Médico veterinario zootecnista por la Universidad Autónoma de Querétaro, el gobernador Francisco Domínguez Servién (Querétaro, 1966) revela que en varias ocasiones se ha preguntado: “¿en qué me metí?”, cuando la carga de trabajo no lo deja descansar ni disfrutar de su rancho en Huimilpan.
Su amor por la vida campirana y la ganadería no es ajeno, sus padres se dedicaban a la actividad porcícola, tradición que siguió y le ha inculcado a su hijo, quien ya participó con ovinos en la Exposición Ganadera Querétaro 2018.
Incluso, en su cuenta de Instagram presume el rancho La Cruz de Mayo, así como su cariño por sus perros, Lucas, Filipo, Angie, Manchas, Triki y Sansón, quienes lo reciben y acompañan todo el tiempo.
Al gobernador también le gusta compartir fotos con su esposa, Karina Castro, los cumpleaños de su hija Andrea, así como los momentos cuando hace ejercicio: corre siete kilómetros en promedio todos los días para mantenerse en forma.
¿Cuáles son sus hobbies?
Me gusta la música pop, de Emmanuel, por ejemplo. La escucho cuando hago ejercicio; disfruté mucho su concierto con Mijares en el Palenque de la Feria de Querétaro; voy seguido a los conciertos a ver a artistas como Alejandro Fernández.
¿A quién tiene en su playlist?
También me gusta escuchar a Juan Gabriel y tengo canciones como “Acá entre nos” y “Qué de raro tiene”, de Martín Urieta...
¿Cuándo surgió su interés por la política?
Durante la crisis económica de 1995, que obligó a mis padres a vender parte de su patrimonio para hacer frente a la problemática que aquejaba al país. Fue coyuntural, en esa época, como a muchos queretanos y mexicanos, veía a mis padres desesperados. Todo mundo tuvo que vender casas, carros y terrenos, entre otros bienes, para solventar la crisis. En el caso de mi familia, fue lo mismo, veía a mi padre y madre vendiendo todo para salvar las granjas porcinas.
Por eso busqué en la Sección Amarilla la dirección de la sede de Acción Nacional para afiliarme, aunque no tuvo suerte, no me pelaron.
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Diez años después y luego de ser presidente estatal y nacional de los porcicultores, el PAN vio en Domínguez Servién un espíritu combativo, por lo que le propuso buscar la diputación federal por el segundo distrito que integraba, en aquel tiempo, a los municipios de San Juan del Río, Amealco, Huimilpan y Corregidora.
¿Cómo fue el acercamiento, ahora por parte del Partido Acción Nacional?
Me dijeron que era bienvenido, que si me gustaría buscar la diputación federal. La verdad, lo pensé muchísimo porque me agarraron en un momento muy complicado, ese año falleció mi padre y le dije a mi mamá que no iba a aceptar la invitación porque no la iba a dejar sola con las granjas, pero me dijo que aceptara.
¿Qué fue lo que le dijo?
Me recordó que a mi papá le hubiera encantado verme en la política.
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Ya como abanderado panista, Domínguez Servién ganó la diputación federal, la presidencia municipal de Querétaro, un escaño en el Senado y hace tres años la gubernatura.
¿Cómo ha sido la experiencia?
Como gobernador no pienso defraudar a los queretanos, ya voy a la mitad del camino, y aunque a veces la carga de trabajo es mucha y quisiera tres días de descanso, vale la pena. La vocación de trabajar en beneficio de los queretanos es más grande que el agotamiento.
¿Qué enseñanza le dejó 2018?
Han sido muchas. La verdad, es que los queretanos nos ponen todos los días a aprender de todos los sectores y en todos los sentidos; en temas educativos, de salud, de movilidad, y eso que en mi caso ya son 12 años como servidor público.
Hasta el momento he sido el legislador que más recursos he conseguido para Querétaro; pedí licencia y me gané la confianza de los capitalinos; pedí licencia y me gané la confianza de los queretanos para ser Senador; pedí licencia para buscar la gubernatura y me volví a ganar la confianza de los queretanos. No pienso defraudarlos, ya voy a la mitad del camino...
¿Si pudiera regresar el tiempo, volvería elegir entrar en la política?
Sí. A veces dices: “híjole, quiero aunque sea unos tres días de descanso”, pero esta responsabilidad no te deja descansar, es de sol a sol. Hay días en los que pienso: ¿en qué me metí?, pero sin duda repetiría la experiencia de poder servir.
¿Recuerda un momento que lo haya hecho pensar “¿en qué me metí?”?
La verdad es que no tengo malos momentos, pero cuando pasan los días y llegan los viernes, que ya estás todo agotado, o cuando va terminando el año y quieres aunque sea unos días de descanso y esa responsabilidad no te deja, porque es de sol a sol, es cuando digo: ¿en qué me metí?