Orgulloso de Oaxaca, Juan Carlos Rivera Castellanos, secretario de Turismo del estado, inicia la entrevista con MILENIO mostrando los premios que recibió la entidad por parte de la revista Travel + Leisure como la Mejor Ciudad del Mundo y la Mejor Ciudad de México. Distinciones que se suman al reconocimiento que conquistó hace unos días (10 de noviembre) en los World Travel Awards como el Mejor Destino de Escapada Urbana Líder en México y América Central, lo cual representa el grado de excelencia que tiene la capital estatal.
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De niño, dice, le gustaba caminar por las calles del centro de la ciudad “por la paz y tranquilidad” que encontraba a cada paso y “por el colorido de su gente, de sus costumbres y de sus tradiciones”; a la distancia, ese gusto solo se ha transformado, porque ahora la disfruta con su familia.
¿De qué parte de Oaxaca eres?
De la capital; soy vallista, así se le dice a la gente de esa zona.
¿Qué recuerdos tienes de tu niñez, qué te gustaba?
La tranquilidad de las calles, el andar de la gente. Me críe en una zona del mercado Benito Juárez, vivía a la vuelta y ese caminar de las personas pausado te da una tranquilidad que ninguna parte del mundo. Ver a tu paso a las mujeres que venden las tlayudas, que van con sus canastos de tortillas sobre la cabeza. Cuando vienes a Oaxaca, vienes a respirar un destino que tiene alma, color, folclore, sabores y olores.
¿Qué haces en un día normal?
Un día común es trabajar todo el día, pero antes de esto (su actual cargo) fui presidente de hoteleros de Oaxaca durante cinco años, y salir a caminar con mi familia por el centro histórico, por el andador en la calle de Alcalá, era una sensación fenomenal. Oaxaca capital es una ciudad para caminarla, para visitar museos.
¿Cuándo surge la inquietud por proyectar la riqueza del estado oaxaqueño?
Nací prácticamente en un cuarto de hotel porque soy la tercera generación de una familia de hoteleros. Nací y viví en un cuarto de hotel y poco a poco mis papás me enseñaron a trabajar con amor por lo que nos da de comer.
Amo, disfruto, pero sobre todo entiendo que una de las hebras importantes del sector turístico es la hotelería, y eso, junto con el empuje de la familia, te hace que tengas en la sangre ese sentido de pertenencia al sector turístico; tengo una esposa maravillosa y unas hijas gemelas hermosísimas que todos los días me alientan a seguir adelante.
¿Desempeñaste alguna de esas actividades en el negocio de tu familia?
He pasado por todas, desde trapear hasta hacer camas, recepcionista, cargar maletas, estacionar coches, todo. Hay que ser multifuncional en un hotel, porque te hace sentir todo lo que percibe un huésped dentro de tu negocio. Incluso si es necesario que meserees, pues mesereas, tomas la comanda, te metes a la cocina.
¿Sabes qué es una maravilla? Ir al mercado a hacer las compras del restaurante, eso es padrísimo, porque tocas las naranjas, los aguacates, y luego llevarlos y ver al cocinero cómo prepara los platillos; después, si te toca pasar la charola al comensal, eso te hace sentir la cadena de valor de la industria turística.
¿Cuáles son tus platillos preferidos?
La lengua en estofado me mata, podría comerla todos los días. Por supuesto los moles me gustan mucho, pero les tengo respeto por la gastritis.
¿Haces deporte?
Me gusta el golf, pero tiene más de cuatro años que no toco un bastón de golf; solía correr, era buen corredor, me encanta el futbol, pero con el poco tiempo que tengo desde que entré a la secretaría es difícil practicar esas actividades. La bicicleta de montaña es una delicia, porque cuando sales tomas la decisión de irte a la izquierda o derecha o te sigues de frente, para donde te lleve el viento, y eso te da una sensación de libertad única.
¿Y respecto a la lectura?
Trato de leer en la medida de mis posibilidades, hace no mucho tiempo una colaboradora me regaló un libro muy bonito, Las 48 leyes del poder, y ahora estoy tratando de terminarlo. Es un resumen del arte de la guerra, puesto en las 48 reglas del poder.