Pandemia frena éxodo de migrantes: “Ahorita nadie se mueve”

Covid-19

Unos pocos se acuestan y tratan de dormir, otros platican entre ellos y algunos más simplemente miran al vacío. Todos demasiado juntos entre sí. Su futuro no está definido, no saben cuánto tiempo más deberán esperar...

“Cierre temporal hasta nuevo aviso en atención a contingencia”, reza un anuncio afuera de Casa Indi. Leonel Rocha
Adín Castillo
Monterrey /

Un hombre se remueve momentáneamente un cubrebocas azul de la cara para poder prender un cigarro, mientras camina en dirección a varias personas que se encuentran sentadas una tras otra, en un espacio de sombra que da Casa Indi. Son migrantes.

Alrededor de una centena de personas se reunió ayer por la tarde, día en el que en el gobierno de Nuevo León descartó que algún migrante forme parte de los 258 casos de covid-19 que hay en la entidad.

La calle donde se encuentra el conocido albergue de migrantes y la parroquia Santa María Goretti ha sido bloqueada por la situación sanitaria. “Cierre temporal hasta nuevo aviso en atención a contingencia”, reza un anuncio, acompañado de vallas que cercan el área del albergue.

El bloqueo de la calle permite a algunos presentes jugar sin contratiempos un poco de basquetbol, bajo el sol de 25 grados centígrados que hay en la ciudad, mientras otros tres patean una pelota de futbol. Todos con cubrebocas.

Algunos más se refugian en los costados de las banquetas: acostados tratan de dormir un poco, otros platican entre ellos o simplemente miran al vacío. Todos demasiado juntos entre sí, pero también la mayoría utiliza un cubrebocas.

“Nos están dando los cubrebocas, nos checan a ver si no andamos malos, también hay para lavarnos las manos con gel y eso”, cuenta Jorge, un ciudadano de Honduras que tiene más de un mes que llegó a Nuevo León y, que por ahora, no ve un futuro claro para seguir su camino al norte

“No, pues ahorita nadie se mueve, hubo unos que se iban a ir, que los iban a cruzar, pero pues empezó todo esto y ya unos mejor no se animaron, porque decían que estaba más fuerte allá en Estados Unidos”, cuenta.

Apenas el viernes, el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, alertó que hay personas migrantes en los cruces fronterizos de esa entidad que han dado positivo al covid-19.

El secretario de Salud en Nuevo León, Manuel de la O Cavazos, descartó que en la entidad existan casos.

“No tenemos casos de migrantes reportados con covid-19. Efectivamente, me preocupa ver gente en la calle; ayer platicaron los tres gobernadores y acordaron poner medidas mucho más estrictas. El gobernador (Jaime Rodríguez Calderón) está convencido de que tienes que ser mucho más estricto”, señaló el funcionario estatal.

Mencionó que Rodríguez Calderón contempla la posibilidad de pedir a los alcaldes que las patrullas lleven a las personas a sus casas, si no atienden la recomendación de no salir a la calle.

Aunque la medida podría resultar en primera instancia polémica, también no resultaría práctica para aquellas personas migrantes que se encuentran alrededor de las instalaciones de Casa Indi.

Son decenas de personas que no alcanzan lugar para pasar la noche en el albergue y que deambulan en el área. La mayoría no tiene cubrebocas.

En entrevista telefónica, el padre Luis Eduardo Villarreal, fundador de Casanicolás, pero quien coordina las casas migrantes, señaló que han tenido donaciones de material sanitizante, como cubrebocas y gel antibacterial, principalmente de parte de la sociedad civil.

Sobre los posibles casos de covid-19 entre la población migrante, el padre explicó que están aplicando protocolos para referir a personas con síntomas a la Secretaría de Salud, pero no pueden confirmar positivos.

“Una persona con temperatura arriba de 38 se va a hacer la prueba al Centro de Salud. Ellos nos dicen si esa persona tiene que ser remitida a un hospital o puede quedarse en el albergue, porque se trata de un síntoma por un cansancio, descompensación, una gripe, pero en caso de que sea covid-19, no se devuelve al albergue… se han presentado casos en los que el Centro de Salud ya no devuelve a la gente”, explicó el fundador de Casanicolás.

Cuando apenas comienza a bajar la intensidad del sol del sábado, el deporte termina.

A las 18:00, Casa Indi cierra sus puertas y más de 150 personas ingresarán para pasar la noche, según estimó el padre Luis Eduardo Villarreal.

Un trabajador del lugar apura a uno de sus compañeros, mientras le cuenta extrañado que la noche anterior, alguien se había robado uno de los focos que estaba funcionando en las instalaciones de Casa Indi.

“Ah pues es la pipa, para fumar”, contesta entre risas uno de los presentes.

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