"Señores, les informo que por órdenes del Presidente no vamos aterrizar en Oaxaca y regresamos a Ciudad de México. Han ocurrido, al parecer, dos terremotos muy fuertes y vamos de regreso". Es la voz del vocero presidencial Eduardo Sánchez , que una vez emitido su mensaje a los reporteros que acompañan al mandatario, regresa a paso apresurado a la parte delantera del avión presidencial.
Es 19 de septiembre de 2017. Es día de coincidencias. Este jueves por la mañana el presidente Enrique Peña Nieto encabezó la ceremonia para recordar el terremoto ocurrido 32 años antes. Es la una de la tarde con 53 minutos. El avión presidencial ha dado tres vueltas ya sobre Oaxaca, abortando su descenso en el aeropuerto militar de Ixtepec.
Apenas 12 días antes, un terremoto dejó devastación en Oaxaca y en Chiapas y el mandatario ha decidido, en ese momento, suspender la gira programada para supervisar las labores de reconstrucción. Hoy de nueva cuenta un terremoto golpea a la capital del país y los estados circundantes.
Pasan unos instantes desde el anuncio del vocero, cuando el mandatario aparece en la zona de prensa de la aeronave. Con un gesto duro, y el teléfono celular en la mano, da más detalles: "Tenemos una emergencia en Ciudad de México y vamos a concentrar nuestra presencia y nuestra operación allá".
En medio de la tragedia, un elemento de fortuna. El gabinete formado para atender la emergencia por los sismos en Chiapas y Oaxaca viaja también en el avión presidencial y eso posibilita atender desde el aire la emergencia de forma inmediata y conjunta
Detrás del mandatario, el coordinador Nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, mantiene la vista clavada en su celular y da indicaciones, mientras revisa las imágenes que en ese mismo instante reenvía al celular del Presidente. En la zona destinada para el mandatario y los funcionarios que lo acompañan, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, y el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón, coordinan ya el despliegue del Plan MX y el Plan Marina; Roberto Ramírez de la Parra, titular de la Conagua, y Gerardo Ruiz Esparza, de la SCT, giran también instrucciones.
“Hay imágenes muy trágicas, sobre todo muy lamentables de edificios derrumbados, de edificios colapsados”, explica el Presidente, en lo que se ha convertido ya en una conferencia de prensa en el pasillo del avión presidencial.
Relata además el momento en que fue informado del terremoto. Sus palabras se mezclan con las de los reporteros.
—“Estábamos a un minuto de aterrizar”,— señala Peña Nieto.—“A 10 minutos”—, refuta un reportero.
—“¡No, menos, cinco minutos”—, revira el mandatario.
Con el ruido de las turbinas los micrófonos no registran la voz del reportero y da la impresión de que el mandatario piensa que cinco es menos que uno.
Peña muestra las imágenes de su celular y enumera las colonias más dañadas: la Del Valle, Narvarte y de nuevo, como en 1985, la colonia Roma.
Han pasado 39 minutos desde el sismo y la aeronave se enfila hacia Ciudad de México. Sin embargo, debe corregir el rumbo. El Aeropuerto Internacional Benito Juárez registra daños en la pistas y hasta que no sean revisados es inoperante.
El plan B, el aeropuerto militar de Santa Lucía, en el Estado de México.
La aeronave sobrevuela una polvorosa Ciudad de México; no terminan de asentarse las columnas de polvo levantadas por los edificios caídos.
Al mandatario y a su gabinete lo esperan ya pilotos del Estado Mayor Presidencial quienes los transportan desde Santa Lucía hasta la Residencia Oficial de Los Pinos, convertida a partir de ese momento en el centro de operaciones del gabinete para la reconstrucción.
RLO