Pasó por mi cabeza la equitación, pero mi mamá puso el grito en el cielo: Manuel Granados

Entrevista

El ex dirigente nacional del PRD, aficionado al beisbol —que jugó durante seis años— y al patinaje sobre hielo, resalta su trayectoria de niño aplicado antes de dedicarse a la política y a la academia.

Nunca he tenido un caballo, pero sí sé montar y las reglas básicas. (Especial)
Paola Betancourt
Ciudad de México /

Después de leer El hombre mediocre, de José Ingenieros, Manuel Granados (1974, Ciudad de México) dice que tuvo claro que no quería ser eso. Hasta octubre pasado fue presidente nacional del PRD y el 22 del mismo mes renunció para cumplir una sentencia del Tribunal Electoral, que ordenó emitir la convocatoria para renovar su dirigencia.

Vivió durante toda su infancia y parte de la adolescencia en el barrio de San Ignacio, Iztapalapa. Ahí estudió la primaria y la secundaria. Desde entonces, labró su vocación política, pues recuerda que los profesores lo ponían a dirigir las ceremonias cívicas por su facilidad de palabra. Dice que siempre destacó por ser un alumno sobresaliente. “Niño de la escolta” en primaria y secundaria. En la preparatoria obtuvo los mejores promedios, en la 6 de la UNAM, donde tuvo su primera organización estudiantil y cultural.

¿Qué recuerda más de su infancia?

Provengo de una familia agraria, mis abuelos fueron campesinos por el lado materno y paterno. Mi padre es abogado, fue líder agrario en su época. Sufrió la persecución de un sistema donde no había oportunidad de expresar libremente las ideas o abanderar causas sociales y eso me hizo ver muchas injusticias y, sobre todo, irme formando con esta vocación de ser abogado.

¿Cómo es un día común en su vida?

Me levanto a las 5:30 de la mañana, porque doy clase a las siete en la UNAM. Soy académico, estudié derecho en la UNAM, ahí estudié mi especialidad, maestría y doctorado. Soy doctor en derecho y profesor con casi 15 años de docencia ininterrumpidos. También tengo una maestría en dirección y gestión pública local por la Universidad Carlos III de Madrid y doctor en administración pública por el Instituto Nacional de Administración Pública. Tengo dos doctorados, ambos con mención honorífica, un honoris causa, y eso siempre me ha vinculado a la cátedra, pues a pesar de los cargos públicos nunca la he abandonado.

¿Cuáles son tus pasatiempos?

Me gusta el beisbol, jugué durante seis años cuando era niño, me formé con ese deporte, lo amo. También patinar en hielo y ruedas. Durante mi niñez crecí con carencias, con dificultades, como cualquier familia, pero también siempre tuve claro que debía aprovechar el tiempo y relacionarme con los amigos que me permitieron conocer varios deportes.

¿Pensaste en practicar el beisbol profesionalmente?

Nunca pensé en ser beisbolista profesional, lo que sí en algún momento de mi vida pasó por mi cabeza fue estudiar equitación. Durante la adolescencia, alguna vez me llevaron a una feria de caballos, ahí había una convocatoria para ingresar a la Escuela de Equitación, pero debía estar dos años. Mi mamá pegó el grito en el cielo y me dijo: “o escuela o caballos”. Opté por la escuela y adiós caballos. Nunca he tenido un caballo propio, pero sí sé montar y las reglas básicas de la equitación

¿Qué libro marcó tu vida?

Uno de los libros que sin lugar a dudas ha marcado mi formación personal y profesional es El hombre mediocre, de José Ingenieros. Es importante en mi vida por dos temas: primero, porque el prólogo estuvo a cargo del doctor Raúl Carrancá y Rivas. Cuando obtuve el Premio Nacional de Oratoria, obtuve la medalla Raúl Carrancá y Rivas y eso me trajo acercamiento al libro. Además, la esencia misma del hombre mediocre que identifica tres niveles de personas en la humanidad. Los idealistas siempre van a estar contra corriente, siempre van a generar ideas que van a proponer frente a los mediocres que siempre van a estar como la ola de mar que llega y choca con la roca y se vuelve a regresar. Lo más importante en la vida es trascender y generar condiciones importantes de idealismo, no claudicar.

Ni casado ni con hijos…

Sacrificas mucho por la actividad pública. En Ciudad de México estuve 11 años ininterrumpidos en cargos públicos hasta ser dirigente nacional del PRD, con responsabilidades muy fuertes. Antes de eso, 18 años en la administración pública federal, entre el Congreso, entre la Asamblea Legislativa en su momento. Nunca he dejado de trabajar. Aunque en este momento, quiero encontrar también el equilibrio en esa parte.

Se hablaba de la fundación de un nuevo partido tras tu salida del PRD. ¿Ha considerado unirse a Morena?

Recomendé a distintas expresiones del PRD ir por un nuevo partido político, con nuevas siglas, nuevo nombre, que nos permitiera convocar el interés ciudadano. El modelo del PRD en sus reglas internas está agotado, tiene que renovarse y de ahí participar activamente en la política. Hasta ahora no tengo ninguna oferta ni ofrecimiento por parte de Morena para participar en un espacio público, pero quien gobierne este país contará con mi opinión responsable, personal y académica para que nos vaya bien a todos, principalmente ahora que un gobierno de izquierda tiene la oportunidad de gobernar al país.

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