Aunque en el Multifamiliar Tlalpan hubo un derrumbe el 19 de septiembre del 2017, para Marco Antonio Melo fue una fortuna estar ahí durante el terremoto. El edificio en el que vivía en la colonia Del Valle colapsó, "ahí se acabó y aquí tuve la suerte de que quedó en pie".
Tras dar un sorbo al café tibio que bebe en un vaso de unicel, recuerda la violenta sacudida que sintió en el último piso del edificio 3-C, a su hermano paralizado del miedo y a su gato refugiado en sus piernas.
"Vine para acá para ver a mi hermano que tenía departamento, en eso se suscita el terremoto, me agarró aquí arriba con mi gato, mi hermano, y fue una fortuna porque si yo me hubiera quedado en la Del Valle, donde estaba viviendo, hubiera terminado muerto porque yo nunca bajo, el edificio se vino abajo en la Del Valle", cuenta.
Aunque ha pasado un año, en su memoria está muy claro cómo escuchó el terremoto...
"Empieza a sonar la alerta sísmica a medio terremoto, de repente se oye un estruendo. Se oía mucho ruido, muchos gritos, llanto (...) Yo escuché el estruendo, yo dije, 'bueno, seguramente reventó algo de gas, no pasa nada'".
También recuerda cómo vio el colapso del edificio contiguo, desde la azotea a la que subió cuando todavía se movía la tierra...
"(Vi) una nube enorme de polvo y dije 'ya cayó un edificio', y seguía temblando. Entonces yo dije, 'bueno, ya, hasta aquí llegamos', y no pasó nada. Terminó el temblor, había una nube enorme de polvo, pero yo ya no veía al 1-C, porque me subí a la azotea y me di cuenta de eso, simplemente ya no existía".
"Esto fue un mazazo tremendo para todos", dice Marco Antonio, de 60 años, mientras recorre con andar pausado los alrededores del Multifamiliar donde creció con su hermano, tres años mayor que él, y algunos amigos; ahora comparte con ellos la vida en los campamentos de damnificados.
A veces duerme en la "choza" que ocupa su hermano en el parque junto al Multifamiliar, otras en la casa de campaña de algún vecino que "le hace espacio" y, cuando no hay de otra, en un motel cercano. Sus pertenencias las tiene repartidas donde puede y sobrevive de sus ahorros.
"La verdad se están viviendo cosas terribles aquí", lamenta. Y confiesa que no tiene fe en el reforzamiento que se hará a los edificios que quedaron en pie."Yo no entiendo por qué tiene que ser reforzamiento de un edificio con un material ya dado en lugar de una reconstrucción", advierte. El tiempo útil de los materiales con que se construyeron los edificios del Multifamiliar era de 50 años, la unidad tiene 60.
Dice que como él, muchos vecinos saben que los edificios reforzados no durarán mucho, pero los aceptarán porque ya no soportan estar en la calle.
"Yo creo que sí se murieron varias personas en el 1-C, se han muerto más posterior al sismo (...) Se han muerto más personas en el trayecto del sismo para acá por el sentimiento de desamparo, por el 'qué voy a hacer', 'ya perdí todo'".
Se respira desesperanza y tristeza en el Multifamiliar Tlalpan, dice Marco Antonio, pero desea que el nuevo gobierno ayude a sus vecinos, "que la gente que tienen aquí a su familia pueda entrar con toda confianza a sus casas y decir 'bendito sea Dios, tengo casa, es nueva, y vamos a disfrutar la vida hasta donde llegue'.