Soy supergarnachera y extraño los fideos de mi abuela: Laura Rojas Hernández

Entrevista

La diputada federal del PAN hizo pizzas y fue recepcionista antes de comenzar su carrera política; amante de la música de Café Tacvba, se define como “la izquierda de la derecha, ni fifí ni chaira”.

Simpatizante del movimiento zapatista, la legisladora también es profesora en la FES Acatlán de la UNAM. (Jesús Quintanar)
Fernando Damián
Ciudad de México /

Simpatizante del movimiento zapatista en 1994 y desde entonces militante del PAN, la diputada federal Laura Rojas (Ciudad de México, 1975) se define como “la izquierda de la derecha” y asegura que a ella no le queda el saco de fifí.

Le encantan las garnachas, la barbacoa y las carnitas, pero entre los recuerdos más gratos de su infancia destaca la “espectacular” sopa de fideos que le servía su abuela.

Rojas preparó pizzas y sirvió pastas en un local de comida italiana, además de trabajar como recepcionista en un bufete de abogados, para financiar su carrera de Ciencias Políticas.

Su banda favorita, Café Tacuba, aunque también escucha y canta Soda Stereo y Caifanes, así como U2, The Cure y Depeche Mode.

En esta coyuntura de la 4T y como diputada del PAN, ¿le queda el saco de conservadora y fifí?

Bueno, la verdad es que yo soy todo, menos conservadora; en el PAN creo que soy la izquierda de la derecha, soy una política que cree en los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, soy una mujer que cree que el amor es amor y no tengo ningún problema en apoyar los matrimonios del mismo sexo; entonces, soy todo, menos conservadora, y de lo demás, te diría: ni fifí ni chaira, soy simplemente una mexicana que encontró su vocación en la política.

¿Cómo encontró su vocación? ¿Cuándo se dio cuenta que quería dedicarse a la política?

En la prepa, a finales de 1994, tenía una maestra que nos daba sociología y era súper de izquierda y nos hacía pensar mucho, yo le debatía y ahí me di cuenta que tenía una vocación muy clara hacia la política.

Fue la época de la transición a la democracia y había un movimiento ciudadano muy importante, muy vibrante, que nos llamó a muchos jóvenes a militar en el PAN, en mi caso, y a otros en el PRD, y entre todos construir la transición a la democracia en México.

Yo quería estudiar Ciencias Políticas o Periodismo, pero al final decidí Ciencias Políticas, hice dos exámenes de admisión, uno en la UNAM y otro en la Ibero; la verdad es que yo quería ir a la Ibero, pero en el 94 fue la crisis que afectó a millones de familias y la empresa de mi papá quebró y me dijo: “No te vamos a poder pagar la Ibero, te vas a la UNAM”.

A partir de esa crisis, pues tenía que trabajar, trabajaba en la mañana, estudiaba en las tardes, y en la universidad aprendí mucho, tenía muchos amigos de izquierda, y también en el 94 surge el movimiento zapatista y hacíamos conciertos para recabar víveres para el Ejército Zapatista, fuimos a Chiapas y, al final, pues por eso digo que soy la izquierda de la derecha.

¿Qué empleos tuvo en aquella época?

Trabajaba en un local de comida italiana en Plaza Satélite, hacía las pizzas y servía las pastas, y luego trabajé como recepcionista en un bufete de abogados en Lomas Verdes. Antes de terminar la carrera, en el 97, tuve mi primer trabajo ya más formal aquí en la Cámara de Diputados, en la 57 Legislatura, histórica porque por primera vez el PRI pierde la mayoría, y me recomiendan para trabajar con un diputado del PAN, Juan Carlos Espina, y cuando llego aquí dije: “Yo quiero ser diputada”, y así empecé y me seguí, me seguí, me seguí.

¿Cuáles son sus pasatiempos?

Salir a pasear y tomar fotografías, eso es lo que más me gusta; también caminar por el Centro de Ciudad de México, ir a los pueblos de mi entidad, el Estado de México. Me gusta muchísimo comer, me encanta la barbacoa, las carnitas, las gorditas, soy supergarnachera; también me gusta mucho viajar y conocer otros lugares, andar en bici y ver series de televisión.

¿Qué música le gusta?

Me gusta mucho la música de los 90, que es la de la generación con la que crecí; el rock en español, Soda Stereo, Caifanes, pero Café Tacvba son lo máximo del mundo mundial para mí.

Me gusta la música latina, porque me pone de muy buen humor; cuando estoy triste o cuando estoy estresada pongo música, me gusta mucho Sebastián Yatra, Carlos Vives, Marc Anthony. En inglés, U2, The Cure, Depeche Mode, o sea, son con los que crecimos.

¿Qué lecturas prefiere?

Me gustan mucho las novelas históricas, las sociales; también las series de esos géneros y las políticas. Acabo de ver una que se llama Fauda, sobre los servicios de inteligencia israelí y palestinos; The Crown, por supuesto, que es la historia de la reina Isabel.

Y de libros, hay uno que acabo de terminar de leer que se llama Mil soles espléndidos, de Khaled Hosseini, y con este libro lloré todo el tiempo, porque se trata de la historia de dos mujeres afganas que viven el arribo al poder los talibanes en Afganistán y viene un retroceso en términos de libertades para todos, pero sobre todo para las mujeres, es una historia muy fuerte, muy emotiva, lloré todo el tiempo.

Me gusta leer también mucho, por mi formación de politóloga, la historia del poder en México, como La presidencia imperial, de Enrique Krauze. Doy clases en la UNAM, este semestre imparto la materia de Sistema Político Mexicano, en la FES Acatlán, y entonces también leo mucho de eso.

¿Algún recuerdo feliz de su infancia, de su juventud?

Sí, la sopa de fideos de mi abuelita. Ella vivía en Azcapotzalco y, cuando me dejaban con ella, la acompañaba al mercado y eso me gustaba mucho, me compraba flanecitos en la panadería y su sopa de fideos era espectacular.

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