y darle alimento a mi raíz, Tampico es mi obligación moral, pase lo que pase tengo que dar mi mejor esfuerzo, regresar al lugar que nací y y dar lo que aprendí, ayudar a que esta tierra sea cada vez más próspera.
EAS